Por Carlos Varela Nájera*
El discurso de la ciencia hunde sus raíces en el mito y la cultura, y sólo desde ese efecto retroactivo es posible nombrarlo como tal, en función de esta dimensión mítica y cultural la ciencia se ve acompañada le guste o no de ciertas investiduras ideológicas, creencias e ilusiones, que humanizan el practicable cientificista. Es importante resaltar que hay algunos médicos que realizan su tarea apegándose a creencias divinas, Dios aparece tras bastidores aun para quien practica las ciencias duras y blandas.
La historia de la ciencia sitúa al ser como elemento central de sus teorizaciones, sobre todo en el discurso filosófico, y con Descartes viene a cuestionarse la idea de Dios, este Dios se viene abajo y es el cerebro quien toma la estafeta, pero sin eliminar totalmente a este ser supremo, pues Dios actúa ideológicamente en el sujeto se dé cuenta este o no, de tal suerte que se pretende echar a dios por la puerta de la ciencia y entra por la ventana de las creencias que son múltiples y permean el practicable cientificista.
Recordemos que aun mas que la ciencia, es Dios el garante de la verdad, “sólo dios sabe”, es decir que frente a ciertas contingencias de la vida quedamos impotentes y subsumidos ante situaciones que nos exceden, como puede ser el cáncer o una perdida dolorosa donde sólo queda apelar a ese Otro garante de la verdad, para que auxilie al ser en su dimensión de finitud. Existe pues una cosmología ideológica en el científico que es imposible saber si es eliminable totalmente o ciertos restos ideológicos perviven con él acompañándolo hasta la tumba.
Bajo esta lógica, la investigación que hace el científico, se vera afectada lo sepa o no por esa ideología que se desplaza subjetivamente, donde las creencias e ilusiones contornean su objeto de estudio y aún sin darse cuenta quedará implicado subjetivamente en ello, es lo que Bachelard menciona sobre el sujeto de la investigación, ahí donde el objeto queda afectado por el sujeto que investiga, y que puede de manera inconsciente afectar el resultado de la experimentación, el sujeto implicado en el objeto de estudio, esto se encaminaría hacia los obstáculos epistemológicos, si forzamos un poco esta dimensión subjetivante, llegaremos a la conclusión de que en la ciencia no existe la certeza absoluta, pero dicha certeza si existe en la religión, esto haría la diferencia, pero si un discurso científico se abroga el derecho de manejarse como única ciencia, está bajo concepciones absolutistas que hacen de cualquier ciencia un remero de religión pero sin Dios.
*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.
Me sorprende el título de este artículo ya que pasa de lo universal a lo singular cuando en cambio lo singular lleva a lo universal dado que nadie es pionero sino que todos han seguido los pasos de los otros a excepción, claro, de los primeros.
Ante lo antes dicho no refuto es una excelente mascara esa la de justificar a favor o en contra de alguna cosa en especial cuando se habla del lenguaje, sin embargo la critica no es mía sino del que se deja sugestionar por ella.