Por Carlos Lavín F.*
“Romancero Gitano” de Federico García Lorca, fue publicado en 1928, es una recopilación de poemas dedicados a resaltar a los gitanos y sus costumbres como el trato sexual entre hombre y mujer casados pero no entre sí. El gitano personifica el conflicto entre lo primitivo y lo civilizado, entre el instinto y la sociedad.
Aquí parodio uno de esos romances; La casada infiel, novelándolo y mexicanizándolo de manera burlesca, conservando la esencia del original. Surge este tema cuando me encontraba en Madrid y lo escribo ahora. En cursivas son los versos originales de Lorca y los demás son del que esto escribe:
Y yo que me la llevé al rio
creyendo que era mozuela,
fue casi por compromiso,
uno de acá, ¡no se arquea!
En las últimas esquinas
toqué sus pechos macizos.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo cinturón y camisa.
Ella su braga y corpiños.
y se me abrieron sus muslos
como flores de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído.
Y vaya que suspiraba,
más no por lo que se piensa,
más bien… así parecía
de una dolencia sufría,
es así que caí en cuenta
que nada tenía de mozuela
¡y que nada le dolía!
porque estaba más que buena!.
Estos romances, llevan elementos del ambiente gitano: amores y aventuras, fraguas, yunques, campamentos, caravanas, ritos y creencias gitanas. El original de Lorca es también atrevido como esta parodia sólo que tiene términos que en México son inusuales y pasan inadvertidos. Y continuamos García Lorca y el que esto escribe.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío,
luego, en ellos me atrapaba.
Y entre una y otra cosa
me vine a caer en cuenta
que esa noche nos corrimos
el mejor de los caminos
montado en potra salvaje
¡sin bridas y sin estribos!
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
Me porté como quien soy
¡un mexicano legítimo!
Sombrero charro le di,
de fieltro fino y macizo,
fue a una feria en que asistí,
en la España emancipada
y no quise yo enamorarme
porque estaba bien casada,
mejor yo le di la vuelta,
y así continuar activo,
y es que ella me timó…
me había ocultado su anillo,
luego me lo había entregado.
Me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Marina dijo me llamo
nombre bien que le quedaba
por sus magnas marejadas.
Este poema hispano-méxico-parodiado describe el amor carnal, la pasión amorosa, una noche, como dice Federico, ardiente y marchosa.
Este otro se llama “Romance sonámbulo” representa la frustración de un amor, aquí, platónico, oculto, una fantasía que también he parodiado, el verde se refiere a frescura:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar,
el caballo en la montaña
y yo sobre ti… gitana.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne… palo verde,
y con ojos de fría plata
ve mi espalda a mi pasada,
siento así su infiel mirada
como uñas que se me clavan
…y se mece la gitana.
De clavar es mi destino
esto está ya comprobado.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas
pero si puede desearlas…
Y tengo aquí que cortar,
a ser discreto me obligo,
esto está de no acabar
o esto se hace biografía,
como es la vida mía
que sigue de mas gustar
Hablar del poeta García Lorca era algo vedado en la España de la Guerra Civil, sobre todo después de su fusilamiento en 1936. Nunca se afilió a ninguna de las facciones políticas. Lo mataron por ser persona no grata al sistema. Murió, se dice en España, “de muerte natural”. Al fin y al cabo, el crimen contra los que militaban contra el sistema establecido era la forma más natural de morir durante la guerra civil. Lo mismo había ya ocurrido en México con los idealistas, como con el poeta sinaloense Salustio Carrasco Núñez asesinado por ser el autor del Plan de Ayala, documento-bandera del zapatismo que desato la contrarrevolución contra Madero en noviembre de 1911.
Así, en su discurso inaugural, de la biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros, Granada, Lorca dijo:
“Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres “sepan”. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social”.
“La monja gitana”, versa también sobre el amor, pero aquí del deseo erótico de una monja mientras está tejiendo, metiendo la aguja una y otra vez en la tela, dejando volar su imaginación, este es un resumen: “La monja borda alhelíes /sobre una tela pajiza…/ ella quisiera bordar, / mientras ella se mecía, / flores de su fantasía. / Por los ojos de la monja /galopan dos caballistas. / Un rumor último y sordo / le despega la camisa / y al mirar nubes y montes / en las yertas lejanías, / se quiebra su corazón / ¡Qué ríos puestos de pie / vislumbran su fantasía!
En su “Romance de la luna, luna”, habla del destino trágico del mundo de los gitanos, la presencia de la muerte. La luna, dice, representa el poder mágico contra el que nada se puede, pero también simboliza el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la belleza.
Y termino con esto que escribo a modo de mexicana calavera:
Este es el García Lorca
de la España sacudida,
de la España dolorida,
en la que juntos están
en Valle de los Caídos,
adversarios sepultados
franquistas, republicanos,
católicos, comunistas,
monárquicos, anarquistas,
todos juntos como hermanos
ya sin odios, sin enconos.
Hoy con su puro en mano
juntos sorben carajillo…
después de haberse matado.
*Cronista de Cuernavaca.