Por Alberto Ángel «El Cuervo»*
Antes que otra cosa, debo señalar que las reflexiones girarán alrededor del corrido como género musical y nada tienen qué ver con todos aquellos que fueron víctimas del desempleo incluyendo aquellos que lloran por el llamado hueso sexenal. Aunque, desde luego, también eso sería menester considerarlo como posible temática para que lo narrara un corridista. Una vez que hube dicho lo anterior, les narro lo que, palabras más, palabras menos, platicaba con un amigo cantor de oficio igual que yo, y que me llevó a estas reflexiones acerca de lo que debe ser considerado por derecho propio, como el género musical más mexicano dado su origen, su desarrollo, su intención, su evolución y permanencia hasta la fecha…
—Oye, Beto ¿te acuerdas de el canta recio, el que andaba ahí por gari en el kiri…?
—Sì, claro que me acuerdo… Cantaba espantoso pero con una voz verdaderamente gigantesca… Recuerdo que siempre decía aquella frase de: “Y se acabó el corrido…” ¿Qué fue de él?
—Pos… ‘Ora sí que no es mal plan, pero ‘ora sí que pa’ él, se acabó el corrido…Y qué le va uno a hacer, ni modo que te salves… Tarde o temprano, se acaba el corrido para todos… Y pues a quién no le gustaría que en su corrido se dijera todo lo que uno siempre aspiró a ser o a tener o a vivir… A quién no… Creo que cualquier persona, cualquier mexicano, se desempeñe en la labor que sea, se llega a considerar o tal vez en alguna época se llegó a considerar en la ensoñación, como digno de ser mencionado en un corrido…
—Pos sí, ahí tienes de ejemplo muchos corridos que fueron dedicados a quienes mucha gente consideraba bandidos y luego los convirtieron en héroes… Precisamente uno de los corridos dedicados a Villa, dice precisamente: “En Durango comenzó/ su carrera de bandido/ en cada golpe que daba/ se hacía el desaparecido…” Y ahora hacen un escándalo tremendo con los que escriben acerca de los sucesos que lícitos o no, forman parte de la vida… Hasta un término se sacaron de la manga: narcocorridos… Absurdo el término e inadecuado…
—Sí, después de todo los corridos son como el diario de la nación mexicana ¿no crees?
—Bueno, es cierto en parte… Porque además de los corridos, ha habido muchos escritores que a lo largo de nuestra historia se han dedicado a plasmar con la pluma, constancia de los hechos diversos que ocurrían y ocurren a lo largo y ancho de nuestro país…
—¿Hablas de los cronistas de cada lugar…? No vayas a salir como mi tío Gumaro que se decía cronista y lo único que hacía era escribir los chismes del pueblo, que si las beatas no lo eran tanto, que si el panadero te daba de menos, que si el hijo de fulano no era de él… Puros chismes…
—Bueno, sí, los cronistas han sido parte importantísima de nuestra memoria histórica, pero me refiero por ejemplo a unos libros maravillosos que publicó Editorial Porrúa muchos años después de que fueron escritos: “Diario de Gregorio M. De Guijo”, escrito por él y el “Diario de Sucesos Notables” de la autoría de Antonio de Robles… En esos libros, se recopila lo escrito durante varios años por parte de estos autores. El primero, va de1648 a 1664 ¡imagínate lo interesante que resulta cuando vas leyendo casi el día a día de aquella época! Ah, y no creas que solamente se refiere a sucesos históricos especiales u oficialistas, no… En este libro, se narran todas las cosas cotidianas que acontecían en el México de entonces. Así, por ejemplo, se consigna el “auto de fe en que fue condenado a azotes y galeras el fingido clérigo Martín Villavicencio…” mejor conocido en varios escritos narrativos como la novela que lleva su nombre Martín Garatuza y fue escrita por el célebre Vicente Riva Palacio… incluso fue llevado al mundo de las telenovelas que se harían muchos años más tarde con ese mismo nombre. Otro ejemplo, es el hecho consignado el día 11 de abril de 1649, cuando también la tristemente célebre Santa Inquisición (Qué me recuerda, qué me recuerda…), condenó a “ser quemado vivo a Tomás Tremiño y Sobremonte, el judío que, al ejecutarse la terrible sentencia en el quemadero de San Diego, exclamó, según se dice, “¡Echen más leña, que mi dinero me cuesta!”… O se anunciaba que alguna persona había muerto “de desconcierto…” ¿qué significaba eso? No lo sé, pero es algo que motiva una especie de viaje al pasado con los diarios… De igual forma se narraba que “habiendo salido de Campeche, una fragata para esta Nueva España, que traía valor de cien mil pesos, la varó en tierra un corsario y robó cuanto en ella iba.” O el anuncio de que el “viernes 14 (de agosto de 1693) se estrenó en la Catedral el órgano grande que vino de España y se estrenó el reloj” dime si no es interesante todo ello… O de pronto el anuncio de que “hoy por la mañana tembló la tierra…” O “Una monja fue muerta por susto de ladrón en sus aposentos…” Y el anuncio de que una Nao de Perú llegó con un cargamento de Cacao, lo cual era gran noticia para todo México… O el regidor que fue condenado a las galeras de San Juan de Ulúa por haber “muerto a quien mancilló su honor en las carnes de su esposa”… Y aquella noticia de que el “viernes 14 de noviembre de 1692, este día no se ha hallado carbón ni leña; las gallinas están a siete reales y las pollas a tres; el pan está carísimo. Dios lo remedie.” Cualquier parecido con la realidad actual es mera coincidencia… Ya ves que de todo se hablaba, era simplemente una intención de dejar en la memoria escrita, todo suceso acaecido en nuestro país que en aquella época estaba en pleno nacimiento, puede decirse…
—Pues sí, me imagino, pero los corridos son más divertidos en su narración, cuando menos se le pone música a la historia…
—Así es ni más ni menos… Los corridos ponían y ponen música a todo lo que sucede por donde el corridista pasa… De esta manera, no solamente se narra la vida de algún revolucionario, o de alguna batalla, también se narran amores y desamores cuya historia fuera recordada durante mucho tiempo por sus características impactantes como la tragedia de Rosita Alvírez… “Año de mil novecientos/ muy presente tengo yooooo…/ En un barrio de Saltillo, Rosita Alvírez murió/ Rosita Alvírez murióoooo…” O lo trágico de un descarrilamiento como el de Temamatla, o el homenaje en un corrido al Héroe de Nacozari con el corrido que inmortalizara Francisco El Charro Avitia en su grabación de Máquina 501 “Máquina quinientos unoooo/ la que corrió por Sonora/ por eso los garroteros/ el que no suspira lloraaaaa…/ Era un domingo señoreeeees/ como a las tres de la tarde/ estaba Jesús García/ acariciando a su madreeee…” En fin, todo lo que pasaba de un extremo a otro de nuestro México, era consignado en los corridos… Los corridistas, de hecho, recorrían gran parte de la república llevando las noticias… Llegaban a alguna nueva población, se situaban en la plaza o donde hubiera gente y posibilidad de hacerlo y tendían una manta con las letras de los corridos impresos en papel delgado y de colores para hacerlo más atractivo…
—Y luego, cómo le hacía la gente para saber cómo iba la música del corrido…
—Pues para ello, el corridista llevaba siempre consigo una guitarra, cuando la gente se mostraba interesada por alguna letra, le pedía que se la cantara… Claro, como la construcción literaria del corrido es casi siempre la misma, pues las melodías son muy similares o incluso, en ocasiones, la misma melodía se utilizaba para diferentes narraciones, diferentes letras…
—Los corridos musicalmente siempre deben ser como las marchas ¿no? O sea, hablo de cómo se marcan musicalmente…
—¿A dos cuartos, dices…? No, aunque hay muchísimos corridos que se escribieron a dos cuartos, también hay muchos a tres cuartos e incluso a seis octavos…
Y aquí mis queridos y despistados dos o tres lectores, les invito a terminar conmigo estas reflexiones acerca del corrido con un ejercicio que espero sea claro: Cada quien en donde esté, cante por ejemplo “Juan Charrasqueado”: Voy a cantarles un corrido muy mentado/Lo que ha pasado allá en la Hacienda de la Floooor… Al mismo tiempo que lo canta, mueva la mano de arriba abajo y viceversa al ritmo de su canto… Eso es un corrido a dos cuartos… ¿Lo logró? ¡Perfecto! Vamos ahora a la sensación del tres cuartos. Comienza el batimento o el marcar de la mano, desde arriba y se cuenta: Un (de arriba abajo) dos (hacia la derecha) tres (hacia arriba) y así, moviendo la mano al ritmo (un dos tres, un dos tres…) cantemos Valentín de la Sierra: “Voy a cantar un corrido/ De un amigo de mi tierraaaaaa/ (un dos tres un dos tres) llamábase Valentiiin y fue fuisilado y colgado en la sierraaaa (un dos tres, un dos tres)… En el primer ejercicio, la sensación rítmica es como de marcha, en el segundo la sensación es como de vals… Lógicamente, este experimento resulta más claro e impactante cuando es en persona con todo y el sonido, pero me parece interesante intentarlo y si alguno de ustedes pudo lograrlo, dígamelo, sería maravilloso saber que con la palabra escrita pudo motivarse una emoción cantada en la rítmica a través de la reflexión alrededor de nuestros mexicanísimos corridos. Y digo mexicanísimos, porque este género musical es, por antonomasia, el que conjuga toda la ideología, toda la emoción que se lleva en el alma del Mexicano actual y el de aquellos tiempos cuando la mexicanidad comenzó a configurarse alrededor del corrido.
Totalmente inmerso en mil reflexiones acerca del corrido mexicano
*Cantante, compositor y escritor.