Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
El frío ya se deja sentir a esa hora… Pasaba de la media noche y todo parecía indicar que se aproxima un invierno de bajas temperaturas en la Ciudad de México… La entrevista había sido muy agradable, finalmente la radio es siempre agradablemente mágica y el compartir con Rodrigo al piano nos permitía abordar una especie de viaje musical recorriendo los grandes autores de la música romántica mexicana… Lo inconveniente de la hora es la imposibilidad de transitar libremente al regreso. Las obras viales que supuestamente dejarán a la ciudad más bella que nunca, cuando la terminen, no permiten hacerlo… A partir de las once de la noche, aunque generalmente es antes, se cierra el periférico y es cuando se hace necesario regresar en el tiempo hasta los niños exploradores para echar mano de brújula e instinto y encontrar rutas alternas casi todas en un verdadero cúmulo de automóviles cuyos conductores al borde de un ataque de histeria, contribuyen a la contaminación auditiva de forma descomunal… Intentando entonces salirme de esa vorágine, fui tomando calles y callejones que me condujeran al mismo destino pero fuera de la locura del increíble congestionamiento de sábado por la noche en el Distrito Federal… Y al dar vuelta en uno de esos callejones, el paisaje urbano me pareció conocido, yo había estado ahí hace un tiempo… ¿Deja vu…? Tal vez, pero no… Esto era muy real, yo había estado ahí varias veces… De pronto, apareció la casa… Esa donde habitara durante muchos años mi admirado amigo y Maestro Mario Patrón… Cuántas anécdotas viví en esa casa gracias al talento y la simpatía de Mario, todo un personaje del arte musical de México y el mundo… Y claro, tenía que haber vivido en una calle que en el nombre llevara simbolizado al arte… En este caso, arte pictórico, pero arte al fin. Cómo olvidar tantas cosas compartidas…
—Mario, he estado haciendo mi tarea, sé que me falta mucho todavía para ponerme a escribir un arreglo, pero quise intentarlo y te traje las partituras para que me des tu opinión…
—A ver, mi estimado Cuervo… A ver…
Y acuciosamente fue revisando lo que había yo escrito para piano, bajo, flauta, guitarra y percusiones a manera de orquestación de una canción mía… Después de un buen rato en el que no acertaba yo a adivinar el veredicto, Mario dejó la partitura sobre la mesa, se quitó los lentes para limpiarlos, se acomodó en el sillón y mirándome con gran seriedad, me dijo:
—Mire… Usted dedíquese a cantar, que es muy chingón para eso, por el momento olvídese de la orquestación…
Mi hermano El Gato, no deja de reir siempre que recordamos aquella anécdota en casa del gigantesco enano Patrón… Y ahí estaba la misma placa en la misma casa de la esquina: Fra Angelico, ese excelso pintor que ha sido considerado como uno de los pilares del primer renacimiento. Siendo Guido di Pietro da Mugello, su nombre secular. Se convirtió en fraile bajo el nombre de Giovanni da Fiesoli… Llamado Angélico por la temática religiosa manejada en su obra, la serenidad impactante de las mismas y por su gran devoción… Giorgio Vasari, en su libro: “Vida de Los Mejores Pintores, Escultores y Arquitectos”, lo describe como un “raro y perfecto talento… Jamás comenzó ninguna pintura sin orar devotamente antes al grado de derramar lágrimas cada vez que pintaba…” Dentro de las obras de Fra Angelico, la navidad, natividad, aflora constantemente. Tiene muchas obras que plasman La Anunciación… Pero el fresco realizado bajo ese nombre en la Catedral de San Marcos en Florencia, ha sido considerada como tal vez la más emotiva y la que mejor plasma la unción de María… Son muchos los grandes pintores que, al igual que Fra Angelico, manejan en su obra el tema de la navidad. Así, tenemos por ejemplo, a quien puede y debe, según algunos críticos, ser considerado heredero de Fra Angelico en la técnica del fresco: Michelangelo Buonarroti. Nacido 20 años más tarde que Giovanni, Miguel Ángel dejó un sin número de obras con temática religiosa. Pero destaca “La Sagrada Familia”, una obra del año 1503 con forma circular con un diámetro de 120 cm y pintada sobre madera… Cabe señalar aquí, que es la única obra en la que Miguel Ángel utilizó un panel de madera en vez de lienzo o fresco… La pintura está realizada en témpera y óleo… Ahí puede verse a la Virgen con el niño Dios y San José en tercer plano. Es conocida también esta obra con el nombre de Tondo Doni, debido a que fue pintada por encargo para un poderoso de nombre Agnolo Doni y en la actualidad se encuentra en la Galeria Ufizi en Florencia. De la misma manera, Doménikos Theotokópoulos El Greco, nacido en Candía, Creta, fue un pintor de la última etapa del renacimiento, plasmó escenas de navidad en su estilo influenciado por diversas escuelas dentro de las que destacan la escuela Veneciana y posteriormente el manierismo de Miguel Ángel para terminar viviendo en Toledo, España hasta su muerte. En muchas ocasiones, El Greco pintó, bajo ese nombre, La Sagrada Familia. Pero destaca un óleo sobre lienzo de 127 por 106 cm ya en el estilo manierista aprendido de Miguel Ángel, La Sagrada Familia y Santa ana, óleo sobre tela pintado en 1590 y permanece en el Hospital Tavera en Toledo.
Por supuesto, Leonardo Da Vinci, no podía quedarse fuera de las pinturas de navidad al igual que todos los grandes pintores de la época. En los inicios de su carrera, este maravilloso artista, recibió un encargo de los monjes agustinos para pintar La Adoración de Los Magos. Como siempre, el misticismo, el misterio y el simbolismo de Leonardo, se combinan con la magia caprichosa de la labor del artista y así, quedó la obra, un óleo sobre tabla de 246 x 243 cm sin terminar… Aunque el propio Leonardo, decía que estaba terminada, la obra en sí muestra claramente que sólo lo hizo parcialmente… La Tabla, inacabada, quedó finalmente en casa de un buen amigo de Leonardo da Vinci: Amerigo Benci, de donde pasó a la colección de la familia Medici para quedar en la Galería de los Ufizi a partir de 1794.
Goya, motivo de toda mi admiración, ese viejo conocido al que visito cada vez que estoy en tierras madrileñas, tampoco se sustrajo a pintar la temática navideña. En el año de 1775, Francisco de Goya recibió el encargo de pintar un retablo para decorar parte de la Basílica del Pilar. El edificio aún no había sido terminado. Goya pintó un magnífico cuadro titulado “La Sagrada Familia”… Dicha obra fue etiquetada en un estilo rococó por los críticos… (El Rococó es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre aproximadamente los años 1730 y 1760 y se define como individualista y antiformalista. Predominan colores luminosos y desnudos con intenciones mundanas aún dentro de las temáticas religiosas.) La obra, como tantos absurdos que se dan en el arte, fue rechazada por los religiosos de la Basílica del Pilar por lo que el célebre pintor Aragonés, vendió el cuadro, un óleo sobre tela de 203 x 148 cm., a Manuel Chávez, quien a su vez, la vendiera al Museo del Prado en el año de 1877 por la modesta cantidad de 2,000 pesetas. Muchos otros pintores afamados mundialmente como Pedro Pablo Rubens, con sus cuadros: La Sagrada Familia con Santa Ana y su Adoración de Los Magos, ambas pintadas al óleo sobre tela y pertenecientes al Museo del Prado, dejaron plasmada la temática de la navidad en su obra. Casi todos, bajo los nombres de “La Sagrada Familia” o “La Adoración de Los Magos”, dentro de los que se encuentran Rafael Sanzio, con “La Sagrada Familia” 1507; Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Boticelli, “La Adoración de Los Magos” 1476; Albrecht Dürer (Alberto Durero en España), Jeronimo Bosch El Bosco (pintor holandés), con su tríptico “Adoración de Los Reyes Magos; Doménico Ghirlandaio con su retablo de la Epifanía en el Hospital de los inocentes, Filippo Lippi con su “Anunciación” que se encuentra en el Palacio de Barerini en Roma.Desde luego, no podía faltar la participación del arte mexicano en esta temática. Y así, tenemos la presencia del enorme (en ambos dos sentidos, diría el gurú de San Cristobal), Diego Rivera con dos obras magistrales en las que se puede observar el sincretismo cultural de nuestro México. En el año de 1954, un envejecido Diego, recibe el encargo de pintar dos cuadros dentro de la temática navideña. En estas obras, aflora como siempre, la maestría de nuestro Diego en torno a su manejo del color y la composición. Vemos también, la infaltable intención narrativa siempre presente en la obra de Rivera y sobre todo, un intento de integrar al México indígena con la sociedad de entonces contemporánea por medio de las tradiciones en estos cuadros que son verdaderos murales de 630 por 320 cm. Así, por medio de las tradiciones navideñas, Diego Rivera plasma una vez más su amor por México en el desarrollo de su arte pictórico…
—Joven… Joven… Baje su ventanilla por favor…
—¿Por qué… De qué se trata…?
—Lo reportaron los vecinos porque ya lleva mucho rato estacionado y mirando de forma sospechosa a la casa habitación situada a su lado derecho… No hacemos más que cumplir nuestro deber… Sus documentos por favor…
—¡Ah, claro, entiendo, oficial…! Mire, soy cantante, me llamo Alberto Ángel “El Cuervo” y en esa casa vivió el Maestro Mario Patrón quien me dio clase y me acompañó muchas ocasiones… Por eso me detuve y también para escapar del tránsito… Mil disculpas…
—A ver, mi Comandante, aquí el sujeto reporta ser cantante y dice que aquí vive su maestro…
Después de una breve aclaración, seguí mi camino sin problemas envuelto en el recuerdo de mi querido amigo Mario Patrón y la navidad… Época que necesariamente nos acerca de manera nostálgica.
Entre pinturas y pintores de navidades
*Cantante, compositor y escritor.