Por Sofia Mireles Gavito*
Hacia 1500, el Renacimiento italiano tuvo una gran transformación, gracias a los genios de Miguel Ángel, Rafael, Bramante, Leonardo Da Vinci y el Papa Julio II. El Papa Julio II tenía tal personalidad, que fue capaz de inspirar y dominar a: Bramante, Miguel Ángel y Rafael. Sin él, Miguel Ángel no habría pintado la Capilla Sixtina, ni Rafael habría decorado las estancias papales; y hoy no tendríamos dos de las altas expresiones visibles del poder espiritual.
El Papa Julio II concibió el proyecto de demoler el antiguo San Pedro. Era uno de los templos de mayor tamaño y más antiguos del mundo occidental, y desde luego el más venerable, ya que se alzaba sobre el lugar donde se suponía que San Pedro había sufrido el martirio. Julio II decidió demolerlo y reemplazarlo por algo mucho más grandioso. Llamó al arquitecto Bramante para el proyecto, él empezó el Vaticano, pero fue terminado un siglo más tarde. La Cúpula de San Pedro fue diseñada por Miguel Ángel.
El Renacimiento que empezó en Florencia, busco inspiración en la civilización grecolatina. Pero el hombre que de veras asimiló el arte antiguo y supo recrearlo, haciendo más vital y más intenso todo su poder expresivo fue MIGUEL ÁNGEL BOUNARROTI. Nació en Caprese ( Toscana) en 1475 y murió en 1564. Llegó a ser pintor, escultor, arquitecto y poeta. Nadie ha igualado la amplitud, la originalidad y la fuerza de sus concepciones. En 1496 fue a Roma, y le impresionó tanto que hizo algunas imitaciones de esculturas grecorromanas. En 1501 Miguel Ángel volvió a Florencia, y le encargan la escultura de DAVID.
En sí, el cuerpo de DAVID podría ser un producto singularmente tenso de la antigüedad; sólo al llegar a la cabeza somos conscientes de una fuerza espiritual que el mundo antiguo no conoció jamás. Implica un desprecio a la comodidad, y el sacrificio de todos esos placeres de la vida civilizada, tiene una actitud desafiante. Para Miguel Ángel, el cuerpo humano puede ser expresión de sentimientos nobles, de energía creadora y perfección divina; y no un objeto de vergüenza.
Julio II no sólo ideó la edificación del Vaticano, sino una tumba para sí mismo. Esta última no llegó hacerse, pero en el proyecto de ella, estaba que Miguel Ángel hiciera 40 esculturas, de tamaño mayor que el natural. Miguel Ángel hizo algunas figuras para el proyecto, la mayoría quedaron sin terminar. Se les llaman “LOS CAUTIVOS”. Sus cuerpos emergen del mármol; hasta cierto punto, el mármol en bruto es como la sombra, un medio de concentrar las partes sentidas con mayor intensidad, pero mientras parece aprisionar a las figuras. Ante estas obras, nos encontramos con la gran preocupación de Miguel Ángel: la lucha del alma por liberarse de la materia.
A pesar de haber creado obras maestras con otros materiales, Miguel Ángel siempre se consideró ante todo como escultor. Además del David, hizo varias: La Piedad y El Moisés, entre sus obras más famosas.
Después de “Los Cautivos”, el Papa Julio II encargó a Miguel Ángel pintar el techo de la CAPILLA SIXTINA. Los temas son historias del Génesis, en los cuáles quiere demostrar su sentimiento religioso y la importancia del espíritu del hombre. Como narración empieza con la creación y termina con el juicio final. Según entramos está la figura de Noé; al otro extremo, está el Todopoderoso separando la luz de las tinieblas: aquí el cuerpo se ha transformado en símbolo del espíritu, e incluso la cabeza, cuyas asociaciones humanas habrían sido demasiado evidentes, se han desdibujado.
Entre estas dos escenas, se inserta el episodio central, la creación del hombre con un cuerpo de esplendor sin precedentes, está reclinado en el suelo y alarga su mano hasta casi tocar la de Dios, y una descarga eléctrica parece pasar entre los dedos de ambos. De este glorioso ejemplar físico, Dios ha creado un alma humana; se puede decir que toda la obra es un poema sobre el tema de la creación. Detrás del Todopoderoso, en la sombra de su manto, aparece la figura de Eva.
En las pequeñas intersecciones de una escena a otra están sentados los profetas y las sibilas que anunciaron la venida de Cristo. La sibila de Delfos es la que más se parece a una figura femenina, ya que casi todas las figuras femeninas que pintó Miguel Ángel tienen la configuración y musculatura masculina.
Como poeta dejó de ejemplo un bellísimo soneto:
Veo con tus bellos ojos dulce lumbre,
Que a los míos ciegos ya el mirar lástima;
Transportó con mis pies un peso encima
Que los míos cojos no tienen costumbre.
Vuelo yo con tus alas y sin plumas,
Por tu ingenio hacia el cielo soy movido.
Soy, a tu arbitrio, pálido o encendido,
Frío al sol, tibio en las más frías brumas.
Mis deseos son los que tú deseas,
En tu pecho se forman mis ideas,
Mis palabras tu aliento va formando.
Como luna sin sol casi me siento,
Pues mis ojos no ven el firmamento
Sino en tanto tu sol está brillando.
*Cronista de Tonala, Chiapas.