Por Juan Carlos Gastelum*
Sin lugar a dudas que la dinámica cultural reduce la rimbombancia social de antaño a una celebración con más sentido ferviente que una fiesta pagana.
Así ha sucedido en nuestro querido Mocorito. La fiesta que se realiza, por motivo del 8 de diciembre de cada año, celebración de la Inmaculada Concepción, ya no es lo que era. Lo que hace muchos años era una fiesta que duraba hasta ocho días, con la asistencia de orquestas y mariachis, que reflejaba además una burda separación de la sociedad que acudía de tantas partes, hoy son solamente recuerdos.
A pesar de que ya no hay las expresiones que he mencionado arriba, en la fiesta de la Purísima Concepción siguen firmes en cuanto a lo católico, pues cercano a la fecha máxima en el calendario para quienes vivimos en la Atenas de Sinaloa, se siente un fervor en el que son pocos los que se quedan fuera, sólo algunos no participan.
La fiesta comienza a desarrollarse con romerías en los distintos barrios que componen la cabecera municipal, además de que las demás comunidades se hacen presentes como peregrinos.
Aquí cabe mencionar que los barrios organizan la misa cada tarde-noche, además de que las personas cooperan para hacer una kermes en la que se ofrecen tamales, chocolate, atole, tostadas y otras delicias; con la venta de estos productos, las intenciones y cooperaciones personales de la gente de cada barrio, se solventan los gastos que se generan para el día de la fiesta.
Las autoridades eclesiales, celebran una misa cada tarde, como lo menciono anteriormente, en los diversos barrios, éstos son: aviación, obregón, las palmas, la ladrillera, independencia, barrio FOVISSSTE, delicias, INFONAVIT, colegio, las playitas, mercadito y el de las casitas VIVAH; de igual manera, los peregrinos que nos visitan vienen de las sindicaturas del municipio, con excepción de las del sur, pues en ellas hay otra parroquia.
Así también hay confirmaciones de niños principalmente, los matrimonios acivilados que lo desean,
contraen nupcias y conforman una familia católica, entre otras expresiones meramente religiosas, esas que quienes hoy reclaman una fiesta con enramada y ríos de licor, no aprecian, pues por sus distracciones políticas, no logran percibir.
Y así se va desarrollando la fiesta, hasta llegar a la víspera del ocho de diciembre. En punto de las once de la noche, se realiza una misa y al término de ésta, las notas del mariachi, las bandas de guerra de las instituciones educativas, la banda juvenil que dirige el Maestro Víctor Rubio y bandas de música diversas, convierten esa noche en una fiesta religiosa en la que se reafirma el fervor a la Inmaculada Concepción.
El grado máximo se alcanza el ocho de diciembre, el templo es insuficiente para albergar a los cientos de fieles que acuden a misa de doce, en la que el Señor Obispo concelebra junto a varios sacerdotes, vicarios y seminaristas y en la que las ofrendas de quienes asisten son una participación para el seminario, al que los mocoritenses estamos unidos, pues la patrona es la misma.
Después de la misa, se invita al pueblo entero a degustar una comida y compartir con las autoridades religiosas y municipales. Por la tarde, se lleva a cabo el recorrido o paseo de la virgen. Acompañada por el pueblo que al paso del carro alegórico que se elabora ex profeso, se van uniendo más y más personas, quienes, ya de noche, culminan en el templo, devuelven a la Inmaculada al sitio en que será adorada por los fieles, en la que se quema un castillo y se venden antojitos para cenar, además de que se disponen a bailar con bandas o grupos musicales.
Así pues, la vida de la cultura transforma las expresiones de los pueblos, es una realidad a la que no debemos aferrarnos y vivir en las posibilidades del presente, lo importante es la fiesta que se le brinda a la virgen de la Purísima, centro y referencia del catolicismo en esta tierra bendita de Dios.
*Docente / Preparatoria UAS Mocorito*
