Presentar una obra es siempre un compromiso; porque puede ser que uno se convierta en defensor de oficio de la misma y del autor, en cierta medida. En ocasiones, en fiscal, según sea la visión con la que se observe el objeto de estudio. Sin embargo, no es fácil mantenerse al margen, al analizar y tratar de comprender la circunstancia en la que se ha escrito un libro.
Por ello, considero mejor, que el presentador no sea ni fiscal ni juez, sino únicamente expositor; responsable de presentar las pruebas y repreguntar a los testigos, para que el público (en este caso los lectores de la obra), emita su propio veredicto como jurado.
Forjado en el ámbito del derecho, el Dr. Manuel Antonio Sánchez Montoya, siente la necesidad de escribir. La fuerza de la palabra impresa, tiene impresionante peso; él, como jurista lo sabe; tal vez por ello, busca dejar testimonio en la investigación histórica e incursiona también en esta actividad pocas veces comprendida por quienes rodean al escritor.
Nuestro amigo es apasionado de su trabajo; hurta horas al descanso y sacrifica tiempo que debe dedicarlo a la familia, para hurgar en archivos y bibliotecas públicas y particulares con intención de sustentar su dicho, aportando nuevos elementos a la historiografía.
Presentar este libro es propósito de estas líneas, que es un considerable esfuerzo del autor, ya que su contenido da luz, para que otros investigadores, como él, continúen haciendo aportaciones que sobre este personaje, al que considero el más culto de los revolucionarios mexicanos que participó y ganó a sangre y fuego, sus ascensos militares en los campos de batalla.
Es muy importante analizar la visión que Sánchez Montoya tiene sobre la actuación de Alvarado, desde la revolución maderista y el constitucionalismo, hasta la muerte de Carranza.
Conocer al hombre de carne y hueso, con sus debilidades y fortalezas; cómo fue su vida familiar; si en verdad ambicionó llegar a la silla presidencial; qué actitud asumió ante el movimiento de los sonorenses, el Plan de Agua Prieta y la posición irreconciliable del Gral. Álvaro Obregón, ante la propuesta de Alvarado de que no fuera un Gral. de División el sucesor de Carranza en la presidencia de la república.
De manera suspicaz Sánchez Montoya pregunta, si Alvarado vio la revolución, la política y la milicia como un negocio. Su obra nos muestra con especial énfasis la obra social realizada por el revolucionario en Yucatán, así como su trágica muerte.
Habría que dejar al lector para que analice las conclusiones a las que llega el autor y finalmente haga sus propias reflexiones.
Este nuevo esfuerzo del Dr. Sánchez Montoya, es muy interesante, porque aporta nuevos datos y esto, sin duda enriquece lo escrito hasta ahora, sobre la trayectoria de Salvador Alvarado Rubio.
Por otra parte, el 27 de febrero de 1962, es fecha muy singular para los habitantes de esta próspera región denominada Salvador Alvarado, porque es el colofón de una añeja lucha por conseguir la municipalización.
Comprometido con sus paisanos y consigo mismo, el autor nos entrega una obra bien documentada, de fácil lectura que mantendrá al lector, interesado de principio a fin; Sánchez Montoya lo ha escrito con el afán de sumarse a la fiesta cívica, donde han conjuntado esfuerzos los sectores que conforman esta vigorosa sociedad que desde antes de ver culminadas sus aspiraciones de municipalización, apostó al trabajo que dignifica al género humano.
De nuevo saludo este esfuerzo del Dr. Manuel Antonio Sánchez Montoya, hombre enamorado de su patria y de su historia, porque considero que este trabajo, es la manifestación más pura de este jurista y escritor sinaloense bien nacido, ya que con se ha sumado a los festejos del cincuentenario de la municipalización de la tierra que lo vio nacer y a la cual ha honrado con creces, manifestada a través de su amplia y limpia hoja de servicios, en instancias de procuración e impartición de justicia federal, así como en la academia.
Su trabajo es relevante porque pretende que la trayectoria militar, política y social, de Salvador Alvarado, sea mejor conocida en este municipio que en justicia, lleva su nombre.
Invito a disfrutar del contenido porque es interesante observar la versión que nos ofrece el autor, sobre Salvador Alvarado de carne y hueso; aunque el mejor juicio, sin duda lo hará el lector después de viajar al pasado por estas páginas.
*La Promesa, Eldorado, Sinaloa, enero de 2013.