Por Fidencio López Beltran*
En la colaboración anterior abordamos el tema la Ciencia por gusto, interrogándonos sobre el desafío educativo y cultural que implica (La Voz del Norte, numero 122: 23/09/12). A raíz de ello, sucedió algo muy interesante ayer domingo y que he decidió compartirlo, incluyéndole algunas reflexiones.
Precisamente, le pregunte a Andrea (mi hija tiene 10 años) que le parecía el titulo al que hice alusión arriba, y solo se ocupo de leerlo en voz alta y dijo: ya lo leí, y acto seguido, me regreso el periódico, ignorando por completo su contenido. Recordé que había que atender al estadio de desarrollo, contexto e interés del niño(a), algo que antaño había abrevado teóricamente de las lecciones de Psicología y Pedagogía tomadas de autores como Rousseau, Herbart, James, Claparede, Dewey, Piaget, Pozo, Riviere, Marchesi, Carretero, Coll, DelVal, Freinet, incluyendo a Freud y a Vygostki. Sin embargo, esa situación me llevo a (re)pensar algo, tanto así, que en ese rato, resurgió uno de los tantos recuerdos significativos en mi quehacer profesional.
En primavera del año 2001, conocí a un niño que hoy se me escapa su nombre (creo que su apellido materno es Suzuki), visito la entonces recién fundada Torre Académica Culiacán de la Universidad Autónoma de Sinaloa, acompañado de su mama, a quien ya conocía, era maestra universitaria. Recuerdo que, Karina o Georgina (excelentes asistentes), sorprendidas me pidieron que si podía atender a un niño de aproximadamente 6-7 años que deseaba hablar conmigo y que me estaba esperando en la recepción.
Al salir, veo una carita hermosa del niño, que por cierto no alcanzo a darle el saludo de mano, cuando escucho a su mama decir: ¡¡El está encargado aquí y te explicara lo que tú quieres saber!! De inmediato el niño pregunta: .que hace un científico, ¿quienes son y en donde están o en donde estarán los científicos que dicen que aquí estarán? .Que es lo van a hacer los investigadores aquí? Solamente alcance darme cuenta que ni la mejor asistente o edecán, llenaría la curiosidad del niño, si es que no hacíamos algo más que informarle, pues en esos días la rutina se caracterizaba por informar y vender algo. Obviamente haberlo puesto a leer el folleto que para mí era interesante ya que en su interior contenía la frase mas bella que entonces había leído en versión digital de García Márquez: “darle valor a las cosas, no por lo que valen sino por lo que significan”, en ese momento hubiera sido, sin duda, la peor decepción que ese niño hubiese sufrido en este espacio universitario de vanguardia de mas reciente creación, como le decía en sus noticias, Eduardo Caldera del canal 3.
Entonces, decidí que lo importante era el niño y aprovechar en ese momento su interés; abandone mis “labores burocráticas” en las que me encontraba: iniciamos el recorrido por las aulas, por las salas interactivas de videoconferencias, por los laboratorios de computo, por los cubículos (aun sin personal académico), por el mismo teatro-auditorio equipado con toda la mecánica teatral y las mas alta tecnología del momento, que por cierto hoy se sigue cuidando tal cual lo recomendaron en aquel entonces, las autoridades universitarias y publicas: desde el Rector, Gobernador, hasta el mismo Ministro de Educación del país junto con el Presidente en turno.
La mirada, los gestos y las interrogantes del niño, seguramente un científico en potencia, me habían vuelto a la realidad: que la Torre Académica, era un espacio que debía servir en algo a todos, fueran o no universitarios, y por tanto, debía multiplicar sus funciones y servicios, así los sinaloenses ya tuviéramos el Centro de Ciencias, cuya función didáctica, pionera en las funciones de divulgación de la ciencia, también debían ir mas allá, como en su espacio y momento lo planteara de manera comprometida, Fausto Burgueño Lomeli.
Ese caminar, acompañando al niño Suzuki, resulto tan interesante que todavía lo recuerdo con mucho gusto y considero que si algo valió la pena, fue que ese recinto le diera un lugar a niños, jóvenes y que en particular, recibiera a investigadores y académicos que en ese entonces no tenían un espacio digno en sus facultades; ahora, podemos imaginar que mediante la experiencia directa, como dirían los pedagogos de la escuela activa, podíamos contribuir a formar a niños como los futuros científicos, que inspirados en conocer a los científicos y a su ciencia, les diéramos algo más que la información. Además, sabíamos entonces como hoy, que hay que tener disposición a dar algo de nosotros mismos, a dar respuestas-interrogantes y guiar hasta donde la energía nos lo permita, pues muchos niños, jóvenes preparatorianos, adultos y personas en general, están esperando que la ciencia sea parte de la herencia cultural significativa y por tanto, forme parte decisiva en su proyecto y su plan de vida para forjar un mejor futuro.
*Doctor en Pedagogía/UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Me recordo una anecdota con mi hija, que en una de nuestras visitas a Monterrey y que le he inculcado el gusto por ir a museos, en un museo en Monterrey no la dejaban entrar porque era muy chica apenas 6 años y ella interpela al guardia afirmando que si se sabria comportar y remata diciendo: He ido a tantos museos, que parece que de Monterrey no mas este nos faltaba, voltea a verme y me dice: Verdad mamá?, obviamente al guardia no le quedo de otra que autorizarle su entrada.
La ciencia y la cultura no deben estar reñidas con la capacidad de quien las interpreta siempre y cuando tengan el interes y eso es lo mas dificil provocar el interes.
Recordé cundo hace tiempo cuidaba aun niño y este era tan inteligente del que todo me preguntaba el porque, el como y cuando pasan las cosas o bien se realizan otras….. un ejemplo de ello era de como eran que los niños se formaban como humanos, de como la tierra se formo, de el como preparaban los medicamentos y ellos no quieren respuestas a medias quieren saber a «grandes rasgos como pasan las cosas… todo esto porque el decía de grande quiero ser inventor , a lo que voy es que es verdad que a pesar de sus cortas edades en algunos de los niños empiezan a tener curiosidades y querer empezar a experimentar ciertas cosas y así tener un pocos mas amplio su conocimiento.