Por Mario Arturo Ramos*
La muerte y el arte son cómplices en la historia del hombre, el tema adquiere valores eternos al ser llevado por medio del color, el trazo, el lenguaje, la imagen, el golpe del cincel, el sonido, la arquitectura, la armonía y la creación humana a vencer el más allá y el más acá a través de la belleza artística. En la cultura mexicana la muerte es uno de los temas/elementos que la ingularizan. En tiempos anteriores a la conquista, en la etapa colonial y la del México independiente, el final físico de los seres humanos se recuerda con flores, alimentos, oraciones, anécdotas, leyendas y cantos, por eso un día de cada año pertenece a los ausentes o “fieles difuntos” en este mundo de vivos y, los vivos tenemos un día para celebrar a la muerte en su atmósfera. Rubén M. Campos dice sobre el canto a la muerte: “Cantar las cosas bellas, los sentimientos nobles, la piedad filial, el respeto a los muertos, a los antepasados, a los mayores, la solidaridad racial y la unidad sostenida por la disciplina azteca adquiridas en la adversidad, eran los móviles del alma de Aztlán que hasta la fecha continua vigente en la expresión estética nacional! 1.-. Esta breve antología de fragmentos de canciones hispanoamericanas a la muerte; es la manera de unirnos a la fiesta del dos de noviembre.
“La vida pasa hay que vivir” (fragmento)
Anónimo, traducción Ángel María Garibay,
canto precolombino.
No por segunda vez venimos a la tierra,
príncipes chichimecas.
Gocémonos y tráiganse las flores
¡Al reino de la muerte!…sólo estamos de paso
¡de verdad, de verdad nos vamos!
! Verdad es que nos vamos !
Verdad es que dejamos las flores y los cantos,
y la tierra. Sí de verdad, de verdad nos vamos!
¿A donde vamos? ¿A donde vamos?
¿Estamos allá muertos o aún tenemos vida?
¿Hay un sitio en que dura la existencia?
¡ En la tierra tan sólo es el bello cantar,
la flor hermosa; es la riqueza nuestra,
es nuestro adorno: gocemos con ella!
Príncipes chichimecas, gozad.
Romance de como el duque de Braganza mató
a la duquesa, su mujer.( fragmento) España
Revolvió el duque su espada, a la duquesa hería;
diole sobre su cabeza y a sus pies muerta caía.
Cuando ya la vido muerta y la cabeza volvía,
Vido estar sus dos hijitos en la cama do dormía,
que reían y jugaban con sus juegos a porfía.
Cuando así jugar los vido, muy tristes llantos hacía;
con lágrimas de sus ojos les hablaba y les decía:
Hijos ¡cuál quedáis sin madre, a la cual muerto yo había!.
Matéela sin merecello, con enojo que tenía.
¿Dónde irás, el triste duque? De tu vida ¿que sería?
¿Como tan grande pecado Dios te lo perdonaría?
“Morir por tu amor”, (fragmento)
comp.- Belisario de Jesús García, México
Morir por tu amor
que dicha ha de ser,
morir por tus ojos divinos
que son la expresión del placer.
Morir, sí, morir,
canta el ruiseñor, que todo en la vida
es amor, amor, amor.
“La que murió en Páris” (fragmento)
comp. Homero/Pedro y E .Macías. Argentina
Envuelta en mi pecho temblabas de frío,
mirando la nieve caer sin cesar.
Buscabas mis manos cantando en tu fiebre
el tango que siempre me hacía llorar.
No hablabas de barrio que ya no verías,
de nuestros amores y de un carnaval…
Y yo te miraba… París y la nieve
te estaban matando flor del arrabal
y así un día te fuiste con el frío en el corazón
como un tango viejo y triste
¡que ya nadie lo puede cantar¡
“Amor de madre” (fragmento)
comp.. David Igred. Perú
Perdóname. Dios mio,
si en algo te reprocho
no es justo lo que has hecho
quitándome ese amor,
hay hijos inconscientes
que lejos de adorarla
ultrajan a la madre con sus viles acciones.
Yo quisiera tener Madre para poderla besar,
yo quisiera tener Madre para poderla adorar.
Parece que ayer fuera
tan presente lo tengo,
cuando mi madrecita
la frente me besó y me dijo apenitas
con su voz moribunda:
hijito de mi vida, este es mi último adiós.
“Dulce Juanita” (fragmento)
comp. Alfredo Zitarrosa. Uruguay
El 28 de diciembre de madrugada, me encontré con Juanita
muerta, con las patitas abiertas sobre los huevitos, como
recogida y pensativa sobre el nido, había quedado rígida
y fría, como una cascarita de naranja, tal vez recordando el
perfume del verano y el canto de sus hijos ya nacidos.
La jaula está desierta y Juanita muerta sobre su nido
parece estar despierta y pone el oído sobre un latido
corazoncito herido se está enfriando y yo estoy llorando
ya no se oirán tus píos en el estío, piquito frío.
Dulce Juanita, dulce juanita, mi tierna pajarita,
como pudo caberte, en el cuerpecito toda la muerte.
1.- El folklore literario y musical de México. Rubén M. Campos Colección metropolitana 1974
*Investigador y autor.