Por Pablo Gastélum Castro*
Los mexicanos somos por tradición Católicos, Apostólicos y Romanos; pero bien podríamos ser Contumaces o bien libres pensadores; pero lo que no podríamos dejar de ser y sentir es lo Guadalupano que cada uno de nosotros conserva en lo más recóndito de la mexicanidad que nos avasalla.
Pues bien, en la Época de la Colonia, entre necesidad y casualidad se dio la aparición de la Virgen Morena y ahí tenemos al ahora San Juan Diego en idas y vueltas con el Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga y las autoridades Virreinales, en procesos larguísimos ya que nos consta que hasta hace algunos pocos años se santificó a Juan Diego, quien de paso digo no era ningún indito humilde, ya que era de la familia de Netzahualcóyotl, Rey y poeta texcocano.
Connotaciones del famoso ayate de Juan Diego:
La impresión de la imagen de la virgen que no corresponde a un oleo, ni técnica por el estilo, en un genero de maguey de durabilidad usualmente por algunos meses y que ya tiene casi 500 años.
El reflejo en la pupila de dos imágenes de hombres blancos, al parecer uno de ellos es el obispo Fray Juan de Zumárraga.
Las famosas rosas de castilla que vio Fray Juan de Zumárraga, como prueba de que un milagro había acontecido en el cerro del Tepeyac, pues no existían las rosas en América, y menos se podían dar en un cerro árido en Diciembre.
Las constelaciones que aparecen en él ayate, corresponden a la configuración celestial en aquella fecha.
El embarazo de la virgen, según connotación del moño que trae en la cintura.
Virgen de Tecuatlasupe -la que aplasta la cabeza de serpiente-, nombre supuestamente original que los españoles no sabían pronunciar, por lo que terminaron diciendo de Guadalupe, en su lugar.
El nombre de Guadalupe también corresponde a la Virgen Patrona -morena también- de Extremadura en Cáceres España, en donde el Rio también lleva ése nombre.
Cabe señalar que épocas precolombinas, en El Tepeyac se veneraba a Coatlicue Diosa Madre.
*Notario Público.
