“La educación constituye el cimiento que permite ampliar nuestros horizontes y alcanzar un mejor nivel de vida, pues sólo cuando se sabe lo que se quiere, se descubre quien es’’.
Ingrid Suckaer
La temporada vacacional para la población estudiantil ha terminado, un nuevo ciclo escolar se encuentra en marcha y el regreso a las aulas de los educandos permite atisbar un futuro prometedor donde el saber sea la piedra angular del conocer. Los tiempos tecnológicos actuales han cambiado la dinámica del conocimiento, “hoy las nuevas reglas son conocer, no saber,” es la sentencia que emiten los estudiosos de la ciencias que convergen en la educación para definir a la que se imparte oficial o privada. La comunicación, añaden, ha suplido de manera notable a la investigación como herramientas y si bien es un cambio radical en la instrucción, es necesario que los dos métodos se complementen y no que uno tenga preminencia sobre el otro.
La raíz latina de educar (educare) tiene como significado “sacar de adentro” y este debe ser el objetivo en los salones de clase, lograr que alumnos y docentes saquen lo mejor y lo pongan al servicio de la sociedad de donde proceden. Ese es el reto del año escolar que inicia, que la educación no sea un título nobiliario, promesa de salario generoso o galardón de socialite, sino compromiso con la especie, el hábitat y el futuro, que así sea para el bien del alumno, maestro y de México, lo necesitamos, lo demandamos.