Por Héctor Chapa Saldaña*
En los últimos años el deporte conocido como fútbol (football soccer) ha alcanzado una popularidad insospechada, no sólo en nuestros país, sino en prácticamente todo el mundo. La sección deportiva de los diarios, destaca los incidentes de los partidos que semana a semana se desarrollan en todos los niveles por las organizaciones deportivas desde el nivel aficionado hasta el profesional. Se sabe que en nuestra región el fútbol fue traído por los españoles formando equipos en las antiguas haciendas. Sin embargo, la práctica del béisbol predominó durante muchos años y por décadas, la región está representada en la liga de nivel profesional.
Es interesante anotar que allá por los años cuarenta, una modesta empresa de fabricación de muebles de un familiar, patrocinó un equipo en la liga mayor gomezpalatina y recuerdo que, en el desfile de inauguración de una temporada de verano, desfilaron poco más de 100 equipos de todos los niveles.
Es probable que el fútbol se haya impuesto como el deporte popular por excelencia, tanto por la sencillez de sus reglas, como la poca inversión necesaria para su práctica.
En repaso mental vemos que la gran mayoría de los deportes se emplea una pelota que es impulsada y perseguida con los pies, lanzada con las manos o vapuleada con algún instrumento. De muchachos hacíamos pelotas con corazón de hule y enmadejadas con hilo de diferentes orígenes; con ella pretendíamos jugar béisbol en las cuatro esquinas del vecindario e incluso, ya de noche, dábamos mate a la pelota llenándola de petróleo, prendida de fuego y a jugar a las capeadas con la lumbre.
En el barrio de El Parralito de Gómez, fueron famosos los juegos de rebote en un callejón que desemboca en la Av. Morelos, en cuyo fondo se levantaba un elevado muro de adobe encalado y se empleaba una pesada pelota a mano limpia.
Históricamente, los mexicanos juegan a la pelota desde la época prehispánica, y de ello nos dan noticia los restos arqueológicos que se han encontrado en la zona maya, la zapoteca y la mixteca del estado de Oaxaca, la zona nahoa que abarcó la Mesa Central del país empleando paredes verticales como los restos de Xochicalco, los juegos de pelota de las regiones de Tula, Hgo., Toluquilla, Qro., La Quemad, Zac., Yohualichán, Pue., El Tajín, Ver., y quizá hasta la costa occidental de Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Sonora.
El haber vivido bastantes años en Sinaloa y en particular en Mazatlán, me dio ocasión de conocer al Sr.
Miguel Valadés Lejarza, en su época de cronista de la ciudad, ya fallecido, pero en vida fue un gran impulsor del deporte prehispánico de la ULAMA, en la que interviene una pesada pelota que es impulsada sólo con las caderas. Tuve la curiosidad de adentrarme en la naturaleza y elaboración de la pesada pelota. El Sr. Valadés me abrió las puertas de su casa ya amablemente hizo el repaso de una serie de diapositivas que mostraban, al detalle, la elaboración del ULE, o sea la pelota en cuestión. Me facilitó un pequeño resumen escrito a máquina del trabajo de una investigadora de apellido Kelly que decía: …Se usa para jugar al ULAMA (una pelota de hule sólido) de 4 kilos de peso. El látex que se emplea en su manufactura se obtiene de una planta de la región llamada AGUAMA (Bomilia, sp), a la cual se agrega el jugo de otra planta llamada MACHAGUAMA (operculina rhodocalix) con la que se consigue la coagulación del hule.
El nombre que se da a esta pelota proviene del náhuatl ULLI, por la resina o caucho con la que se hacían principalmente las pelotas en la época prehispánica…” De inmediato intuí en la existencia de errores taxonómicos. El género Bomilia no existe y tal vez quisieron escribir Bromelia, género representativo de la familia bromeliáceas, que comprende a la popular piña.
Consultando el “Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas”, trabajo clásico del insigne botánico el maestro Maximino Martínez y publicado por el FCE (1987), en las páginas 33 y 34 describe a la aguama con el nombre científico de Bromelia karatas L. Por otra parte, la machacuana que recibe también el nombre vulgar de sanmiguelino, el mismo Prof. M. Martínez le da el nombre científico de Opaerculina rhodacalix, que es una planta enredadera de la familia de las Convulvuláceas, en la cual están comprendidos los populares “mantos”.
Por lo tanto, en la elaboración del ULE no puede intervenir la Bromelia sp., y en su lugar con todo derecho y lógica debemos colocar al árbol productor de látex, Castillos elástica, de la familia de las moráceas que la literatura científica reporta de Michoacán hasta las comunidades vegetales cercanas al litoral del sur de Sinaloa.
Aclarados los tecnicismos que rodean la elaboración de la pelota, volvamos al hermoso juego de la ULAMA, del cual el Sr. Miguel Valadés Lejarza dice: “EL JUEGO DE LA ULAMA EN SINALOA HA SIDO ELEMENTO CUMÚN EN SU CULTURA. EL SINALOENSE LO LLEVA EN SU SANGRE COMO HERENCIA O PATRIMONIO DE SUS ANTEPASADOS QUE LO HACEN SENTIRSE ORGULLOSO DE SU RAZA.”
Don Miguel Valadés, tuvo la gentileza de invitarme a conocer a varios especialistas en la historia de los juegos de pelota prehispánica que se reunieron en Mazatlán y, para la ocasión se organizó un juego de ulama con equipos de la región en los terrenos anexos al estadio Teodoro Mariscal, de Mazatlán. Curiosamente, y de manera simultánea, dentro del estadio se estaba desarrollando un juego de béisbol de la Serie del Caribe.
Sería sumamente interesante y provechoso que los diferentes organismos y autoridades encargadas del deporte, convocaran a los interesados a revivir en la región el juego del rebote que, décadas atrás estuvo tan extendido en la región y en la actualidad está prácticamente desaparecido, ya que tiene profundas raíces prehispánicas.
Bibliografía
Kelly, Isabel. 1943. “Notes on a West Coast Survival of the Ancient Mexican Ball Game.”
Ebn “Notes on Middle American Arcaeology and Ethonology. Núm. 26, p. 163-175. Sashington D. C.
Scheffler, Lilian, Regina Reinoso y Víctor Inzúa C., 1985. “El juego de pelota prehispánico y sus supervivencias actuales.” Dirección General de Culturas Populares. Premia Editora de Libros, S. A. Tlahuapan, Puebla.
*Doctor en Ciencias Biológicas/Instituto Politécnico Nacional.