Por Carlos Lavín Figueroa*
Lo profano y lo religioso
El ser humano ha perdido la capacidad de asombro, la tecnología es ya una extensión de su cuerpo.
De los espectáculos populares más famosos uno es profano y otro religioso, el Carnaval de Rio y Semana Santa en Sevilla disímbolos entre sí pero con el mismo fondo, despuntar emociones y así conservar las tradiciones.
Lo profano; Rio vive todo el año para el Carnaval cuyo origen se remonta al Medioevo. Nunca será lo mismo verlo en una grabación que verlo en vivo. Los sentimientos que despierta son incomparables, al estar en un camarote (palco) al pie del sambodromo los sentidos se alteran a la salida de cada grupo con su estruendoso y rítmico retumbar de cientos de tambores, se estremece el corazón, se desgarra la caja pectoral, las sienes laten a explotar, en una palabra, excita al máximo. Los estupefactos novatos volteamos a ver a los demás a bordo de lagrimas sin lograr articular palabra y esto es sólo el inicio, el furor crece y se
prolonga, atrás viene la sambera estrella y después las comparsas, los cómicos, la gran orquesta, de tres a cuatro mil participantes por cada escuela, todas con diferentes y estrambóticas vestimentas temáticas, remata en el más amplio sentido la siempre sensual, voluptuosa y erótica reina de cada escuela sobre un gigantesco e insuperable carro alegórico, y ante la suma de revelaciones afloran sentires que estaban perdidos y que se ignoraba tener. E inicia otra escuela y otra más hasta llegar a la ganadora del año. Quienes han perdido las emociones que da la capacidad de asombro, es aquí donde la pueden recuperar.
La entrada personal a un camarote especial en reventa, y no se consigue de otra manera, es más costosa que llegar desde México, incluye las mejores bebidas y viandas, todo hasta el amanecer, así está planeado, hasta que el sol derrota la noche. El que escribe asistió a uno de esos palcos como invitado de Vanuza Sampaio abogada dueña de una de una de las consultorías legales de más renombre en Rio y Sao Paulo, apoderada de compañías gasolineras y gaseras más importantes del Brasil. Es costumbre que las grandes compañías compren y regalen entradas a sus clientes, estas empresas acaparan casi todos los palcos para “la fiesta”.
Las 7 familias o mafias de Rio se dividen su largo y costero territorio, controlan el juego clandestino, prostitución, robo, droga no hay delincuente que se meta en otro territorio. El Carnaval es financiado por ellas a través de las escuelas de samba, después recuperan los gastos con grandes ganancias acaparando la reventa y todos los ingresos. Los jefes de la mafia entran y salen de la cárcel y todo continua igual, hay una frase en Brasil que dice que “No (al) final tudo termina em samba. Aparte cada participante de escuela paga por pertenecer a ella y por su vestimenta. Pero existe el otro Rio, el de las favelas, el de los barrios marginados. Después del carnaval, estando en la playa de Ipanema, de la nada surgió una gran ola, pero de gente, fue como un tsunami de unos quinientos o más maleantes de esos barrios, corriendo a lo largo y gran ancho de la playa, arrebatando bolsos, relojes y todo lo de valor a los turistas, tsunami que como llegó se desvaneció… fue un espectáculo adicional.
Y para bajar el susto a dos cuadras llegamos al bar-rest hoy llamado La Garota (Chica) de Ipanema, donde se compuso esta bossa nova.
El carnaval de Sao Paulo es similar pero menor. Otra cosa son los carnavales del resto de Brasil como los de Recife y Salvador Bahía, estos son de calle, “de rúa” donde lo mismo participan ricos y pobres sin diferencias, aquí no hay carros alegóricos sino tríos eléctricos son carros de música en vivo, cada uno con un cantante famoso que provocan euforias sin medida alguna y en plena calle, también patrocinados por mafias rivales que compiten entre ellas ante todos los espectadores.
Lo religioso: Es la Semana Santa en Sevilla donde se representa de manera insuperable la “Pasión de Cristo” que recrea las últimas doce horas en la vida de Jesús de Nazaret y su muerte, todo interpretado en procesiones efectuadas por cofradías que vienen también desde la época medieval, cuyos miembros cargan pesadas plataformas con las imágenes de Cristo y la Virgen. Sevilla vive todo el año para esta conmemoración. La bulla le llaman a la descomunal aglomeración que hombro con hombro y pecho con espalda se mece a un lado y otro incluso de reversa como una gran ondulación, apretados todos se dejan llevar, es imposible ir en contra, de la nada se forma e igual desaparece. En los típicos balcones andaluces y al paso de las santas imágenes se pueden ver y escuchar a los mejores artistas de ópera, cantando sevillanas y rocieras, saetas de temas religiosos, cantos al puro estilo andaluz de influencia árabe, cante jondo propio del flamenco con influencias gitanas. Todo Sevilla es fiesta. La pasión es tal que algunos sevillanos con gran emoción y al borde del llanto increpan a las imágenes de la Virgen y del mismo Cristo con palabras soeces, pero al mismo tiempo con ternura y respeto, tradición muy particular en Andalucía que desconcierta sobremanera al visitante y que les es imposible entender. Raro es encontrar hospedaje desde semanas antes de esta conmemoración. Vivir Semana Santa en Sevilla es indescriptible, la vibración religiosa pega fuerte.
Pasando la Real Maestranza del otro lado del puente de Triana esta una freiduría sevillana donde degustamos los famosos y crujientes pescaitos acompañados de un tintorro, vino común de barrica, toda una tradición callejera casi perdida similar a la de los tacos mexicanos, son pequeños boquerones, tiras de merluza, chipirones, anillas de calamar, gambas, ostras y otros mariscos bien aderezados, enharinados y fritos, también los hay de verduras y hortalizas, siempre servidos en un cono de papel de estraza, algo único y a punto de desaparecer por la hamburguesa y el pollo frito. Después al bar frente a la Giralda por un aromático carajillo tomado a pie de barra.
Por el caso Cassez/en justicia se ve escases/ y lo que nos espera después.