Por Alberto Ángel ‘‘El Cuervo’’*
La primera vez que escuché la palabra “secre”, me imaginé que se refería a alguna actividad secreta… Así me sonaba… Pero casi de inmediato, comprendí que se trataba de un apócope de “secretario”…
—Mira, Alberto, estás comenzando en este oficio y hay cosas que no conoces… Para poder cantar con una orquesta, necesitas arreglos… No puedes llegar y pedir que te acompañen como si fuera película en donde de repente una orquesta imaginaria comienza a escucharse…
—Pues sí, Maestro, lo entiendo, pero es que el tipo ese fue muy grosero conmigo y pues se enoja uno, las cosas se entienden hablando…
—No hay problema, mira, por hoy, vamos a improvisar un cuarteto para que te acompañe y ya de regreso a México, me buscas y buscamos a alguien que te escriba unos arreglos… Dile a mi secre que te de mi dirección y yo te ayudo…
—Gracias, Maestro, por su apoyo y sus consejos, yo lo busco entonces…
Se trataba de Luis Arcaraz hijo. Heredero de todo un prestigio dentro de la composición y las orquestas de nuestro país, quien se convertiría en mi gran amigo con el paso de los años… Su orquesta, fue el primer acompañamiento que tuve con músicos en vivo en Minatitlán, Veracruz… Ese Minatitlán de todos mis recuerdos… El ensayo con la orquesta fue en el ADM (Asociación Deportiva Minatitlán), donde se realizaban los grandes bailes… Y la presentación, en el parque de beisbol, aquel lugar donde muchas veces fuera de niño a formar parte del público que aplaudiera a “los artistas” que llegaban en mágica caravana… Desde luego, regresando a México, acudí a la dirección que me había dado el secre de Luis. Desde ese día, y dado que en aquel entonces, el concepto que tenía acerca del término “Artista” era de aquel que salía en radio, cine y televisión actuando y/o cantando, parte de mis sueños era el llegar a tener un secre… Eso sería el complemento básico para mi carrera. Sí, los años de inocencia que motiva la imitación de los modelos que los compañeros que ya gozaban de una fama significaban para nosotros los que comenzábamos en el espectáculo…
Pero un secretario en este oficio es mucho más que la figura secretarial de un empleo de oficina… Por eso no es un secretario sino un “secre”… Un secre, es un amigo, un hermano, un cómplice… Pero un secre, como condición sine qua non, deberá entender que quien le contrata es la figura a quien hay que defender por sobre toda situación y evento… La relación entre el secre y el artista es una verdadera simbiosis… El oficio de secre, no es nada nuevo, no. Desde tiempos remotos, Los creativos de todas las ramas del arte, han tenido sus asistentes que conocen perfectamente la vida, las emociones, el carácter y las necesidades del artista desde las más superfluas hasta las más profundas… Sólo que en nuestro México pintoresco de todos mis amores, no podía ser nombrado asistente… Cuando menos, no en esa época. Tenía que ser nombrado de manera tan afectuosa como la relación que se establecía con ellos. Una relación que iba mucho más allá de lo meramente laboral… Por ello, incluso, eran llamados de manera especial sin importar el nombre. Así, era por ejemplo, “El Oaxaquita”, secre alguna vez de algún poeta que deambulaba por el paisaje mexicano viajando de aventón… Desde luego, el aventón, la mayor parte de las veces, era encomendado al “Oaxaquita”, el secre… Inolvidable el “Oaxaquita” que un día fuera víctima de robo de sus zapatos en un sitio de reunión de los llamados Harikrishna al que acudiéramos en “busca de los secretos universales” el poeta, el oaxaquita y yo para solamente darnos cuenta, bajo la carcajada típica del poeta, que en todos lados se “cuecen habas”… Así también fue la existencia de “Harry el sucio”, secre de “Los Baby’s”, quienes le llamaban de esa manera no precisamente por sus habilidades que emularan a Clint Eastwood en aquella afamada película, sino porque verdaderamente siempre daba la impresión de estar sucio… Así aquel secre que deambulaba por el rumbo del Teatro Blanquita y que trabajaba con uno y otro por propinas a quien sólo conocíamos con el nombre de “El Angustias” tal vez debido a que siempre daba muestras de su preocupación extrema por cumplir cabalmente con su labor… Otro afamado secre fue el “chiquidrácula”, minúsculo empleado de gigantesco patrón… Era el “chiquidrácula”, fiel asistente de el talentoso Vitorino, aquel a quien se anunciaba como “150 kilos de rock”… La diversión favorita de Vitorino, era sentarse sobre el “chiquidrácula” cuando le ayudaba a cambiarse hasta que pedía clemencia casi sin poder respirar… Hexiquio, secre de Gualberto Castro, en sus tiempos libres se dedicaba a “preparar” cadáveres para dejarlos presentables ante sus familiares y cuando a Gualberto sufrió de un infarto, Benito (su primo) le dijo a Hexiquio: “Ahí se lo encargo, me lo deja guapo…” la respuesta de Gualberto fue un chilanguísimo “¡No mame, mi Beno, con eso no se juega…!” Un secre, ayudaba a vestir, se encargaba de tener agua en el camerino, planchar la ropa, vender los discos, cobrar, depositar, pagar y estar pendiente de todo… Y recuerdo con gran afecto, a Octavio… Aquel secre que era capaz de enfrentarse a quien fuera con tal de protegerme… Con su minúscula estatura y su formación en “barrio bravo”, vigilaba que su patrón estuviera tranquilo y atendido… Inolvidable su primer viaje conmigo… Fuimos a Tampico, casi fue de improviso, pasamos a su casa por una pequeña maleta con su ropa… De regreso, después de haber opinado como si fuera un experto en todo y para todo, su felicidad era evidente… Podía ser neófito en cualquier asunto, pero jamás lo daba a ver… Siempre compensó su falta de preparación con una audacia que le permitía mimetizarse en cualquier situación… Y siempre cuidó de mí con un cariño casi filial… “Usté es como un padre para mí, me cai… No sabe todo lo que me ha enseñado” Así, una semana después de aquel primer viaje, en el que se mostró como un experto resolviendo todo en el aeropuerto, me comentó que en “la vecindad”, le habían hecho una comida…
—A poco fue su cumpleaños y no me dijo…
—No, no fue nada de eso, patrón… La comida fue para que les comentara del viaje, es que como fue mi primera vez…
—Ah, entiendo, le preguntaron por el show, por el escenario, la gente y demás…
—No, nada de eso… La comida fue para que les contara a todos ¡Qué se siente…!
—¿Qué se siente… Qué se siente trabajar en el espectáculo…? o a qué se refiere…
—No, patrón, todos querían que les contara qué se siente viajar en avión… Para nosotros, eso es algo casi imposible, por eso fue la comida, para que les contara todo acerca de lo que se siente volar por primera vez…
Mi sorpresa, no pudo haber sido más grande… Me di cuenta que era yo quien había aprendido de él en ese momento… Me quedé mirándolo en silencio y reflexionando lo lejos que a veces estamos de esa conciencia de realidad… No volví a ver a Octavio, pero lo recuerdo siempre con ese afecto tan especial que llega a darse con un secre, personaje de gran relevancia en el mundo del espectáculo.
Cantante, compositor y escritor.
Muy humano, Godoy. No podía ser de otra forma. Siempre has sido sensible a lo que consideramos «simple» o «sencillo» y que es la esencia de lo grande. Un beso.
Definitivamente ,quien menos te imaginas te da una enseñanza…De la gente humilde y sencilla,
La humildad de la gente es lo que la engrandece…