Por Carlos Varela Nájera*
Una de las exigencias de la ciencia es instalarse como vaso comunicante con la sociedad y el sujeto, para ello la cultura es el mediador simbólico que permite esta comunicación haciendo de la ciencia una experiencia transmisible y que posibilite transferir este saber con un lenguaje comprensible para propios y extraños, el problema de la ciencia es que algunas veces es captada y reducida a una sola mirada, sobre ella se privilegia un solo modelo explicativo que se cree valido, frente a los otro saberes emergentes o periféricos que no pueden ser leídos con este cristal, generándose la segregación en el nombre del cientificismo.
Cuando se pretende una sola mirada se puede caer en una suerte de autoritarismo en el nombre de cientificismo que sería la parte ideológica de la ciencia , por ello, esta debe estar en correspondencia con distintas miradas sobre la realidad y no tener una visión segmentada, de tal suerte que si se privilegia una sola posición epistémica, se produce la sacralización del conocimiento y este conocimiento se vuelve dogmatico, caemos sin querer en un fundamentalismo convirtiendo sus postulados en simple fe. Sabemos que la ciencia tiene ganadores y perdedores Hiroshima es un ejemplo de tantos que podemos mostrar, y los aciertos de ella son indiscutibles, así como se consigue producir a partir del amoniaco fertilizantes para el abono de las plantas, de igual modo se sintetizo el gas mostaza para el exterminio de seres humanos, sin embargo la ciencia ha logrado mejorar la existencia del sujeto, sin por ello dejar de pagar un precio.
Cuando nos enfrentamos con las ciencias en plural en ellas interviene un trabajo colectivo, donde distintas practicas convergen sin caer en demagogia, tanto la civilización como la cultura rinden tributo a la ciencia, sin embargo esta no explica todo, hay ciertos claroscuros que la ciencia en su condición humana no puede agotar; el orden civilizatorio y la cultura recurren a otras explicaciones que la ciencia por si misma jamás agotara.
La ciencia parte de un monismo ontológico para poder explicar el mundo, sin responder a todas las preguntas que lo existente encierra, aunque se aferre a responder todo lo que le sucede al sujeto desde el reduccionismo de las reacciones químicas, tomemos como ejemplo al desteñido yo, sabemos con Lacan que el yo es el producto de restos imaginarios, donde los ideales contornean a modo de representaciones psíquicas, estos ideales se inscriben a partir de la relación con los otros, generándose en el sujeto el asemejarse, es decir hacer copias de ese otro. El yo por lo tanto es producto de una situación espacial más que cerebral, porque el yo quedaría circunscripto a aquel que se enuncia en primera persona del singular, yo, y el tu, se explica desde esa misma lógica espacial de mi semejante enunciándose de igual manera en primera persona del singular.
La diferencia es desde donde se enuncia el yo para que no sea el tu, o bien como dijera Miquel Bassols, si el yo es cerebral donde queda localizado el tu, entonces la diferencia entre yo y tu es desde donde se pronuncia, tiene que ver con una dimensión espacial, estas contingencias lógicas las analiza Bassols en su libro Tu yo no es tuyo.
Se puede afirmar que en la construcción del yo como estructura psíquica entra la dimensión cultural, al promover identidades únicas especificas de cada región, pongamos otro ejemplo cultural que funda la civilización, y que conocemos como la lengua, cada zona geográfica tiene su propio léxico y esta obedece culturalmente a su fonación especifica, de tal suerte que aparecen los regionalismos en la lengua, cada cultura elabora su propio decir, el Distrito Federal tiene su habla propia, Jalisco y Sinaloa, todos ellos culturalmente tienen su la lengua especifica, es así que el lenguaje construye al ser en su singularidad, muy distinto a los supuestos universales con los cuales el positivismo nos quiere uniformar.
Por ello mi insistencia en que las ciencias en plural obedecen al real por explicar, y entonces las contingencias son su espíteme y no la verdad como absoluta, es decir entramos al reino de las conjeturas. Jacques Alain Miller en Semblantes y síntomas comenta “el positivismo es la concepción según la cual, resumo, un hecho es un hecho, el positivismo es la creencia en lo absoluto del hecho, y entonces los conceptos aparecen, dice Heidegger como simples expedientes. Por el contrario, la propia ciencia matemática de la naturaleza testimonia de la relatividad del hecho con respecto al concepto. Como dice Heidegger: un hecho sólo es lo que es a la luz del concepto que lo funda”.
*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista, Doctor en Educación, Profesor e Investigador.