Al maestro José María Figueroa Díaz,
por su cobijo en Presagio
La actividad periodística cambia según el semblante social, no importa el sistema político que domine; el periodista, constructor sustantivo de la actualidad, necesita expresar lo que la sociedad mayoritariamente demanda. Por ello el periodista refleja con su trabajo, una intima necesidad que muchas veces incomoda a propios y extraños.
La empresa periodística de la actualidad, está preponderantemente ligada a las oportunidades del mercado. Necesidad y consumo; esto se refleja en los espacios publicitarios que le dan sentido a la expresión de los rendimientos económicos que permiten mantener un periodismo de gran envergadura.
En ese marco, es donde el empresario concede espacios para la expresión política y cultural de editorialistas, escritores, ensayista y artistas que abordan temas de la más diversa actualidad.
El periodismo corporativo es una realidad en nuestro tiempo y espacio social. Tuvo razón aquel zar del periodismo norteamericano William Randolph Hearst, al afirmar cuando visitó Culiacán en el año de 1910, que el negocio periodístico era posible con un gran número de lectores, las inversiones en periodismo son rentable con grandes tirajes y una masas de lectores, consumiendo diariamente con avidez las noticias que la redacción les ofrece.
“El ciudadano Kane” inventó las páginas amarillas, para mantener lectores cautivos y fue tanta su perversa astucia que propuso que el gobierno norteamericano invadiera pequeños países de la órbita imperial para propiciar un sistema noticioso constante.
Sin embargo en el oficio existen resquicios para manifestar los valores del periodismo como actividad que ha sabido mantener principios éticos que necesitan de una férrea voluntad.
Cada tiempo tiene sus periodistas y hoy que muchos han olvidado la historia de un país que les dio identidad y concepto de patria, tendremos que valorar a Francisco Cortes, Cipriano Piña y a José C. Valadés, como periodistas patrióticos que mantuvieron el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, denominado “El 5 de mayo”, en plena intervención francesa, al publicar desde el 24 de febrero de 1866 hasta el 24 de noviembre, 30 emisiones de un periódico que prestó importantes servicios a la causa soberana contra la intervención francesa en Sinaloa, abarcando el Noroeste mexicano.
Editado desde Culiacán, Sinaloa en los talleres tipográficos de la prefectura, por el maestro F. Riestra, el contenido refleja los avatares de una guerra de intervención y una defensa férrea por mantener viva la llama de la república con el Lic. Benito Juárez a la cabeza.
En esta conmemoración, recordemos a los periodistas sinaloenses que nos heredaron las páginas de “El 5 de Mayo”, como fuente histórica de una gesta formativa de nuestra identidad política.
Rescatemos para nuestro patrimonio histórico documental las páginas de “El 5 de Mayo”, que también reflejan dolor por las derrotas y pérdidas de los seres queridos de las familias sinaloense de mediados del siglo XIX, pero también disfrutemos las arengas patrióticas de Domingo Rubí, Eustaquio Buelna, el recuerdo victorioso de Antonio Rosales en San Pedro, las palabras de aliento del Obispo de Sonora y Sinaloa Dr. Pedro Loza al regresar al auxilio de su grey, tal como lo muestran las páginas del periódico de los sinaloenses que durante mucho tiempo se nos regateó su difusión.
Admiremos el pasaje heroico de Doña Concepción Valdez, mejor conocida como “Nana Chon” reclamando a las tropas francesas su falta de decencia y cultura para ofender a las indefensas mujeres de Concordia, que ultrajadas entregaron sus escasas pertenencias a una turba de saqueadores.
“Con que esta es, les dijo, la civilización que traen a nuestro pueblo. Ya vemos que el incendio, el robo y el asesinato es vuestro oficio. Sois tan miserables como cobardes”.
Hemos contado con el periodismo satírico-político, ese que aparece coyunturalmente cuando los mandos simbólicos y reales se someten a las urnas en un ejercicio electoral que desnuda a los contendientes.
(La Peste Bubónica. Panfleto. Colección Dr. Ramón Ponce de León. AHGS)
Conmemoramos muchos periodismos , dese el comercial, político, cultural, científico, radiofónico, televisivo y hasta el emergente de los nuevos y juveniles medios de comunicación, porque todos ellos son expresión de comunicación humana. Ahí encontramos palabras duras y sublimes; tiernas y terribles; temerosas y valientes. Todas las palabras, hasta las que definieron destinos.
(Periodismo Sinaloense, varios autores, compilación de José Ma. Figueroa Díaz, Culiacán, Sinaloa 1996)
Conmemoramos la capacidad de ejercer una libertad que hemos conquistado con sangre, sudor y lágrimas, a través de duras jornadas de lucha, que no debemos olvidar, sino engrandecer con la mejor expresión de nuestras capacidades.
*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.