El maestro Max Gómez Blanco nació el 23 de septiembre de 1911, en El Fuerte. Sus padres fueron los maestros Arnulfo Gómez Martínez (egresado del Colegio Civil Rosales) y María Blanco Real, mujer excepcional, autodidacta y virtuosa de la música, que logró hacer de sus hijos, maestros, poetas, músicos y pintores (la vena artística alcanzó a sus nietos). Max, por su parte, creció leyendo e investigando, siempre fiel a su origen. Su familia radicó por un tiempo en Topolobampo, y en esa estadía descubrió su vocación por las comunicaciones. Maravillado por los aparatos de comunicación utilizados en barcos de la época, vagó por las cabinas de cuanta nave de gran calado, arribaba al puerto; llamaba poderosamente su atención, las formas de comunicación entre los barcos que cruzaban los océanos en otras dimensiones.
En Culiacán se inscribió en el Colegio Civil Rosales, para estudiar la Normal, destacando por su inteligencia natural, siendo condecorado con diploma y medalla. Recién egresado se le nombró director de la biblioteca del colegio, al tiempo que se integró a la estudiantina del plantel, formada y dirigida por el maestro Martínez Cabrera, tocando el violonchelo, a manera de contrabajo.
Incursionó en el periodismo y fundó al lado de Enrique Félix Castro y El Chacho González, la revista Luchemos. En el Colegio Civil Rosales conoció a Ernesto Von Radke (maestro de inglés), aficionado a la radio-telefonía, con quien se identificó plenamente por su interés por las comunicaciones. Las autoridades del colegio se sorprendieron por sus descubrimientos y en aras de que fuera más allá en sus conocimientos lo becaron para que asistiera a la Escuela Nacional de Maestros.
En 1934, obtuvo, de la Liga de Radio Experimentadores, permiso de Radio- amateur así como la licencia con las siglas XEIFB.
Con el pago que recibía de su beca compró los primeros bulbos, condensadores, bobinas y lo necesario para armar un aparato de comunicación radial.
Pasado el ciclo escolar regresó a Culiacán, con su primer equipo de Radio-transmisión, construido por él mismo. La Universidad lo contrató para impartir clase de Física en la que realzaba el capítulo de electricidad.
Convirtió su cátedra en permanente laboratorio experimental, contagiando a otros; así fue como en la Universidad se conoció un transmisor de radio de dos bulbos con el cual se llevó a cabo la primera transmisión radial de la época, utilizando como línea de baja impedancia, un tipo de alambre o cordón dúplex, usado para 110 watts, en cuyo extremo había un micrófono de los teléfonos de la época. Laboró por cinco años en la Dirección General de Educación y como supervisor escolar en la 5º zona, que comprendía los municipio de Elota, Cosalá y San Ignacio. Después dirigió la escuela primaria Lic. Benito Juárez, que funcionaba en las esquinas de Ignacio Zaragoza y Rafael Buelna (donde hoy está Almacenes Zaragoza Muebles, en Culiacán). Por un tiempo radicó en Mazatlán, realizando transmisiones radiales, apoyado por sus conocimientos y aparatos que había fabricado en Culiacán. Regresó a la capital del estado donde se encargó de la dirección del primer Centro Escolar Antonio Rosales; después formó parte del Comité Ejecutivo Estatal de la Sección Magisterial.
Por ese tiempo adquirió la primera concesión para operar una radio comercial, que le vendió don Ignacio L. Sáiz, previa autorización de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Las nuevas siglas fueron XEBL y quedó instalada en una de las aulas de la escuela No. 4, actual edificio del Instituto Sinaloense del Deporte. En esos estudios cantaron Pedro Infante, Fausto Millar, Cubeto González, Enrique Sánchez Alonso, y un sin fin de aficionados al canto. Ese fue el inicio de una maravillosa época de la radio en Culiacán. Gómez Blanco progresó en sus experimentos y mejoró económicamente. Hubo preferencia por los programas en vivo, desfilando gran número de voces y valores artísticos que marcaron la historia de la radiodifusión cultural y comercial en Sinaloa. Gómez Blanco puso los micrófonos de la XEBL, al servicio de la comunidad. El auditorio se identificó con las voces de locutores y sus programas.
Con el tiempo logró la concesión de la estación XENZ, mejor conocida como la Joven del cuadrante, o La cinco setenta, creando el servicio social en mensajes que la gente enviaba, avisando de algún acontecimiento a sus familiares, o simplemente para que se le complaciera con alguna melodía en especial. La XEBL, pionera en potencia, de 100 watts, saltó a los 250, después a los 500 y finalmente, en 1953, con transmisor de fábrica y antena a la medida, alcanzó los 5000 watts, en la frecuencia de 710 kilohertz, ubicándola como la estación radiofónica de más audiencia en el noroeste mexicano.
Maximiliano Gómez entregó lo mejor de su vida al servicio de las comunicaciones, de gran utilidad a la sociedad en esa época, en que el traslado de las personas era tan difícil, por lo agreste de los caminos, en caso de desastres naturales, y que decir de aquellas familias que vivían y viven en la región de los altos, no sólo de Sinaloa, sino de Durango y Chihuahua. Si duda hizo escuela, pues a su lado y al de su esposa, la maestra Angelina Viedas, se formaron magníficos locutores, conductores de programas, cronistas deportivos, maestros de ceremonias, escritores de scripts y productores de anuncios comerciales y culturales.
Hasta el final fue un apasionado por las comunicaciones con aparatos de banda larga y corta, siempre contactando radioaficionados de otras latitudes, compartiendo experiencias e impresiones sobre equipos de radio, la búsqueda de algún familiar; el reporte del estado del tiempo, comentarios sobre congresos o reuniones de socios; en fin, siempre prestos a apoyar en casos de desastres naturales, inundaciones, terremotos, incendios o cualquier otro acontecimiento que ameritara sus servicios, tales fueron los casos de terremotos en la India, México, El Salvador, Brasil, San Francisco (USA), por mencionar algunos. El papel de los radioaficionados fue preponderante.
El ameritado maestro, falleció en Culiacán, ciudad que tanto amó y a la que sirvió sin reservas, el 25 de febrero de 1999 a la edad de 89 años víctima del Alzehimer. Cabe destacar que para la prensa local su fallecimiento paso inadvertido mientras que en otras partes del mundo, la noticia de su muerte cimbró a miles de aficionados que esparcieron el infausto acontecimiento a través de las hondas hertzianas, que inundan el espacio, por donde viajó Maximiliano Gómez Blanco a través de sus mensajes, durante más de cincuenta años.
*Locutor e historiador.