Es reconocido como el mejor fotógrafo de Baja California en más de 50 años de creación. Atrapó la belleza de la naturaleza regional, el desierto, las montañas, los lagos y la maravilla de piedra conocida como La Rumorosa. Un creador emérito reconocido por su humildad personal y majestuosidad artística.
Por Jaime Cháidez Bonilla*
La tarde del martes 27 de marzo comenzó a circular un mensaje electrónico de parte de la familia del fotógrafo Arturo Esquivias Ojeda.
“A sus muy queridos amigos:
Participamos con mucha pena el fallecimiento de nuestro excelente padre, esposo, abuelo, amigo quien desde hoy a las 12.30 ya descansa en paz.
Su cuerpo estará siendo velado en funerarias Gayosso de Lopez Mateos, capilla 4 a partir de hoy de las 7:00 pm a las 12:00 am, el miércoles 28 de 9:00 am a 11:00 pm y misa de cuerpo presente el jueves 29 en Santa María de Gracia en Villafontana a las 10 de la mañana.
Anita, Arturo jr., Adriana, Aracely y sus 9 nietos”.
Esquivias vivió en Mexicali desde 1955 y fue en el desierto, las montañas y las rocas de La Rumorosa donde comenzó a capturar las imágenes que lo han catapultado como el mejor fotógrafo bajacaliforniano.
Para el escritor mexicalense Gabriel Trujillo, la mirada de Esquivias fue lúcida y apasionada:
“Arturo Esquivias fue un creador cuya modestia (él dice nerviosismo) lo mantuvieron al margen del público nacional. El motivo real es su obsesión por una fotografía que no se atiende a modas o gustos dominantes. Su visión es un encandilamiento, una compulsión por atrapar el paisaje, sobre todo el de nuestro norte mexicano, con todas sus filigranas y detalles. Mas no sólo el paisaje lo atrae: en su obra se perfilan por igual rostros y diseños, geometrías y soledades, artificios y engaños hábilmente planeados. Azar y necesidades que se traducen en imágenes de autenticidad que desarman al espectador por su perfección extrema: he aquí un artista que ve el mundo, la realidad a secas, con una mirada lúcida y apasionada a un mismo tiempo, con una capacidad de asombro que ha permanecido intacta por más de medio siglo. Estas imágenes no valen por la luz que las conforma sino por el ojo que las ha hecho posibles, por la exacerbada nitidez que cada una proclama y magnífica”.
Por su parte, el artista visual, maestro y escritor, Roberto Rosique, comenta del fotógrafo fallecido:
“Arturo Esquivias (Jaral del Progreso, Guanajuato, 1931), fue un artista singular que se refugió en la fotografía análoga y descubre los artilugios suficientes para lograr un exhaustivo dominio de la exposición y con ello, obtener imágenes de alto contraste que sobrepasan los límites de la superficie plana de la fotografía alcanzando un sorprendente realismo. No obstante, el tecnicismo indispensable quedaría escindido sin la sensibilidad y el ojo clínico que detecta espacios, rincones y atmósferas con suficientes elementos y valores, que impulsan al registro para la posteridad. La mirada acuciosa de Esquivias será la cómplice de una perspectiva creativa que lo llevará a distinguir su producción fotográfica del resto de sus contemporáneos. No resulta complicado ubicar a este espléndido fotógrafo dentro de los puristas que defienden la riqueza textural, la precisión y la imparcialidad, y no es necesario pensar que sea de otra forma, gracias a ello, deja un legado referencial soberbio e invaluable.
La fotografía del Baja California, del Norte de México, de la República Mexicana y de Latinoamérica ha sido enriquecida con las aportaciones de Arturo Esquivias, de ahí que es tiempo de una revisión exhaustiva de su obra”.
Para la fotógrafa mexicalense Odette Barajas la fotografía en Baja California está de luto, “se ha perdido un pilar importante que ha sustentado la cultura fotográfica en Mexicali. El maestro Esquivias fue una de las figuras más reconocidas del grupo fotográfico Imágenes, con una obra impecable y de gran belleza. Conocido es su hermoso libro monográfico “Esquivias, Paisajes del tiempo” una edición muy cuidada por parte del ICBC y fruto también del entusiasmo de sus amigos que ahora acompaña, Francisco Bernal y de Sergio A. Búrquez. Un legado valioso que nos permite reconocer nuestros parajes con sabor al cine de Gabriel Figueroa, con olor a la nueva objetividad alemana, con el purismo de Ansel Adams, con la experimentación lúdica del surrealismo de un Man Ray, pero sobre todo, con un amor y una dedicación obsesiva por la imagen hermosa del momento cotidiano, por el goce estético del cada día. Descanse en paz maestro Esquivias que afortunadamente su obra vive”.
En su caso, el fotógrafo Armando Santibáñez, coordinador visual del libro “Sierra de Juárez” donde participó Esquivias opina:
“Don Arturo fue una de esas personas que te enriquecen la vida el haberlas conocido. No solo era un fotógrafo brillante, sino que además tenía toda la humildad de sentarse y platicarte sus andanzas como si no hubiera hecho nada extraordinario. Recuerdo cómo me platicaba que tres imágenes de él se encuentran incluidas en el Museo de la Fotografía en Francia. Y como amablemente colaboró y fue pieza fundamental en el libro Sierra de Juárez”.
Finalmente, el historiador David Piñera expresa “en los sesenta, cuando radicaba yo en Mexicali, tuve oportunidad de ver nacer al Grupo Fotográfico Imágenes, del cual fue miembro fundador Arturo Esquivias y uno de los elementos más talentosos. A través de los años obtuvo una serie de premios internacionales de fotografía. Pienso que fue un artista, llegado del interior del país, que se arraigó en Mexicali y con su sensibilidad supo percibir todo el potencial estético que representa el paisaje bajacaliforniano y en especial el del Valle de Mexicali, del que logró fotos que se han constituido en clásicas, por la perfección con que paradójicamente conjugó su aridez y su fertilidad”.
*Periodista cultural.