Por Carlos Lavín*
Soy orgullosamente provinciano, cuernavacense para precisar y desde mi perspectiva observo que algunos, sólo algunos de nuestros cercanos vecinos conocidos como capitalinos o chilangos asumen postura de conquistadores cuando llegan a provincia, generalmente nos ven como aldeanos, así les decía Hernán Cortés a todos los que vivían en los alrededores de la gran México-Tenochtitlan, antes de que se fijaran sus gentilicios. Para vivir en armonía es preciso que se identifiquen con las costumbres locales, su historia, su gastronomía, edificios históricos, monumentos, población-gente y ciudad. No hacerlo, deriva en carencia de afecto y la vida cotidiana es alterada. Hay chilangos moderados, pero habitualmente tienen actitudes que denotan falta de respeto al lugar y su gente.
Ni capitalino ni defeño ni chilango son gentilicios, estos son adjetivos de uso coloquial o incluso se usan como sustantivos genéricos. Al principio de la colonia su gentilicio era mexicano, en la lengua hispana fue el primero en ser aplicado por los conquistadores, pero el nombre de la gran ciudad se hizo extensivo a toda la nación y por ende su gentilicio, y así dejó de ser propio de los capitalinos.
Chilango; palabra peyorativa que viene del maya xilaan significa desgreñado, se usó primero para los jarochos; estos, según la Real Academia son los bruscos, descompuestos e insolentes, que llegaban a vivir a la Ciudad de México, y… se les subió lo citadino, “lo civilizado”, aún más que a los oriundos de la ciudad. En su inicio este nombre tuvo carácter discriminatorio y por más que intentaron no pudieron quitárselo, y por aquello de que si no puedes vencer únete, ellos mismos lo aceptaron pero cambiándole el sentido; de una expresión dura a un hipocorístico, nombre cariñoso o eufemismo, de duro lo pasaron a suave y decoroso, sólo así lo admitieron de manera festiva.
Para tener algo que identifique formalmente su ascendencia toponímica, su gentilicio bien pudiera ser mexicenco, mexicense, mexiceno o mexiqueño para diferenciarlo de mexicano llamado así al ciudadano de todo el país, de mexiquense al perteneciente al Estado de México y mexicalense al de Mexicali.
Capitalinos se llaman a sí mismos los oriundos de familias tradicionales de la gran ciudad pero no es privativo. El escritor, cronista y ensayista Carlos Monsiváis, uno de los personajes fundamentales de la Ciudad de México, decía que los oriundos eran defeños y chilangos eran los llegados a esa ciudad.
Ser chilango según encuestas ajenas al que esto escribe y entendamos que son en sentido gracioso: es aquel que escucha violines en las mentadas de madre, el que esta capacitado para vivir en cualquier parte del mundo, es un todo terreno, es un ser inmune a la contaminación, es aquel que, cuando le dices que eres de provincia, te contesta que él tiene un primo que vive allá. Se dice… sólo-digo-lo-que-se-dice, que entender al chilango es simple: que la mitad sale a chingar y la otra mitad a que no se los chinguen.
A este respecto un poco de tecnicismos:
Chingar; palabra célebre, corta pero contundente, sonora pero armoniosa, de ahí su éxito y expansión, para otros es altisonante, grosera. Su origen no es náhuatl como han mencionado algunos autores que sin relación alguna le quieren acomodar parecidos fonéticos. Según la Academia Española viene del caló cingarár que se traduce en pelear. El caló viene de la lengua romaní, esta es de origen indo-gitano-español, pero la Academia no menciona de qué palabra en particular surge cingarar. Desconociéndose el origen primario o raíz de esta palabra inicie casualmente investigaciones en Andalucía, región del sur de España donde pululan los gitanos, y por semántica es como puede relacionar que la palabra cingarar es sinónimo de gitanear, viene de cíngaro que es sinónimo de gitano, surge en el siglo XV, luego se apocó a cingár y finalmente por la fonética peninsular de la letra “ce” es en México donde derivó en chingar.
Gitano viene de egiptano porque se creyó que venían de Egipto, en otro tiempo también se les llamó húngaros ya que llegaron a España procedentes de Hungría, donde habían echado raíces. Su antiguo idioma, el romaní, está muy relacionado con el dialecto cingalés, esta lengua nace en la vieja Ceilán origen y raíz de los cíngaros, hoy es Sri Lanka isla asiática colonizada en el siglo VI A.C., por una tribu del Punjab al norte de la India, cuyo idioma en esa isla es todavía el cingalés. El caso es que chingar es ya una palabra española registrada por la Academia, desarrollada por mexicanos a quienes más que a nadie se debe su éxito y expansión; aquí se le dieron decenas de derivaciones. En México chingar significa fornicar, de ahí que la chingada es la madre violada o burlada por fuerza, así surge lo de “hijo de la chingada” que es el engendro de la violación, del rapto o de la burla de los conquistadores a las indígenas, esto dicho por Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad, obra que le dio el Premio Nobel. Esta frase, en el resto de los países hispanohablantes, es el equivalente a la expresión “hijo de p”. Chingado significa menospreciado o arruinado; chingón extraordinario; chingonazo más que extraordinario; chingoncito que pretende ser chingón pero no lo es; chinguetas medio bueno para algo; chingadera mala jugada; chingo cantidad exagerada de algo, chingó que se arruinó o que ganó o robó algo; chingadazo fuerte golpe; chingonería algo muy chingón… Incluidas todas las lenguas junto con la conjugación del verbo es el término genérico de más usó y diversidad.
POR TANTO, SE HACE SABER
A los ciudadanos chilangos:
Que al establecerse de manera permanente en provincia, al adecuarse a sus tradiciones y al ser aceptados por su población, ya pueden ostentar el gentilicio local por adopción.
Aunque el origen nunca se pierde, existe el gentilicio por adopción ya que se aplica también a la pertenencia, y por extensión a todo lo tangible e intangible.
“La alegría se encuentra en el fondo de todas las cosas”