El doctor integrante de un taller de canciones
Este inicio de año es para recordar; los medios de información han destacado los sucesos de importancia universal que han acontecido en los dos primeros meses ¡y vaya que son impactantes! Junto las grandes noticias, en la intimidad suceden hechos que marcan y cimbran la vida de quien los siente. El lunes 18 de febrero, falleció el doctor, pianista, compositor e intérprete, Víctor Manuel Blano. La partida de Blano y de Salvador Alcocer, trajeron a mi memoria la época del Taller de composición Voz, de Sala Chopin, 1986/1990- donde me tocó presenciar la participación del poeta queretano y de Víctor -especialista en infectología del Centro Médico La Raza-, en las sesiones para creadores musicales que se realizaban en la Sala Chopin, todos los jueves. Alcocer se encargaba de desmenuzar los textos en busca de la poesía y el manejo verbal oportuno, compartía sus conocimientos poéticos y dirigía la discusión y crítica sobre las canciones que se presentaban para su valoración entre los talleristas que al desatar las controversias se encontraban involucrados en un viaje por la ruta de la música popular, para conocer sus géneros, sus formas de versificar, su calidad musical, su compromiso con el pueblo, de esa manera lograban emitir opiniones con mayor conocimiento que la intuición.
El doctor presentaba de vez en vez el resultado de su tarea como compositor, temas literarios infantiles aderezados con melodías dulces y nostálgicas: “Estrella de papel”, ¿Quién prendió el sol?”,” Como me gustan las mariposas”, “La libertad”, “ Mi sueño”, “ Es como un ratón” fueron -entre otros títulos- de su autoría, pasaron al escenario de la discusión o elogio que sucedía los jueves, en un taller de canciones. La amistad entre los integrantes del Taller Voz, me permitió compartir con Víctor muchas tardes en los veintiséis años de amigos; conocer sus logros en la medicina, ámbito donde gozo de prestigio por combatir las infecciones en forma oficial y particular con resultados sorprendentes; entendí que la forma que encontró para compensar la batalla contra la muerte que día a día emprendía, era componer cantos infantiles que se convirtieran en transporte sonoro/armónico a un mundo donde la crueldad y la destrucción no existieran. Fue mi amigo Blano un compositor auténtico, un hombre solidario y un médico responsable con la salud; dejó pacientes sanos, escritos, recetas, cuentos, canciones para recordarlo entre las que debo mencionar: “Calles de algodón”, Lluvia,”,” Duerme niña”,” La campana”, “Sentados al viento”, “Mañanita” y otro buen número que nacieron del oficio musical que se cerró el lunes 18, del integrante del taller de composición: Doctor Víctor Manuel Blano.