Creencia, Ciencia y Cultura

Por Carlos Varela Nájera*

Es Lacan quien nos confronta a otro posicionamiento, nos invita a no buscar a los creyentes en las iglesias, bastaría según Lacan, con estar enamorado para ser un perfecto creyente, ya que en esa condición de enamoramiento nos entregamos ciegamente a ese otro que presuponemos que nos vendrá a completar. La entrega es con devoción y fe hacia ese ser amado que presenta, según los ideales, rasgos carismáticos, por otro lado, cada científico, por más duro que sea, sí ama, será un creyente, porque creerá en esa persona sin menoscabo alguno, en ese sentido me declaro un creyente, aún Nietzsche cuando asesinaba a Dios, y enloquecía por Lou Andreas- Salomé, era un perfecto creyente.

Hay que decir que las creencias nos gusten o no, se sostienen en el orden simbólico, desde ahí el padre se hará presente en la operatividad de la ley, sólo sabiéndose en deuda con la ley del nombre del padre, lo simbólico operará en el sujeto de la cultura, pero también de la ciencia ya que ésta trabaja con sujetos que simbolizan su realidad, de tal modo la creencia es un residuo de simbólico que habita al sujeto de lo universal.

La creencia instala una verdad subjetiva que ahí está, muchas veces se quiere desbaratar con exageradas poses cientificistas apelando a verdades objetivas, pero las verdades subjetivas se mantienen y nos toman como rehenes, de la creencia pocos sujetos escapamos, diría ninguno que este regulado por la ley. Jacques-Alain Miller menciona que “Lacan había observado a este respecto que la diferencia no le parecía en absoluto indiscutible, porque, cuando se cree en algo, no es evidente que se establezca una diferencia respecto al saber.

Mientras que la ciencia representa la verdad, Dios también representa eso mismo, hay una disputa sobre la verdad, Lacan llega a decir que la verdad sólo se dice a medias, la verdad es no toda, eso con intención de desacralizar esta disputa poniendo orden. La creencia y el saber no se pueden dirimir en la realidad, suponiendo que esta misma es problemática, como lo he dicho en otras ocasiones, pero cuando se discute que la creencia es nuestra ignorancia, habría que decir que no hay saber que se sostenga sobre un fondo de ignorancia, el científico no lo sabe todo, su saber es tan parcial que se observa en sus opiniones, inscribiéndose en su formación segmentada.

Entonces cuando el sujeto tiene fe en lo que hace, lo único que expresa es la invención propia de un Dios portátil al cual se apega para lograr sus objetivos y esta fe será empujada desde su creencia personal, de tal modo que el orden cultural es el espacio social y simbólico, donde crecen estas creencias multiplicadas al infinito como prejuicios personales existan.

Es por ello que en el discurso psicoanalítico hablamos de sujeto supuesto saber, convocando cierto escepticismo, donde el saber no se sabe todo, y quien diga que sabe todo, juega a ser un símil de Dios, ya en su época Martín Lutero padre del protestantismo, planteaba que al hombre ¿qué vendría a salvarlo, la fe o las obras? En este dislate de Lutero queda fuera el oxímoron, no atina Lutero a clarificar su hipótesis porque deja de lado la verdad y esta tiene componentes contradictorios, pues la verdad es múltiple de acuerdo a las creencias y contradictoria dependiendo desde donde se le pronuncia. Volvemos a esa dimensión simbólica que nos obtura de lo real de la verdad, ahí donde la verdad nos hará libres, queda su oxímoron.

Por otro lado, el psicoanalista es un sujeto de fe porque toma para sí el Nombre-del-Padre, lo inconsciente como función creadora opera a la manera de un Dios, donde en el análisis el psicoanalista guarda silencio esperando el “hágase tu voluntad”, sin interferencia alguna, será lo inconsciente si se produce, quien como función creadora otorgara un síntoma específico para soportar esa realidad a la cual estoy regularmente sometido.

*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.