Por Oscar Lara Salazar*
La celebración de la ceremonia del Grito de Independencia simboliza las luchas libertarias del pueblo de México y forman parte, sin duda alguna, de un supremo valor de identidad entre los mexicanos.
En este sentido, el común de los mexicanos pudiésemos pensar, que el primer evento de la celebración del Grito de Independencia se registra a partir del primer aniversario de la consumación de la misma. Sin embargo, este no se registra sino hasta 15 años después de que se inició esta gloriosa gesta emprendida por el padre don Miguel Hidalgo y Costilla y el grupo de patriotas que lo acompañaron.
Ya se había establecido el sistema federal conforme a la Constitución de 1824, y era Presidente de la República don Guadalupe Victoria, –que su verdadero nombre era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix–, y era originario de Tamazula, Durango.
El primer síndico del Ayuntamiento, don Wenceslao María Sánchez de la Barquera, dijo, en el marco de la preparación de los eventos para conmemorar esta efeméride: “Nos reuniremos cada año para avivar el patriotismo; procuraremos que en esta fecha se inauguren sociedades, escuelas, obras públicas; se darán premios a los que hayan merecido el bien de la patria; a los hombres de ciencia, literatos, etcétera; se abrirán exposiciones para que el comercio, la industria, la agricultura y demás fuentes de riqueza presenten los mejores productos que obtengan para recompensarlos”
El mismo Sánchez de la Barquera, propuso la creación de una Junta Patriótica que se ocupara de dar solemnidad a la conmemoración inmediata y a las que siguieran. Todas sus propuestas fueron aprobadas con entusiasmo por los munícipes, que vieron en ellas una forma de reparar el olvido en que hasta entonces habían tenido a los iniciadores del movimiento insurgente.
No perdonaba medio ni ocasión para hacer patria.
Después de una procesión cívica por las principales calles, hicieron alto frente a las puertas centrales de palacio Nacional. Allí habían levantado un espacioso templete, que mostraba por galas ricos cortinajes de terciopelo y seda; airosas banderas con los colores de la patria y severos escudos nacionales.
El Presidente de la República, acompañado de los altos funcionarios y representantes diplomáticos de las naciones amigas, tomó asiento en el lugar de honor, teniendo a la vista una gran aglomeración de personas de todas las clases sociales que llenaban por completo el espacio libre entre la fachada de palacio y el centro de la plaza.
Sucedió en este punto del programa –relata en un artículo Felipe Victoria- el reparto de premios hecho por el Presidente de la república a los alumnos más distinguidos de las escuelas oficiales y particulares, tanto hombres como mujeres. El Presidente Victoria, durante su administración, no perdonaba medio ni ocasión para hacer a la patria todo el bien posible. La instrucción pública le debía especial solicitud.
“Puesto en pie –continua el editorialista- el primer Presidente hizo que terminara la ceremonia con el acto más importante y conmovedor de ese día: hizo declaración solemne de que con esa fecha, quedaban rescatados a la condición de hombres libres varios residentes negros en territorio nacional; que habían pertenecido en esclavitud hasta esos momentos, sancionando para siempre la completa libertad de hombre en nuestro suelo”
En nombre de la patria sois libres.
El Presidente, dirigiéndose a aquellos a quienes en ese día redimía, les dijo “Esclavos, en este día en que se celebra el aniversario de la libertad, recibidla en nombre de la patria, y acordaos de que sois libres por ella, para honrarla y defenderla”
Así, al correr de los años, aquella ceremonia que se inició el 16 de septiembre de 1825, se ha convertido en el desfile que es todo un acontecimiento nacional; lo mismo que la recepción del cuerpo diplomático y la declaración del Presidente Guadalupe Victoria en beneficio de los últimos esclavos que aún quedaban del régimen Virreynal. Así se dio nacimiento a la ceremonia que se celebra año con año en los salones de Palacio Nacional para salir al balcón a dar “El Grito de Independencia” que llena la plancha de la Plaza de la Constitución y termina en una verbena popular.
De nueva cuenta este mes hemos vuelto a vivir ese sentimiento patrio. Ojalá, que aun en la era de las tecnologías; la invasión cultural; la crisis de seguridad y el poco interés de nuestro sistema educativo para la enseñanza y el fomento de nuestra historia, sigamos acrecentando la conmemoración de esta significativa ceremonia para todos los mexicanos.
*Cronista de Badiraguato.