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Los incunables

Por domingo 3 de junio de 2012 Un comentario

Por Alberto Ángel El Cuervo*

—Oye, que editaste tu nuevo libro en Venecia… Lo leí en un reportaje que sacaron tuyo… No nos habías dicho…

—No, en realidad no es un libro como tal bajo el concepto actual… Más bien es algo parecido a un incunable… Lo hicimos entre cuatro artistas en Venecia: Dario Santacroce, Tamara, Alberto Bustillos Rodríguez y Alberto Bustillos Alamilla, o sea yo…

—¿Un qué..?

—Un incunable…

—Qué es eso…

—Un libro…

—Y para qué andas inventando palabritas raras, mejor di un libro y ya…

—Es que no es cualquier libro…

—Qué tipo de libro es, de qué habla o qué… Suena como si fuera cancionero infantil jajajaja… Incunable…

—Pues no, nada qué ver con ello… Un incunable es algo muy distinto…

—Un incunable es alguien que no se deja apapachar, que no quiere que lo acunen…

—No, jajaja, tampoco es eso… Pero es una respuesta linda y divertida jajaja…

—¡Claro, un incunable es una obra de arte que es única, irrepetible..!

—No, tampoco es eso…

—No, no, no… Ya sé… Un incunable es un, es un… Cómo les diré… Un incunable es… Pues como un… mmmmmm…

—Sí, ya te entendimos, salud… Jajajajajaja, bueno, pues venga, dinos qué demonios es un incunable para seguir con la fiesta…

Mil respuestas más en torno al término… Me parecía muy divertida la manera en que se conceptualiza un término que se desconoce… Después de todo, es muy de los mexicanos que cuando ignoramos algo, decimos cualquier cosa por absurda que parezca, pero quedarnos callados, jamás… Ya casi al final de la plática alguien esbozó tímidamente que se trataba de un libro… Pero sin aclarar bien a bien, qué tipo de libro… Y no se piense que el círculo que asistía a la reunión era de iletrados ni nada por el estilo, simplemente que el término en sí, no es de uso muy común a menos que se esté con gente que labora en la rama editorial… Y aún en ese gremio, no existe un acuerdo absoluto que defina el término “Incunable”. Se le llama así, a los libros que fueron impresos desde la época en que aparece la imprenta hasta el año 1500 inclusive. Se calcula que hoy existen alrededor de 40,000 ediciones de incunables en el mundo. El término, viene del latín “incunabulae” que significa en la cuna, es decir, en los orígenes de la imprenta. En ese entonces, una misma persona era quien fungía como dueño de la imprenta, fabricaba, fundía y acomodaba los “tipos”, es decir los caracteres a imprimir, fabricaba el papel, encuadernaba y publicaba. Pero el término incunable, surge gracias a Cornelius Beughem, escritor y editor holandés. Fue el primero en utilizarlo en su “Incunabula Tipographyae”, editada en el año 1688… Resulta curioso que aquel a quien se atribuye el origen del término, no sea el autor de un incunable… Los libros, desde su aparición, han tenido, siguen y seguirán teniendo una magia muy particular… Pero si dejamos volar un poquito la imaginación y hacemos un recorrido por lo que puede considerarse la comunicación tipográfica, pues la magia crece mucho más… Revisemos el camino: De lo documentado en las cuevas rupestres, a las tablas de arcilla ya con la escritura cuneiforme y de ahí a los pergaminos para pasar a los papiros egipcios y a los códices mexicanos realizados en “amatl” (papel amate) constituyendo verdaderos libros y así hasta llegar al papel ya considerado como tal en China… Pero cuando surge la imprenta, con la posibilidad de realizar tirajes grandes, los libros cobran una nueva dimensión, de hecho, comienza su existencia…

—Mi querido Miguel ¿Por qué es importante un incunable…?

—Pues porque marca el principio de la historia de los libros, las ediciones como tales a partir de la imprenta y cuando la imprenta se encontraba en pañales… Es muy importante dejar claro que no puede ser considerado un incunable ningún libro publicado después del año 1500… Las ediciones de los incunables tenían tirajes cortos si los comparamos a las ediciones actuales, es decir con la tecnología de esta época, pero para ese entonces podemos decir que eran grandes tirajes maravillosos que ponían la información al alcance de todos…

—¿Existen incunables mexicanos?

—No, por solamente 39 años de diferencia, pero no pueden considerarse incunables… La primera imprenta de México se instala el 25 de septiembre de 1539 y condición para considerar un libro como incunable, es que sea publicado cuando muy tarde, en el año 1500.

Miguel Ángel Porrúa… Si alguien sabe de libros en México es él… Mi querido amigo quien por derecho propio es heredero de la dinastía de editores de libros de mayor prestigio en la historia de la impresión en nuestro país… Charlar con él es sumergirse en la magia de miles y miles de títulos que su impresionante biblioteca alberga… Y en ella, desde luego, Miguel Ángel cuenta con varios incunables maravillosos… Pero sigamos con los incunables. Fue Juan Gutemberg en el año de 1440 quien inventa la tipografía, es decir, la impresión con caracteres móviles, esas pequeñas letras o signos que se funden en metal uno por uno y se acomodan letra por letra hasta formar textos amplísimos para la impresión de esos libros incunables que nos ocupan en esta ocasión… Pero sería hasta 1453, cuando aparecen los primeros incunables justamente publicados por Gutemberg destacando dentro de ellos, la llamada “Biblia de Gutemberg”… Es necesario señalar, que en aquellos días, la impresión de cualquier texto, estaba absolutamente controlada por la Iglesia, de tal modo que toda publicación debía ser autorizada después de interminables trámites para evitar la censura. Antes de los tipos metálicos, existieron libros para los que se usaban planchas de madera fija, llamados por ello incunables xilográficos… Asimismo, los libros impresos después del año 1500, son llamados “postincunables o epigonoincunables” dado que epígono, se refiere justamente a alguien o algo que continúa con la misma escuela. Los incunables, indudablemente son obras extraordinarias valiosísimas, sí… Pero tal vez su mayor valor radica en que por vez primera, la cultura se puso al alcance de todos…

—A ver, entonces por qué dices que el libro que hiciste en Venecia es un incunable…

—No, no, no… Yo dije que es algo parecido a un incunable porque la manera de hacerlo fue similar incluso en la encuadernación a como los incunables se hacían, pero utilicé la palabra simplemente para aclarar las cosas, pero por lo que veo lo vine a complicar más… Pero qué bueno, porque nos dio lugar a esta disertación que por lo menos despierta la sed de leer y tal vez de leer un incunable…

—Pues yo, me quedo con mi definición: incunable es alguien que no se deja apapachar… Pinches escritores que todo lo enredan jajajajajaja… ¡Salud!

Y como dice esa frase atribuída a Ricardo Corazón de León: “Los libros me enseñaron a pensar y el pensamiento me hizo libre”… Aunque quizá por eso mismo, algunos no leen y quisieran que los libros sólo fueran parapetos bajo el brazo o el estómago, finalmente la libertad puede ser riesgosa para el autoritarismo.

*Cantante, compositor y escritor.

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