Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
Amor es nunca tener que pedir perdón… Surge esta frase en una de las películas más afamadas de la historia contemporánea: “Love Story”, que fuera protagonizada por Ali McGraw y Ryan O’Neal… El protagonista, maravillosamente realizado por O’Neal, un joven heredero que vive en conflicto culposo con su padre, enamoradísimo de la dama joven encarnada por Ali McGraw genialmente, después de una discusión sale a buscarla a las calles sin éxito… A su regreso se la encuentra en la puerta de la casa aterida de frío ya que ella no pudo entrar porque “Olvidé mis llaves…” Es entonces cuando Oliver, el personaje masculino, le pide perdón y ella le interrumpe para decirle: “Do’nt… Love means never having to say you are sorry… Esta fue una frase que se convirtió en el símbolo del amor de pareja durante mucho tiempo y de la cual se derivaron otras que trajeron una verdadera avalancha de refranes, afiches, agendas, libretas, ropa, etc. Mil objetos que toda una industria convirtieron en “sentimientos” para obsequiar a la persona amada… Lógicamente, las ganancias que esa vorágine de frases amorosas dejara para los fabricantes de dichos objetos, los mayoristas y por último los que a menor escala vendían amorosamente todo lo relativo a las frases acuñadas en aras de los enamorados, fueron incalculables. La película misma, escrita por Erich Segal basada en su novela del mismo título, fue dirigida por Arthur Hiller y fue un éxito de taquilla desde luego, pero marcó un parte aguas en la industria cinematográfica llegando a ser considerada como la más romántica de todos los tiempos por el Instituto Cinematográfico Americano. Tomy Lee Jones, el rudo actor de muchas otras películas de acción, debutó en cine en esta película que recaudó cerca de ciento cincuenta millones de dólares, eso sin contar las exorbitantes ganancias de los negocios gestados alrededor de la película que quedara como un símbolo unido a la celebración del día de los enamorados… De ahí que cada vez que se acerca la fecha de esta celebración, no puede dejar de reflexionarse en torno a la actitud que se debe asumir en esta y miles de celebraciones que son un buen pretexto para hacer un buen negocio… ¿Debemos boicotear al amor y sustraernos a la aplastante publicidad que nos quiere obligar a comprar lo que sea para manifestar el sentimiento amoroso? O tal vez ser mesurados en el consumismo que la celebración sentimental conlleva… No sabría decir si he podido sustraerme al consumismo mencionado, pero la emoción que el día 14 de Febrero motiva en los corazones es algo muy especial… Contrariamente a lo que pueda pensarse y dado que en la actualidad se inventan mil celebraciones (día del compadre, del abuelo, del tío, de la mujer etc.) que se convierten en negocios rotundos, la celebración del día de San Valentín, que es como fue conocida en su inicio, se remonta al siglo III, cuando cuenta la Historia que vaya usted a saber cuando se convierte en leyenda o deja de ser una u otra, que el emperador romano Claudio II, como parte de toda una estrategia militar en la ambición de conquista imperial para anexar más y más territorio convirtiéndolo en uno de los más importantes si no de los más grandes. Tan importante fue el Imperio Romano, que a la caída del mismo, finaliza de manera oficial la llamada “Edad Antigua”, comenzando la “Edad Media”. Lugares de Europa que no pudiera imaginarse uno, nos muestran testimonios del imperio romano en sus construcciones. Desde Inglaterra hasta prácticamente todos los países mediterráneos llegando incluso a toda la parte norte del continente africano, se encuentran vestigios en las ruinas de las construcciones que dejaron. Pero sobre todo, la influencia cultural que en todo ese territorio sigue manifestándose en idioma, arte, arquitectura, etc. Así pues, no resulta difícil entender que un suceso acaecido en el siglo II haya tenido repercusiones culturales que rebasaron cualquier frontera, geográfica, idiomática o cultural en el orbe entero. Volvamos a Claudio segundo… Como parte de la logística, es decir “parte de la organización militar que atiende al movimiento y mantenimiento de las tropas en campaña”, como lo define el diccionario de la Real Academia Española, el emperador prohibió los matrimonios para los jóvenes… Según el consejo de sus sabios, al casarse, los jóvenes varones perdían fuerza y motivación para las batallas al drenar su fuerza en el matrimonio. Asimismo, al permanecer solteros, no tenían los lazos familiares que les impidieran luchar adecuadamente… Ante esta disposición, un joven sacerdote de nombre Valentín, decide desafiar al emperador por considerarlo injusto y comienza a celebrar en secreto, matrimonios entre los jóvenes enamorados. Valentín se hizo de un gran prestigio en Roma, por lo que resultaba difícil terminar con su labor aún para el mismo Claudio II. Lo hizo llevar a Palacio y ahí Valentín habló al emperador del cristianismo. Finalmente Claudio decidió encarcelarlo y para ponerlo en evidencia, Asterius, el oficial encargado de el encarcelamiento, le desafió a devolverle la vista a Julia, su hija para demostrar el poder de su santidad. Se cuenta que Valentín hizo que Julia volviera a ver y Asterius y su familia se convirtieron a la nueva religión. Claudio II se impactó con ello pero finalmente, aconsejado por sus colaboradores cercanos, lo encarceló ordenando que lo martirizaran y ejecutaran justamente el 14 de febrero del año 270. Julia, en conmemoración y agradecida con el milagro, plantó un almendro junto a la tumba de Valentín. Por ello, se dice, el almendro simboliza en muchos lugares un amor y/o una amistad permanentes y verdaderos. A mediados del siglo XIX, comienza la tradición de regalar tarjetas en los países anglosajones el día de la celebración de San Valentín, que no es el de su nacimiento sino el de su muerte… Curioso caso, digno del estudio del genial Sigmund Freud, el celebrar el amor, Eros, principio de vida, recordando la muerte… La muerte de San Valentín, defensor del amor, pero muerte al fin. Una vez más, Eros y Thanatos en el vórtice se funden en uno. De Europa, pasa la tradición a América comenzando por los países herederos de la cultura anglosajona: Canadá y Estados Unidos básicamente. Pronto se extiende la costumbre a todos los países y en nuestro México, la celebración cobra tintes muy particulares. Tradiciones como las serenatas, se aúnan a esta celebración y así, la serenata, el mariachi, el tequila y el arte culinario mexicano, se convierten en parte imprescindible del día del amor y la amistad el día 14 de febrero. Ah, pero no es una serenata normal la que se lleva, no. Es un Gallo, porque no es lo mismo serenata que gallo. La serenata es un canto de amor que se lleva a la mujer amada o cortejada desde que se oculta el sol, a la hora del sereno, hasta antes de amanecer. El gallo, si bien puede ser considerado una serenata, lleva como finalidad básica en sí, tiene como fundamento una celebración y por lo tanto lleva otras reglas. La serenata, como menciono arriba, puede comenzar a partir de que se oculta el sol aunque de preferencia cuando la damita ya duerma. Comienza con un canto de invitación al despertar: “Despiertaaaa, dulce amor de mi vidaaa…” (Gabriel Ruiz), después vienen diferentes canciones dependiendo si la serenata es de declaración: “Hasta hoy, te permito que pienses que soy simplemente tu amigoooo…” (Coqui Navarro), o de confirmación del mismo: “Te quieeerooo ¡ay! Mi linda muñequiiiitaaaa yo se que tu comprendeeees mi amor sentimentaaaal…” (Kuri y Lepe). Puede ser también de reclamo: “Ya no te acuerdas de míiiiii, ya no me quieeeeres… Si has encontrado una nueva ilusióoooon no me lo nieeegues…” (María Grever) o de reclamo resentido: “Creibas que no había de hallaaaar amor como el que perdíiiiii, tan al pelo lo jalléeeeee que ni me acuerdo de tiiii…” (La Chancla, dominio público) Puede ser también de despedida: “Adiós mi chaparritaaaa, no llores por tu Paaaanchooo, que si se va del ranchooo, muy pronto volveráaaa…” (Tata Nacho) o reconciliación: “Si quieres que empecemos nuevamente, con una condición vuelvo contigo, hay que olvidaaaar lo que nos ofendimoooos y hacer de cuenta que hoy nos conocimos…” (Gabriel Ruiz) al final de la serenata, se interpreta una canción que invite a la damita al sueño dulce y amoroso: “Duermeeee, duerme tranquila mi duuulce bieeeen, bajo el arrullo de esta cancióooon que para ti forjeeeee…” (Miguel Prado). Ahora bien, un gallo, en tanto que serenata de celebración de un día en especial que puede ser cumpleaños, día de su santo, día de las madres o justamente el día del amor y la amistad, debe comenzar a las doce de la noche en punto como el primer canto de un gallo en el día que comienza, de ahí su nombre. Puede comenzar después, pero siempre a partir de las doce de la noche hasta antes del amanecer. Y en tanto que serenata de celebración, comienza con otra canción, nuestras tradicionales Mañanitas: “Estas soooon las mañaniiiitas que cantaaaaba el rey Daviiiiid, a las muuuuuchachas boniiiiitas se las cantamos aquíiiii…” (Dominio Público) Y la despedida es igual que la serenata normal. Ahora bien, si se lleva música de celebración al amanecer, ya no se llama ni serenata ni gallo… En este caso, se trata de Mañanitas, como el nombre de la canción y generalmente se acostumbra llevarlas a las fiestas patronales religiosas sobre todo en provincia. Sea como fuere, cuando estén leyendo esto, mis apreciados lectores, habré realizado un Concierto Para Enamorados en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris de la Ciudad De México junto con mi admirada y querida amiga María Elena Leal Beltrán. Espero que hayamos tenido teatro lleno y haber podido envolver en la emoción del amor al público asistente por medio de la incomparable belleza e intensidad de nuestra música mexicana. Habrá llegado también amorosamente (ya está en labor de parto), mi primera nietecita allá en la ciudad de Basilea, Suiza. Muchas felicidades a todos. Que la sonrisa inunde de amor alma y piel por siempre.
México-Tenochtitlan, a la espera de la continuidad amorosa en los nietos y las reflexiones del día del amor y la amistad.
*Cantante, compositor y escritor
G. Alberto, que recuerdos de la película, éramos adolescentes todos y queríamos ser los protagonistas. Cierto, fué un parteaguas sensacional. Se te olvida la super clásica de las serenatas «Tres regalos». Es una pena que ya casi no exista esta costumbre. Tú sabes que aquí, en Veracruz, eran muy socorridas con cualquier pretexto o sin él. Obvio, las de Agustín Lara, interpretadas por el Negro Peregrino, hermano de Toña la Negra, eran las más solicitadas. Huelga decir lo «soñadas» que nos sentíamos al despertar a los acordes de un trío y con esas románticas melodías. Tú llevaste algunas aquí acompañado del Negro, o me equivoco? Ricas remenbranzas. Felicidades por Leonora, bella como sus papás y toda la familia.