Por Jaime Cháidez Bonilla*
HERMOSILLO, SONORA.- Es un hombre de 83 años que camina entre el sopor de los 111 grados Fahrenheit (44 Centígrados). Emmanuel Carballo es acompañado de su esposa Beatriz Espejo y participa en distintas actividades agendadas en el encuentro literario Horas de Junio. Escucha el trabajo de los poetas y les expresa su opinión, viaja a las playas de Guaymas donde observa el mar y el desparpajo de los escritores, se da tiempo de ir al cine para ver la recreación del asesinato político en Lomas Taurinas, y –como acto principal- recibe una pequeña escultura de un indio yaqui que representa el homenaje especial que el encuentro literario le ha dedicado.
-“Este reconocimiento es muy especial porque viene de los estudiantes, maestros y escritores. Que no sea el gobierno los que hacen, que sea el pueblo los que hagan el acto. Yo vine fundamentalmente por esto. Este premio es el primero que me dan de este tipo. Es un premio de la gente, se los agradezco mucho”.
– ¿Está satisfecho con su vida?
– No, satisfecho no. He hecho lo que he podido. Una cosa que me satisface es lo que se pueda decir de mí. Mire, a los 20 años la gente dice de uno “es muy valiente”, a los 30 le dicen “es muy talentoso”, a los 40 es “muy servicial”, y a los 50 años “es un hijo de la chingada”. Yo tengo 80 y no soy hijo de la chingada ni soy talentoso, soy un hombre dedicado en cuerpo y alma a las letras y a este país llamado México, en el sentido político-social-económico-artístico.
Me interesa este país, no he migrado de este país, le he dado. Si todos como yo, modestamente, hiciéramos eso, no le pidiéramos sino le diéramos a México una educación adecuada, una política absolutamente honrada y correcta, de acuerdo al momento que estamos viviendo yo me sentiría feliz y me moriría muy tranquilo… pero veo que las cosas no van muy bien.
¿A lo largo del tiempo cómo ve a Tijuana?
Bueno, es el último rincón o quizás sea el primer sitio donde las cosas están empezando y otra vez, como en 1910, del norte vayan bajando las huestes de una nueva manera de ver México, de entender sus problemas, de salir adelante ante una serie de cosas. Hay que acabar con el narcotráfico pero no hay que acabar con México, el narcotráfico no es México. Hay que engrandecer a México, no hacer esta guerra estúpida entre los buenos y los malos, esto parece una película de los años 30 de Juan Orol y no un problema internacional.
UNA VIDA DEDICADA A LA LITERATURA
“Si hablo bien la gente piensa que debía haber hablado mejor y si hablo mal me dicen que soy un envidioso y un ignorante”.
En 2009 Emmanuel Carballo (Jalisco, 1929) recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes que otorga el INBA.
Los distintos homenajes que ha recibido reconocen 60 años de amor a las letras, al periodismo, a la cultura desde distintos cargos, de editar publicaciones de calidad, de ser parte de una generación de grandes escritores como Carlos Fuentes, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Jaime Sabines; de ser testigo del nacimiento de autores como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, etcétera.
Se le pregunta el significado de pertenecer a toda esta generación.
“No lo creo, me gustaría ser más talentoso. Y no es que carezca de talento, pero tampoco soy un súper talento. Si me pone una calificación puedo obtener un 8.5 que podría ser un 9 (bromea). No nací para tener 10, eso es para la gente más importante. No soy indispensable, sólo soy parte de una época muy importante de la literatura mexicana”.
Respecto de que es lo que más ha gozado durante su vida, expone: “Tomar la pluma, leer y vivir. Hay grandes escritores que se las saben de todas a todas que no han tenido una vida que valga la pena. No han sufrido, no han gozado, no han amado, no se han enlodado hasta el cuello. No han vivido profundamente como ser humano. Yo he vivido puercamente la vida”.
“Yo todo me lo he ganado a pulso, nadie me ha regalado nada. Me siento un hombre que no se ha engañado a sí mismo, que le complace decir la verdad sustentada en 60 años de experiencia”.
Emmanuel Carballo es el escritor incómodo que lastima con sus letras.
-“Hace 50 años, cada semana perdía un amigo. Ahora, he perdido 2 mil 500 amigos. Si hablo bien la gente piensa que debía haber hablado mejor y si hablo mal me dicen que soy un envidioso y un ignorante. Sólo puedo decir que he hablado con razones, no con el afán de fastidiar a nadie”.
*Periodista y editor cultural.