Por Fidencio López Beltrán*
A dónde va la educación, es el título de un trabajo que fue redactado por Jean Piaget en 1971 (versión original en francés editada en 1972) por encargo de la Comisión Internacional sobre el Desarrollo de la Educación de la UNESCO, cuya vigencia nos ha inspirado para armar la presente colaboración, a propósito de este año 2013 que ya comenzó y que invita a divisar los horizontes y comprender los desafíos que tiene la educación del futuro en el contexto de nuestro país.
Habiendo transcurrido cuatro décadas de esa publicación, podemos observar con mucho interés que el biólogo, epistemólogo y psicólogo ginebrino tenía razón al plantearse uno de los retos de la educación del futuro, particularmente en lo relativo a la enseñanza de las ciencias desde la educación preescolar hasta la enseñanza universitaria. Veamos:
…está muy claro que esta cuestión no se resolverá por si misma por el simple juego automático de las fuerzas económicas presentes: por mucho que la sociedad necesite más especialistas u hombres competentes de los que dispone actualmente en los diversos campos científicos, por mucho que los economistas insistan públicamente sobre la gravedad de las necesidades, y por mucho que los interesados, o sea los alumnos de los establecimientos de la enseñanza secundaria y de las universidades reciban una información periódica sobre la escasez de salidas profesionales que implica una formación en gran parte literaria en comparación con las carreras que dan una seguridad una vez adquirida la formación científica requerida, los factores siguen siendo demasiado insuficientes para pesar en la orientación escolar y universitaria de los candidatos al diploma, y los padres siguen pensando, por ejemplo, que el conocimiento del latín es una especie de “Ábrete sésamo” mucho más eficaz que cualquier otra iniciación. Parece cierto, pues, que para reajustar las formaciones escolares conforme a las necesidades de la sociedad sobre este punto, será necesario proceder a una revisión de los métodos y del espíritu de la enseñanza en conjunto, y no tan sólo contentarse con hacer una llamada al sentido común (Piaget; 1985: 91-92).
El problema de los métodos y la orientación de la enseñanza que deben los docentes seguir en las escuelas y en las universidades, puede ser atendido como problema central en lo que al nivel de procesos educativos escolarizados se refiere; sin embargo, para entender qué educación deseamos en el futuro, es menester ponernos de acuerdo en cuál es la educación que necesitamos y por tanto de qué educación y en especifico, de qué calidad educativa estamos hablando.
Atendiendo a nuestra realidad educativa nacional, debemos de preguntarnos entre otras cosas: ¿qué necesidades sociales hay que atender pertinente y diligentemente frente a las potencialidades humanas a formar? Tomemos en cuenta que todo currículum o plan-programa educativo que se trate, debe contemplar al-os tipo-s de persona-s que a la postre serán nuestros hombres y mujeres que transformarán el estado de cosas que visualizamos que dentro de 10, 20 ó 30 años, cuyas acciones, su desempeño, todo mundo esperaría que sean decisivas para la sociedad que imaginamos y que la calidad de las enseñanzas y la eficacia de sus aprendizajes estén a la altura de su tiempo.
De manera más específica y sin ánimo de evaluar por ahora el estado de cosas de la educación del país, podemos comenzar por plantearnos interrogantes que ayuden a tener vasos comunicantes e interacciones más intensas entre los educadores y especialistas interesados en el tema, aún en los desacuerdos que por sus enfoques suelen presentarse: ¿son hombres y mujeres con competencias suficientes para socializarse con ética, para trabajar en equipo- s cooperativo-s y colaborativo-s, con capacidad de comunicarse por diferentes medios, con un buen uso de los lenguaje matemático y de idioma materno y otras lenguas, destacan en su operación métodos/técnicas de códigos científicos y tecnológicos bien cimentados, presentan liderazgo y emprendurismo innovador, entre otras competencias básicas (y específicas, según sea el nivel y campo del que se trate) que deben aprender y dominar cotidiana y profesionalmente?.
A propósito de la reforma educativa que las autoridades nacionales inician a dar los primeros trazos, están pensado en esas necesidades?, en qué niños-as, o adultos están pensando?, para qué? Están imaginando que la mística de los docentes es inadecuada al modelo de educación a impulsar y qué respuestas-propuestas hacer frente a los organismos internacionales como la OCDE, que de antemano ya nos reprobó y no hemos decidido inteligentemente cómo y cuándo recuperarnos? O también preguntémonos: son problemas de métodos inadecuados-no vigentes de un profesorado “fosilizado” y poco creativo, frente a las múltiples tareas que se le incrementan tan vertiginosamente como sucede con los grandes cambios que las nuevas generaciones están experimentando? Y si nos descuidamos un poco más, sucederá que los educandos habrán de perder el interés mínimo que la escuela requiere para su eficacia y entonces: en dónde quedarán los esfuerzos de muchos maestros dispuestos a lograr instituciones inteligentes, que ya no están dispuestos ni a la simulación ni a los chantajes?
Claro está, es necesario revisar – incluyendo una evaluación cualitativa integral del sistema educativo- el método o los métodos de aprendizaje y/o de enseñanza, conjuntamente con la formación ética, pedagógica y científica del profesorado, pues son aspectos definitivos para concretar los objetivos curriculares y en general los propósitos de una reforma educacional. Además, todo ello, merece un análisis muy profundo, crítico y propositivo: el país lo requiere y aún es buen tiempo.
Las evidencias de investigaciones empíricas piagetianas, neopiagetianas y/o de las nuevas escuelas psicológicas, psicosociológicas y ecológico-pedagógicas como las que promueven Vigostky, Doise, Bruner, Musitu, Diaz-Barriga, Rueda, Coll, Pozo, Marchesi, DelVal y seguidores, tienen ahora mucho que mostrar a la sociedad y a sus gobiernos para vertebrar algo más que los discursos de una política educativa que ha carecido de fundamentos científicos suficientes congruentes y con capacidad de establecer las bases educativas que permitan hacer corresponder el currículum formal con el currículum real-oculto que se experimentan en los procesos formativos intencionales; y más todavía, se trata de ofrecer, desde un gobierno innovador y con vocación de cambio educativo, un asidero pedagógico y cultural en donde los discursos-acciones de grupos y colectivos interesados en la mejora de la educación futura, puedan realmente experimentar y ofrecer nuevas respuestas que la sociedad viene demandando, sea desde las competencias para formar a futuros científicos y tecnólogos, sea para formar a los profesionales que los empleadores están demandando o sea al menos para tener una sociedad civil más culta, más preparada y que dé cuenta de un perfil y de una identidad nacional y regional dentro de lo universal.
*Doctor en Pedagogía/UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hola estimado Dr. Fidencio, como siempre es un gusto leerle y hacer una reflexión de ello.
La pregunta, que a título se encuentra, me lleva a pensar en el peso que cobra la PERSONALIDAD de quien (es) esta(n) a cargo de la educación. Ya lo decía S. Freud que la labor de educar no era nada sencilla puesto que era inevitable que el sujeto que educa se despersonalice y transmita un conocimiento puro, por el contrario todo proceso educativo se ve dinamizado por los movimientos de la transferencia y la contratransferencia, donde ambos sujetos (maestro-alumnos) serán objetos que removerán y despertaran reacciones a partir de su estructura de personalidad.
Considero que es necesario hacer un reconocimiento sobre quiénes son los que se encuentran bajo la responsabilidad de la educación en México, a fin de entender el rumbo que ésta ha venido tomando, o bien tomará cuando de cambios se habla. Es más sencillo hablar de planes y programas de estudio pues ello implica el mínimo compromiso, a diferencia de abordar las cosas de manera global y profunda.
La educación actual se encuentra escindida, producto de la deformación de los intereses y ambiciones particulares de la humanidad que han rebasado el beneficio de todos, concentrándose en unos pocos. La realidad laboral a la que los jóvenes nos enfrentamos una vez egresados de las universidades es decepcionante y deplorable. Los ánimos y la ilusiones con las que se inicio ese recorrido educativo que “proponía” una mejora en la calidad de vida disminuyen y se ven amenazados al darnos cuenta que no basta con los méritos y excelencia profesional que se haya alcanzado, sabemos que depende de otros aspectos que todos conocemos pero que no nos atrevemos a mencionar por diversas razones. En este sentido concluyo que, de continuarse escudando detrás de la educación para lograr ciertos intereses el futuro, no sólo de México, sino de la humanidad en general se vera colapsado.
Saludos cordiales
Este tema me hizo pensar en una pregunta: Educación ¿ profesión u oficio?, pues uno no le quita ni le da al otro claro partiendo de la premisa que hasta un buen albañil con años de experiencia da recomendaciones al arquitecto principiante, la única diferencia de peso que encuentro en esto es el tiempo que mientras una persona preparada con estudios universitarios obtiene el conocimiento mas rápido que una persona que experimenta un oficio por años, claro que en cualquiera de los dos casos se encuentran excepciones… pero siguiendo con esto me pregunto ¿por que si un oficio se aprende de manera empírica y en ocasiones llega a perfeccionarse tanto que se pudiese pensar que esa persona estudio su oficio? y en efecto así fue de manera practica y a donde quiero llegar es ¿por que si aprendemos un oficio tan bien y le llevamos acabo con extrema precisión por que no enseñar una profesión de esta misma manera, practico – teórica? es obvio pensar que esto ya existe y que es una metodología reconocida y ya estudiada pero si se piensa desde el punto que lo que se realiza se aprende de manera mas directa y rápido entonces por que no ofrecer la enseñanza desde las empresas donde primero se obtiene un trabajo y después se estudia su realización, se que suena algo descabellado y hasta irracional pues ya contamos con un modelo de producción social integrado que nos impide suponer cualquier otra forma de proceder pero siendo un tanto arriesgados y concretando ideas y efectuando los cambios necesarios es posible llevarse a cabo un proceso de esta naturaleza y respetando la economía de las empresas el obrero en vías de ocupar un puesto especializado su sueldo inicial seria el conocimiento del trabajo que desempeñara dentro de la compañía y todos se preguntaran ¿y la parte económica del estudiante-obrero? pues es fácil de responder pues el limite de edad para escoger a que empresa (que seria como la institución académica a donde ingresaría el solicitante) entrar seria los 14 años esto nos da como resultado a los 25 años que se estipula que el estudiante promedio se gradúa esto nos daría un total de 11 años de experiencia laboral para cualquier sujeto lo que le brindaría un conocimiento eficiente para en un momento dado buscar camino propio en la escala social y laboral, pero en fin reconozco que mientras no aya congruencia y equidad entre la educación y el estado no existirá una relación integra de demanda laboral para nuevos egresados y seguirá pasando lo que hasta el momento sucede y estando de acuerdo con la idea de que toda política se cubre con el escudo de «la mala educación» pues no queda de otra que recurrir a las relaciones sociales que tantos caminos pueden abrir.