Por José María Suárez Sánchez*
Todos hemos visto alguna vez la interminable romería de hombres y mujeres y muchos políticos llegados de los cuatro puntos cardinales, a conmemorar, cada año, la promulgación del Plan de Guadalupe. El general Cárdenas asistió a la ceremonia en el último año de su gobierno y casi todos los sucesores han formado hábito, de suerte que es entonces, que se hace más nutrida la conmemoración a Carranza y un grupo de valientes.
En contraste el presidente Felipe Calderón dejo pasar los seis años de su gobierno, al igual que lo hizo Vicente Fox, sin venir una sola vez a tan importante acontecimiento, sin embargo será la primera conmemoración del Plan de Guadalupe que le tocara encabezar al gobernador Rubén Moreira Valdés.
El Plan de Guadalupe hizo cambiar a la Patria el rumbo de su destino. Eran 300 hombres que rodeaban a un gigante y que se sentían estimulados por el valor tranquilo de este VARÓN cuyos ímpetus no eran de alharacas como el de otros personajes.
Nuestros revolucionarios habían salido de Saltillo a toda prisa y en plena derrota, después de haber atacado a la capital a donde penetraron hasta sus entrañas, pero fueron rechazados, por la contundente paliza que recibieron de las fuerzas huertistas y no pararon en su marcha, cruzando la zona desértica, hasta llegar al oasis de Guadalupe donde se detuvieron junto a las aguas fangosas recogidas de la lluvia y donde crecían en su rivera, huizaches y álamos. Desde Monterrey, Saltillo y Torreón afluían tropas federales para atrapar al grupo de rebeldes. Allí mismo, este grupo de noveles soldados, fatigados y con el agobio de que su primer combate que fue su primera derrota, se pusieron a redactar el reto al asesino Victoriano Huerta.
Es Venustiano Carranza el único que tiene las agallas suficientes para medirse con el indio de bronce que derrota en derrota se mantuvo firme en su presidencia ambulante pasando en su carretela por los polvorientos caminos de la Patria.
Pero si don Benito Juárez era de bronce, el Sr. Venustiano Carranza, descendiente de rudos y valientes vascos, estaban hecho de granito. Allí escribe en el cartel de desafío de 300 hombres contra 30 mil, desafío de trescientas carabinas, que eran reliquias de la Guerra de Reforma y casi sin cartuchos, contra cien mil rifles, con municiones inagotables, disponiendo de trenes y artillería; desafío de los 25 mil pesos que traía la pequeña tropa contra el tesoro multimillonario del gobierno federal, el crédito de los bancos y de los comerciantes y latifundistas.
Todos los planes se han hecho en México antes de la primera batalla y el Plan de Guadalupe es el primero que ha sido redactado después de la primera derrota, es decir, cuando era remota y casi se desvanecía la esperanza del triunfo. Por eso, el granito de Carranza nada tiene que envidiarle al bronce del Indio de Guelatao.
De la hacienda de Guadalupe y ya con su calidad de encargado del Poder Ejecutivo, instaló su Presidencia, que también iba ser ambulante, en el bello edificio de ladrillo rojo, frente a la estación del ferrocarril que todavía era del municipio de Monclova.
*Miembro del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas.