Por Juan Cervera Sanchis*
Nabor Vázquez Pacheco está considerado, muy justamente, como el primer clarinetista mexicano.
Fue en verdad extraordinario como ejecutante del clarinete.
Su carrera fue fructífera y de entrega absoluta a la música, ya como ejecutante, director de bandas y catedrático del Conservatorio Nacional.
Vino al mundo el cinco de julio de 1868 en San Andrés Huayapan, Oaxaca, un año después de que Maximiliano fuera fusilado en el Cerro de las Campanas con Miguel Miramón y Tomás Mejía.
Su padre, Miguel Vázquez Aquino, fue trompetista. Nabor, desde su infancia, creció en comunicación con el arte musical. En su casa aprendió el solfeo y teoría de la música.
Mostró su vocación por el clarinete desde pequeñito. El instrumento en sí lo fascinaba.
A los diez años de edad el maestro Bruno Martínez lo inició en los secretos de dicho instrumento.
A los dieciséis deja por primera vez su tierra natal acompañando a la Banda de Música del 17 Regimiento de Infantería, a la que ingresara un año antes en unión de su padre y su hermano Ambrosio.
Viajaron por distintos lugares de la República hasta llegar a Puebla de los Ángeles. Ahí residieron por algún tiempo hasta que decidieron trasladarse a la ciudad de México con la citada banda.
Don Manuel y sus hijos, Nabor y Ambrosio, se alojaron antes de instalarse en la capital, en el pueblo, entonces, de Tacubaya.
El año de 1886, los Vázquez, pasan a formar parte de la Banda del Primer Batallón de Infantería, que dirigía el maestro Andrés Almanza.
Un año después, Nabor, entra al Conservatorio Nacional.
Los músicos provincianos, naturalmente, al llegar a la ciudad de México deseaban y buscaban perfeccionar sus técnicas musicales. Entrar al Conserva torio era su ideal. Ahí estaban los más calificados maestros.
El joven Nabor Vázquez consigue estudiar clarinete en la cátedra de don Agustín Manríquez al tiempo que estudia composición e historia de la música con el notable maestro Julio Morales.
Profundiza aún más en el conocimiento de la música bajo la guía del maestro Carrasco con quien estudia piano y estética, nada menos, que con el glorioso Melesio Morales, el autor de la ópera “Ildegonga” y las cantatas “Dios Salve a la Patria”.
Logra así una formación musical inmejorable, añadiendo a estos estudios el conocimiento del saxofón tutelado por el maestro Ignacio Cázares.
Siendo un joven de veintiún años de edad obtiene el puesto de saxofonista en la Orquesta del Conservatorio, que dirigía don Alfredo Bablot, músico y periodista, de origen francés, ya que nació en Burdeos, en fecha no especificada, pero afincado en México donde murió el 7 de abril de 1892. Fue director del Conservatorio Nacional de Música de la ciudad de México y director del periódico “El Federalista”.
En agosto de 1889, el joven Nabor concurre y obtiene la plaza de director de la Banda del Estado Mayor. Se hace cargo de la misma con el grado de subteniente de infantería. Años después ascendería a teniente.
El significativo año de 1907 en que los obreros de Río Blanco, Veracruz, se declaran en huelga y son reprimidos con violencia, por lo que se considera aquella huelga como precursora de la Revolución, Nabor Vázquez viaja como director de la Banda del Estado Mayor a los Estados Unidos de Norteamérica y asiste en Jamcstown a la exposición militar que allí tuvo lugar durante el mes de julio de dicho año. De allí partiría rumbo a Chicago donde realiza veinte conciertos con sobresaliente éxito.
Seguidamente viaja a Washington y tiene el honor de ofrecer un concierto en la Casa Blanca. De ahí se traslada a San Luis Missouri y luego a Nashville en donde el Club Beethoven le impone una medalla de oro.
Continuó su viaje artístico por la Unión Americana. Finalmente en San Antonio, Texas, recibe importante galardón.
Retorna a México y se mantiene como director de la Banda del Estado Mayor hasta el 13 de agosto de 1914 en que por disolución del ejército federal dejaría el cargo.
En 1919, Nabor Vázquez, participa con la compañía de ópera italiana en una gira por diversos países de Centro y Sudamérica.
En 1922, año en que Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, pintan los murales del edificio de la Escuela Nacional Preparatoria, retorna a México y, ese mismo año, es nombrado catedrático de clarinete en el Conservatorio Nacional a la vez que actúa como clarinetista solista en la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Julián Carrillo. Posteriormente ocupa la plaza de primer clarinete en la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, que dirigía el catalán José Rocabruna. También fue dirigido por Carlos Chávez en la Orquesta Sinfónica de México y por Silvestre Revueltas en la Sinfónica Nacional.
Murió a los 80 años de edad sin dejar de vivir un solo día para la música. Su fallecimiento ocurrió el 6 de diciembre de 1948 en la calle Victoria número 3 de la ciudad de México.
*Poeta y periodista andaluz.