José Vasconcelos 130 años
Por Mario Arturo Ramos*
El siglo XX mexicano se encuentra lleno de momentos, episodios y personajes históricos que le otorgan una vitalidad centenaria. A esta estirpe pertenece José María Vasconcelos Calderón, escritor, abogado, maestro, pensador, periodista, político, que nació en Oaxaca, Oaxaca el 28 de febrero de 1882. Vasconcelos es uno de los hombres y mujeres que enriquecen la vida nacional con sus aciertos y contradicciones ideológicas; en el último siglo del segundo milenio su historial que se cerró en 1959, en la Ciudad de México marca de manera importante la cultura mexicana. En su currículo se encuentran de manera destacada sus actividades como: Director de la Escuela Nacional Preparatoria, integrante del Ateneo de la Juventud, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Rector de la UNAM, Secretario de la SEP, candidato presidencial. Raymundo Ramos escribe en Memorias y autobiografías de escritores mexicanos: “José Vasconcelos pertenece a la generación del Ateneo de la Juventud. O sea el grupo que habría de combatir el positivismo del aburguesado porfirismo; pero Vasconcelos no combatió a los hombres y las instituciones atrincherado desde su “boudoir” ideológico; salió al campo revuelto de la patria a predicar el alfabeto con el revólver y el libro en las manos. La Revolución fue el clima de su pensamiento desorbitado. Revolución que él entendía a la manera de Tolstoi, como un radicalismo cristiano.”
“Letanías del atardecer”
Entre tanto, podemos reírnos con sarcasmo de una sabiduría que no puede explicar lo esencial: La injusticia aparente del mundo. Vasconcelos.
El año de su partida, vio la luz su pequeño libro “Letanías del atardecer” del escritor oaxaqueño cuyos primeros años pasó en Piedras Negras, Coahuila y, el Sasabe, Sonora. En el prólogo escribió José Ignacio Vasconcelos como advertencia al lector: “El material de este folleto fue encontrado en la mesa de trabajo de mi padre, el Lic. José Vasconcelos, a raíz de su muerte. Eran apuntes para un libro que debería llamarse “Letanías del atardecer”. Tal como se encontraron las notas se reproducen aquí, sin retoque. Las ideas, aunque aisladas, se entrelazan a través de una misma emoción de canto gregoriano, formando una unidad que más que principio del libro parece su resumen y su esencia. El tema desarrollado en forma tan breve, constituye en sí una joya literaria que no requiere antecedentes ni reclama continuación, y corresponde suficientemente al título del libro que debió ser.” Como un homenaje a la conmemoración del natalicio 130 de José Vasconcelos, compartimos con los lectores de La Voz del Norte algunos fragmentos de la obra.
“No es profeta en los tiempos actuales, un escritor, si no sabe reñir con los poderes del mal. El término obligado del profeta es el cadalso. Al inicuo corresponde el éxito.”
“Cuando el dolor que se sufre es sincero y agudo, no dan ganas de escribirlo ni comentarlo. Por eso es que toda literatura contiene una dosis de fingimiento y de teatro, que la hace inepta como consuelo. Apenas si más tarde y ya que se gastó la pena, se experimenta cierto alivio en colocarla dentro de un panorama que va siendo remoto.”
“En materia de destrucción, el hombre ha llegado a poder acabar consigo mismo y con su propio universo. En el orden de la construcción, la creación y la recreación, no ha podido mejorar ni siquiera el bajo nivel de su fisiología animal.”
“En efecto, el Universo no está hecho por series- cada átomo difiere de potencial-, y solo el número lo podemos concebir indiferenciado, si no, no sería posible la suma. Pero todo el error de la filosofía idealista viene del punto de partida original pitagórico, que compara a los seres con los números. Por eso cuando escribí mi Pitágoras, me pronuncié contra la interpretación matemática y llamé la atención sobre su teoría del ritmo, que es la ley que regula las diferencias.”
“¿Que sería de esta pobre especie nuestra, sin el consuelo de la muerte?”
*Investigador y autor.