Por Carlos Varela Nájera*
El inconsciente sorprende, desconcierta. Cuando están reunidas todas las condiciones para un placer esperado, a menudo uno deja de interesarse en él. En ocasiones, también, el objeto del deseo, una vez alcanzado, no procura el placer esperado, sin duda porque el placer, finalmente, estaba más en el deseo que en el objeto: hay un placer en desear (-Françoise Ansermet y Pierre Magistretti, 2012)
Cuando el discurso científico intenta sostener su ideología sobre el concepto de realidad, aparece el primer claro obscuro, ya que la realidad es un concepto problemático desde donde se vea, pero no sólo la realidad sino también la conciencia, estos dos supuestos teóricos pretenden justificar el quehacer cientificista, sin embargo; los dos se instalan en una ambigüedad ya que estos conceptos están imbricados al orden cultural, de igual modo lo inconsciente se juega más en lo cultural en tanto memoria historizada individualmente y vehículizada por el lenguaje, es decir la cultura es nuestra lengua.
De este modo el orden cultural nos construye con su saber que no se sabe, pero cuya condición es abarcativa, es un saber no sabido que opera más allá de la conciencia o de la razón, donde creencias, prejuicios y el animismo en todo su esplendor contornean la subjetividad de todos nosotros. Haciendo imposible una conciencia, una razón o bien una sola realidad, aquí radica lo problemático del discurso cientificista que siendo la conciencia, la razón y la realidad entidades cognoscentes plurales no podríamos ceñirnos a una sola sino a múltiples realidades, y tipos de conciencia como cada cultura nos enseña, ni que decir de la razón que es multiplicada por realidades y culturas diferentes.
Mientras la cultura funda lo irracional y racional, ésta a su vez va instalando una experiencia y sólo desde ahí será posible leer esa experiencia y no otra, ya que la cultura es la experiencia en sí de todo sujeto desde distintas realidades, es decir que la racionalidad e irracionalidad son actos humanos que se inscriben como performativos culturales de cada sujeto, y sostener el conocimiento desde la racionalidad sería un tanto inverosímil, o en su insistencia instalar el discurso del amo sobre los otros saberes in sabidos, donde lo inconsciente cognitivamente se juega.
Girorgio Agamben en su texto Infancia e historia afirma que “En su pureza originaria, el sujeto cartesiano no es más que el sujeto del verbo, un ente puramente lingüístico-funcional… cuya realidad y cuya duración coinciden con el instante de su enunciación”.
Siguiendo con esta afirmación de Agamben no sólo la conciencia sino la realidad estarían estructuradas sobre la enunciación, de tal suerte que para un niño la realidad solo podría ser enunciada a partir de la experiencia lingüística, de tal suerte que no existe la realidad sino realidades y estas elaboradas a partir del sujeto que las enuncia, la realidad se juega artificiosamente desde la nominación donde el sujeto entra en juego no podría ser de otra manera ya que la realidad se despliega desde el fantasma de cada sujeto.
Es decir, hay otra realidad tras la representacón que Freud llamaba vorstellungsrepräsentanz que sería lo inconsciente, un sustituto de representación más allá de la conciencia donde se instala lo no sabido como sujeto supuesto saber, y que sería la forma inconsciente de lo que comúnmente asociamos con representación, produciendo una lógica distinta escondida tras la representación a la cual suponemos estar sujetos, un representante de la representación más allá de la razón y de la representación tal como se conoce desde el sentido común. De aquí se desprende el hecho de que lo inconsciente tiene su propia realidad llamada wirklichkeit, más allá de la realidad material tal como se concibe consensualmente, y que designa una realidad real, incluso más allá de la realidad psíquica y que lacanianamente llamamos lo real, que es el núcleo real de lo inconsciente y donde la ciencia y el experimentalismo de eso, nada quiere saber.
Jacques Alain Miller en Realidades y Artificios de la EOL plantea que “En efecto, primeramente se trata de matar la imagen del cuerpo y con ella toda imagen representativa, para producir imágenes privadas de significación. En el fondo, el arte abstracto -que pudo presentarse en un momento de la historia del arte como su destino final- logra una desconexión de la imagen y de la significación”.
*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.
Somos sujetos del lenguje y eso mismo nos sujeta a lo innegable,
lo inconsciente.
Excelente articulo
La cultura produce algo que todavía la ciencia no ha logrado: el lenguaje ,como forma de enunciación a partir del deseo del sujeto y esto da por resultado que todo sujeto sea deseante antes de ser social.
Excelente articulo Profesor