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Rubén Darío y Los Motivos del Lobo

Por domingo 17 de marzo de 2013 Sin Comentarios

Por Teodoso Navidad Salazar*

Ruben-DarioTodos los años por el mes de abril, en la escuela Normal de Sinaloa donde realicé mis estudios a mediados de los setenta, se llevaba a cabo una semana cultural, los alumnos de dicha institución podíamos concursar en canto, poesía, baile, teatro, carteles, dibujo, cuento y danza, así como en reñidos encuentros deportivos, premiándose los primeros lugares y se concluía con una verdadera fiesta donde convivíamos alumnos y maestros.

Fue en uno de esos inolvidables encuentros culturales cuando escuché por vez primera el maravilloso poema Los motivos del lobo, en el que Rubén Darío, poeta nicaragüense, pinta de cuerpo entero debilidades, perversidades y miserias en las que se desenvuelve la condición humana. Sin embargo, a tantos años de escrito este trabajo y al analizar el comportamiento de la conducta humana, confirmamos que el poema está más vigente que nunca. El lobo, una fiera, confió a San Francisco de Asís, los motivos de su conducta; la promesa del santo varón le hicieron rectificar y se tornó humilde, pero la decepción hizo presa de la bestia cuando se dio cuenta de cuál era (y sigue siendo), la condición humana; he aquí unos fragmentos de los diálogos entre hombre y fiera, que escribiera Rubén Darío:

“Está bien, hermano Francisco de Asís”
“Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.”

El lobo tendió la pata al hermano de Asís,
que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea.
La gente veía, y lo que miraba, casi no lo creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero
Y, bajo la testa, quieto le seguía
Como un can de casa,
O como un cordero.

Después de tratar con su buena y mansa conducta de integrarse como buen animal, ante aquellos a los que había hecho daño, el lobo volvió a ser el mismo de antes; malo y fiero. Cuando Francisco de Asís, regresó de uno de sus viajes por las aldeas vecinas en el ejercicio de su ministerio, se dio cuanta de lo que había sucedido, por lo que encontrándose con el animal de nuevo, reprocho su actitud de antes; el lobo le explicó los motivos de su retorno a la senda del mal, de esta manera:

“Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.

Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
más siempre mejor que esa mala gente.

Rubén Darío1, nació en 1867, en Metapa2, Nicaragua. El apellido lo tomaría de uno de sus tatarabuelos, cuya familia era apodada Los Darío. Su posición económica le permitió recorrer países centroamericanos y siendo un veinteañero se estableció temporalmente en Chile. En 1889, regresó a su tierra natal; después viajaría por Europa en par de ocasiones. Escritores españoles y franceses influyeron en su estilo literario. Parte de su vida transcurrió entre Chile y Buenos Aires, hasta 1898, fecha en que dejó Argentina para residir de manera itinerante entre Madrid y Paris, con esporádicas visitas al continente Americano. Durante su estancia en España, la producción de Rubén Darío fue magnífica; sus trabajos literarios influirán en poetas de la madre Patria y se convirtió en voz de los pueblos hispánicos.

Junto con Rubén Darío, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, los isleños José Martí y Casal y el colombiano José Asunción Silva, encabezaron una nueva forma de escribir en verso y prosa, en 1885.

Para 1914, presintiendo tal vez su final, viajó a Nueva York, y el último año de su vida se estableció en la bella ciudad de León, Nicaragua, donde lo sorprendió la parca, en 1916. Sus funerales, 3 fueron impresionantes.

Colofón

En aquel lejano encuentro cultural, Celina Aldana Angulo, magnífica alumna de escasos 17 años, del segundo año de Normal, interpretó de manera magistral y con tal emoción Los motivos del lobo, que logró impresionar tanto al público, que le aplaudió de pie y al jurado calificador, que de manera unánime le otorgó primer lugar, en esa ocasión participaron las escuelas normales del estado.4

Finalmente me pregunto, si los motivos son suficientes para que el género humano siga destruyéndose entre sí, tal y como los vio y sintió el lobo de San Francisco de Asís, del laureado poeta Rubén Darío.

1 Félix Rubén García Sarmiento, nombre que consta en su fe de bautizo.
2 Comunidad antes llamada Chocoyos, y se ubica muy cerca de León, una de las ciudades más importantes de Nicaragua, donde murió el brillante poeta en 1916.
3 El escritor Pedro Henríquez Ureña, compara el funeral de Rubén Darío con el de Lope de Vega, despedido por una gran multitud de seguidores, Antología poética de Rubén Darío, p. xxix, UNAM, 1971, México, DF.
4 En ese entonces, existían escuelas normales en Escuinapa, Mazatlán y Los Mochis.

*La Promesa Eldorado, Sinaloa, marzo de 2013.

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