Por Daniel Garcia Lopez*
Guasave, a pesar de tener un rico y emocionante pasado, siempre ha padecido una especie de amnesia en lo que a pasado histórico se refiere. Poseedor de una vasta herencia prehispánica, la cultura Guasave ha estado sepultada siempre en las memorias de sus moradores. Su nombre resuena a nivel internacional, ya que después de los descubrimientos arqueológicos llevados a cabo en 1938 por el arqueólogo Gordon Ekolm, fue reubicada la frontera del septentrión Mesoamericano hasta este bello rincón de la geografía sinaloense donde, por gracia, nos tocó nacer.
Es Guasave pues, orgullosa heredera de una cultura que ha fascinado a propios y extraños con la belleza y calidad de su cerámica, con lo intrincado de sus diseños y el hermoso colorido de su decoración. Para muchos es desconocido saber que los vestigios de esta hermosa cultura en su mayoría se encuentran fuera de nuestras fronteras; para otros, es un factor determinante que obliga a preservar, entre los dominios del viejo Petatlán, esos vestigios que por herencia nos corresponden. Es necesario que se queden aquí, custodiados por el hermoso cielo azul de nuestros cálidos agostos y el melancólico tañer de las viejas campanas de su Iglesia del Rosario.
Precisamente con ese anhelo de preservar nuestra historia en el mismo lugar donde nació, es que crece el esfuerzo de uno de sus hijos por darle a Guasave lo que por tantos años anhelaron quienes ven en ella una tierra pródiga y amada; un museo que signifique y sea el principal custodio de su historia y su cultura.
Organizando esfuerzos y voluntades, el Doctor Jorge Cervantes Castro, animó a su familia para que su vieja Casona, que ha visto pasar por sus altas banquetas y sus intrincados balcones, el amanecer de tres siglos: iniciada en las postrimerías del XIX, habitada por su familia durante todo el XX y orgullosa y casi intacta en el XXI, se convierta en el Museo de nuestra ciudad; ya que en sus amplios portales sucedieron eventos que dieron figura a nuestra historia, como el haber sido sede del Club Anti-reeleccionista organizado por Don Francisco I. Madero al visitar Sinaloa durante su campaña, en 1909.
Descendiente de ilustres familias, ya que por vía materna un grupo de mujeres fueron las primeras en Guasave en obtener un título universitario; por vía paterna, recibieron la visita de don José Vasconcelos, Secretario de Instrucción Pública, atraído por la fama de la biblioteca que poseía la familia Cervantes Ahumada en El Amole, en cuyos tomos y páginas abrevó el ilustre doctor Raúl Cervantes Ahumada. De ninguna manera es casualidad pues que esta familia haya crecido respirando el aire de los ejemplos tanto maternos como paternos de historia, cultura y arte.
Es así como deciden hacer girar los viejos goznes del zaguán para que toda una ciudad pueda tener un espacio digno para contener nuestra historia, sus bellos jardines y portales estarán al servicio de las artes y la cultura, sus “piezas” se convirtieron en salas para ser receptáculo de objetos que dieron vida a nuestro pueblo a través de los siglos; donde las nuevas generaciones conozcan el esplendor de su época prehispánica, que se sientan orgullosos de aquellos hombre y mujeres que nos dejaron tanta belleza plasmada en su cerámica precolombina, que los niños y jóvenes sepan la importancia que representa la Virgen del Rosario, que con las romerías que llegaban para besar sus plantas, permitió durante muchos años sostener su endeble economía, cuando Guasave, nuestro Guasave, aún no era el Corazón Agrícola de México.
*Historiador y cronista.