Por Jaime Irizar López*
Tengo hoy por cierto que contrario a toda profecía maya o predicción de algunos agoreros del desastre, el mundo no se acabó el 21 de diciembre del 2012 como reiteradamente nos dijeron, pero en cambio si se terminara ineludiblemente el año en curso: adiós para siempre el mal vaticinado 2012.
Con la conclusión de dicho periodo, según algunos, yo entre ellos, debemos restarle un año menos a nuestras vidas; aunque en la opinión de los optimistas, es un año más de vida que hay que celebrar. Todo es cuestión de enfoque.
Con seguridad los que piensan de tal manera, son los que pertenecen del grupo etéreo que incluye la juventud o en el mejor de los casos aquellos que se clasifican como niños o adolescentes que ansiosos viven y celebran cada año cumplido con bombo y platillo por que ello los acerca a la mayoría de edad y a gozar de los derechos que les estan vetados antes de tal fecha.
En lo personal me inclino a pensar, en que cada año que termina es un año menos de vida, pues la artritis, las enfermedades crónicodegenerativas, y la hipertensión no me dejan en libertad para ser como antes era, todo un manantial de optimismo y fe.
Por eso creo que el término de un ciclo, de un año, de un día o la sensación de una muerte inminente a todos nos vuelve un poco filósofos.
Dichos eventos nos obligan a reflexionar sobre nosotros mismos y la clase de vida que hasta el día de hoy hemos tenido. De este ejercicio mental, surge la inclinación tradicional de hacernos nuevos propósitos de vida en el año que está por iniciar. Algunos los hacemos público, otros no.
Hoy quiero escribir sobre los míos y espero ser en todo congruente con mi edad y estado de ánimo. En primer término, ya no me propondré seguir una dieta para perder peso, hacer ejercicio y llevar una dieta sana, para tener con ello mayores posibilidades de consolidar una vida saludable y poder llegar asi al promedio de vida que se tiene en el país. Tampoco será mi propósito hacerme el implante de pelo que tanta falta me hace para verme mas juvenil, pues mi torpeza física, consecuencia de mi obesidad crónica, y mi virilidad decreciente, siempre me delataran ante el sexo opuesto, y hoy por hoy, lo digo con sinceridad, sería una inversión tonta de mi parte gastar en ello. No gastaré pues, aunque me lo pida mi novia joven imaginaria, mi pólvora en infiernillos.
En este año que inicia, cambiaré de manera radical mis propósitos y mis deseos. He aquí algunos de ellos.
En lo que me resta de vida me propondré ser más honesto. No haré nada que no este de acuerdo con mis ideas, mis principios o valores. Creo que ya no tengo mucho tiempo para seguir postergando el ser yo de manera integral. Tampoco diré sin necesidad, nada que pueda lastimar a alguien que estime o quiera. Ellos serán en su tiempo, responsables de sus propios actos, decisiones y de sus consecuencias. Me propongo querer más y criticar menos.
Sé muy bien que en cada despertar, después de agradecer a dios el nuevo día, haré el mayor acopio de fuerzas y energías para trabajar en pro de la construcción de una nueva patria, que se distinga por que la unidad de los políticos, ha logrado por fin el gran acuerdo para construir un proyecto de nación que nos identifique a todos, mismo que sera el único motor que nos lleve a los lugares de progreso y bienestar que de siempre hemos anhelado los mexicanos.
Cambiare mi actitud para propiciar dicho cambio e invitare a mis allegados a que hagan lo mismo.
Pediré ademas a la divina providencia que ilumine a presidentes municipales, gobernadores, senadores, diputados y miembros del gabinete presidencial, para que se enteren que no son ellos los únicos mexicanos que aspiran tener un mejor nivel de vida. Que trabajen en armonía y en congruencia con los anhelos del pueblo que los eligió.
Todos los dias empezaré a empacar mi maleta para el viaje sin retorno y viviré el resto de mi tiempo con esa idea en mente y puesta siempre en práctica. No olvidare de echar en ella, la fe que necesito para acercarme más a dios y tener claramente definido el último lugar al que deseo ir. Asistiré con mayor frecuencia a velorios, bautizos y bodas. En los primeros aprenderé a vivir parcialmente mi muerte y en los segundos a celebrar la cadena interminable de la vida.
Al leer esto, muchos de los que bien me conocen, me tildaran como en muchas otras ocasiones de mi vida, como un romántico irremediable, dada la complejidad de mis propósitos y deseos; en mi defensa argumentare que igual que con aquellos propósitos sencillos que en otros tiempos externe, y que a decir verdad tampoco se cumplieron, cuando menos hoy, los deseos para la patria y para mi próximos días, son de mas altura, menos egocéntricos y con mayor visión de futuro.
Que todos sus deseos y propósitos se cumplan sin excepción.
*Doctor y escritor.
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