Los mayos se mueven al ritmo de los raspadores, las arpas y los violines; sus sonajas, tenábaris y coyoles comunican al cuerpo de los danzantes, el agregado necesario; conjuntado con el canto y otros elementos, se tiene la imagen viva de una manifestación cultural de larga duración; la danza en la Semana Santa de los Mayos.
¿Cómo surgió esta expresión que hoy nos sigue sorprendiendo?
Al consultar los viejos manuscritos jesuitas, observo que los nativos celebraban sus fiestas con mucho contento y alegría, “con bailes a su modo”. Estas celebraciones indígenas empezaron por navidad de 1593, cuando los padres Gonzalo de Tapia y Martín Pérez observaron que los naturales de la Provincia de Nuestra Señora de Cinaloa, se concentraban en una muy grande ramada para representar mediante ofrendas, dibujos y adornos al mundo circundante, con la figura de un padre, madre e hijo.
Pedían lo mejor para sus familias, siembras y animales, incluso que se les defendiera de las inclemencias de la naturaleza. Impresionados los padres jesuitas de tales prácticas culturales, les sugirieron “…que un día de los de pascua quitadas aquellas figuras entraren bailando a la iglesia y pidieran a Dios y a la Virgen, cuya imagen allí estaba con su hijo en los brazos, aquello mismo”.
De esta propuesta aceptada, surgió la concepción mestiza de la Semana Santa Mayo que hoy vemos representada en el norte de Sinaloa.
Para fundamentar esto, me remito a la Carta Anua del padre Martín Pérez de 1594: “El Domingo de Ramos me hallé en Ocoroni, pueblo de muchas palmas. Bendíjeles hartas cargas de ellas que trajeron y cada uno llevó su palma para guardarla. Díjeles lo que significaba la ceremonia, y lo que había pasado aquel día, y al tiempo de la procesión comenzaron a tender mantas en el suelo y no me dejaron poner un pie en él en toda ella. Después fui a la villa (San Felipe y Santiago de Sinaloa), donde estaba el padre Tapia ofreciéronse los de ella y de otras partes, en particular algunos individuos de Culiacán que habían venido por acá a tener la pascua con algunos cantores con los cuales se celebró el oficio de Semana Santa y Pascua como mejor pudimos con su monumento. El Jueves Santo hubo Pasión en la cual se llevó un Cristo grande que movió a mucha devoción a los indios. Acabada la Pasión les dio gana de azotarse a algunos maestros de ellos y también hicieron su procesión aunque pequeña, si hubiera recaudo fueran muchos más…Predicóseles la Pasión en su lengua y declarándoseles los misterios en este santo tiempo”.
Ante tan contundente evidencia anotada, no nos queda la menor duda de que la Semana Santa actual entre los yolemnes, fue generada en esa interacción cultural de españoles y mayos.
Esta práctica evangélica, es la generadora del mestizaje cultural que nos ocupa. Reitero que los textos jesuitas de los siglos VI, XVII y XVIII en Sinaloa, son patrimonio cultural de los sinaloenses.
*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.