Por José Manuel Cebreros Delgado*
Comenzaré este artículo afirmando que el agua es fundamental para el desarrollo sostenible, en particular para la integridad del medio ambiente y la erradicación de la pobreza y el hambre; por lo tanto, el agua es indispensable para la salud y el bienestar humano.
De acuerdo a la resolución 65/154 aprobada por la Asamblea General. De las naciones unidas (ONU) se establece el 2013 como un año internacional en la cooperación del agua esto debido a que el porcentaje de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento avanza de forma lenta y desigual, mientras que el cambio climático mundial y otros problemas repercuten negativamente en la cantidad y la calidad del agua, y reconociendo a este respecto el papel fundamental que puede tener el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua.
Para tener una idea de la importancia del agua a nivel mundial analicemos los siguientes datos:
Más del 44% del total de los cultivos mundiales están en las tierras secas. Las plantas endémicas de las tierras secas representan el 30% de los cultivos actuales y los ascendientes genéticos de estas especies todavía crecen en estas zonas. Tradicionalmente, las tierras secas han sido destinadas al ganado; sin embargo, su uso como tierras de cultivo está aumentando. Los pastizales abastecen al 50% del ganado mundial y representan además un hábitat para la fauna. La producción de ganado domina en las zonas más áridas y las tierras de cultivo lo hacen en las áreas subhúmedas secas.
2.100 millones pueblan las tierras secas, lo que significa que éstas son el hogar de un tercio de la población mundial actual. De acuerdo con ONU-HABITAT, el 18,5% de la tasa de crecimiento de la población en las tierras secas es mayor que la de cualquier otro ecosistema. El aumento de la densidad poblacional en inversamente proporcional al de la aridez. Esto abarca un ratio de entre diez personas por kilómetro cuadrado en los desiertos a 71 en las áreas subhúmedas secas (pastizales).
La aridez se asocia con la disponibilidad o escasez de agua. Esta materia prima es necesaria para el bienestar humano y las funciones clave del suelo, esto es, producción primaria y reciclaje de nutrientes. La escasez de agua y la brecha entre su demanda y su oferta es mayor en las tierras secas. Esta escasez aumenta a medida que lo hace la aridez. Para un bienestar humano básico, cada persona necesita de un mínimo de 2.000 metros cúbicos de agua al año. Los habitantes de las tierras secas tienen acceso a tan sólo 1.300 metros cúbicos y todo apunta a que esta disponibilidad decrecerá. A día de hoy, la escasez de agua afecta a entre 1.000 y 2.000 millones de personas, la mayoría de ellas habitantes de zonas secas. Bajo el actual escenario de cambio climático, cerca de la mitad de la población mundial vivirá en 2030 en áreas afectadas por un alto grado de estrés por déficit hídrico. Esto forzará el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas en algunas áreas áridas y semiáridas.
Termino este artículo señalando que el agua dulce es un recurso indivisible y que el aprovechamiento a largo plazo de los recursos mundiales de agua dulce requiere una ordenación global y un reconocimiento de la interrelación de los elementos relacionados con el agua dulce y su calidad.
Señalaremos que hay pocas regiones del mundo en que todavía no existen problemas por pérdida de fuentes potenciales de agua dulce, degradación de la calidad del agua y contaminación de las aguas superficiales y subterráneas. Los aspectos que más influyen en la calidad del agua de ríos y lagos son, en orden de importancia variable según las distintas situaciones, el vertido de aguas residuales domésticas mal tratadas, los controles inadecuados de los desechos industriales, las pérdidas y destrucción de las zonas de captación, la ubicación imprudente de las fábricas, la deforestación, la agricultura migratoria y los malos métodos de cultivo. Estas circunstancias producen la lixiviación de nutrientes y plaguicidas. Los ecosistemas acuáticos se ven perturbados y los recursos vivos de agua dulce amenazados.
El agua es un recurso finito ya que tiene un valor económico del que se derivan consecuencias sociales y económicas considerables, como reflejo de la importancia que tiene satisfacer las necesidades básicas.
¡¡El agua: cuídala, es nuestra fuente de vida!!
*Maestro en estudios Parlamentarios, Académico de la
Universidad Autónoma de Sinaloa y Consejero de la CEDHS.