La Imprenta De Gutenberg Y La Era Digital Controversias Y Desafíos Culturales Para La Educación Del Futuro

Por Fidencio López Beltrán*

El invento de la imprenta en 1449 por el alemán Johannes Gutenberg (1398-1468), provocó que pensáramos en grandes transformaciones en la educación, en la economía y en manejo de la información de todo tipo. De manera similar, pero con una fascinación desbordada, cinco siglos después, el Internet, se convierte en algo fenomenal para los cuerpos de inteligencia militar, para la fábrica y el comercio; luego, para la educación. Hoy se puede comprender la existencia de dos grandes tecnologías: la imprenta y tecnologías interactivas-virtuales, que debieron haber revolucionado la visión y la práctica de una educación que desde antes del siglo XV como hasta ahora, ha mantenido cambios muy relativos y que para muchos especialistas y sectores sociales no son los requeridos o al menos son insuficientes frente a los desafíos educativos del país.

En la época helénica, veinte siglos antes de la imprenta de Gutemberg, se localiza el primer modelo tecnológico en la enseñanza, reconocido como la Didáctica Mayéutica Socrática, cuya mediación principal es el lenguaje verbal y corporal presencial, su vigencia se ha mantenido en la escuela moderna y la misma etapa posmoderna no escapa a su uso cotidiano en la mayoría de las escuelas y universidades. Su mecanismo principal de interacción a través de la pregunta y respuesta es una comunicación direccional en tiempo real y presencial, cuya eficacia formativa a pesar de sus críticas, da resultados, al menos para los padres de familia que tienen la imperiosa necesidad de encargar a sus hijos en algún espacio y tiempo que les permita hacer frente a la dinámica del aparato productivo. De ahí que el acedemus platónico siga siendo el ambiente de aprendizaje más deseado en nuestra cultura educativa y si agregamos al Quiosco tradicional (propio de las plazas y jardines públicos) que ha dejado de ser espacio educacional, se debe, además de las razones que le asisten a los nuevos desarrollos de la tecnología digital e infraestructura arquitectónica de moda, a motivos de orden político, pues nadie desconoce su pertinencia formativa y cultural milenaria, cuya tradición se remonta a los árabes de comienzos del segundo milenio.

El segundo modelo de la enseñanza, llamado modelo didáctico Gutemberiano, producto de una modernidad que prometía un cambio trascendente con el advenimiento de la información impresa, por la innovadora maquina llamada imprenta, generó la ilusión que la Mayéutica Socrática sería superada, pues la letra impresa por los nuevos dispositivos que la podían masificar, significaba una apuesta favor de la educación, y además, la revolución del libro cuyos alcances conjuntamente con la naciente ciencia, representaban información y nuevos conocimientos que se convertían en una oportunidad insuperable en su época, ya que los materiales impresos alcanzarían a miles de beneficiarios, así no estuvieran presentes en las reuniones grupales o en las plazas públicas. Si su crecimiento y desarrollo sorprendió a muchos, imaginémonos lo que sucedió con el arribo de las nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación.

Estas tecnologías interactivas surgidas, veinticinco siglos después del academus griego y en la tercera parte del siglo pasado en el corazón del Silicon Valley (en Palo Alto), fueron aplicadas en primer lugar en beneficio de la inteligencia militar, luego para la economía y para la ciencia, y después para la educación pública y en general para la sociedad y la cultura postmoderna que en su conjunto constituyen la era digital. Su eficacia en la mayoría de las actividades humanas no está en cuestión, pero las aplicaciones en la enseñanza hasta ahora, por sus resultados arrojados en el sistema educativo mexicano, no son los esperados ni tampoco ofrecen mejora alguna, si no partimos del problema fundamental: la condición humana en y con las que se aprende y/o con la que se enseña.

En el plano de la Pedagogía, esta tecnología representa el tercer modelo didáctico interactivo o también denominado modelo virtual, pues su capacidad para aprender se multiplica en tanto que es posible interactuar de manera sincrónica, asincrónica y almacenar- transportar miles de datos, sonidos e imágenes. Sin embargo, observamos que el uso de este tercer modelo didáctico, cuyo ejemplo genérico es el Internet, suele ser usado más para el ocio y entretenimiento que para aprender intencionalmente o para la construcción de nuevos conocimientos sea en la escuela, en casa o en el trabajo. Entonces, cabe interrogarnos; ¿a caso la evolución de esas tecnologías, concebidas como modelos didácticos, representan los cambios de le educación futura que cada sociedad en su tiempo se ha propuesto edificar o de qué dependen los cambios educativos?

Tanto el modelo didáctico de Gutemberg como el Interactivo-virtual, padecen el mismo problema del primero y seguramente lo han agudizado, ya que se pone más atención a la información y poco se hace el esfuerzo por diferenciarla del conocimiento, el cual se construye en y más allá de la práctica cotidiana escolar; también la información escolar sigue presentándose cuantitativamente de manera mecánica y con tantos datos que ante la dinámica poco reflexiva y con una ausencia de los sujetos reales con los que se trabaja, el profesorado termina ajustándose a una visión curricular demasiado burocratizada, elitista y restringida a ciertas tipos de sujetos-usuarios e intereses que pareciera ser que entre menos gente inteligente se forme es mejor. Tanto así que cinco siglos después, se repite el fenómeno, aunque con otros matices en muchas instituciones educativas de nuestro tiempo.

Sin dejar de reconocer lo valioso de la Imprenta, como uno de los grandes y productivos inventos tecnológicos de la humanidad, asumiendo que el Internet como el icono más sobresaliente de la tecnología del siglo XXI y el tercer modelo que es el más prometedor para la educación del futuro, particularmente los dispositivos y plataformas tecnológicas aplicadas al aprendizaje, y reconociendo que aunque encierre técnicamente toda una potencial revolución en la Didáctica como disciplina de la enseñanza, que ni el mismo Comenio ni Ivan Illich hubiesen imaginado, observamos que los usos de estas herramientas interactivas son poco eficaces todavía en nuestro contexto; es decir, sigue existiendo una gran brecha entre la información y el conocimiento, pues el error es creer que el tercer modelo didáctico que por sus alcances técnicos en tanto cobertura y velocidad de transportación de datos, imágenes y sonidos, más aún por facilitación de los aprendizajes que potencializa, es de suyo interesante e innovador, pero es limitado educativa y culturalmente, pues su uso cotidiano por ahora no corresponde a los propósitos formativos que la nueva educación debiera lograr y que estamos convocados a contribuir a su mejora, por el bien de nuestros hijos-as, por el bien de los estudiantes y de la sociedad misma.

*Doctor en Pedagogía/UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.