Por Pablo Gastélum Castro*
Nuestra problemática como elemento humano, dentro de un contexto mundial, arranca desde antes de acunarnos, y tiene su extremo en las expectativas que creamos hacia el futuro.
Tal pareciera que traemos ya una información genética o programa, que nos hace pensar de cierta forma.
Toda vez ya aterrizados somos influidos por mentiras instituidas, como en los cuentos e historietas infantiles, religiones, paradigmas, dichos y consejas, la supuesta educación hogareña, la instrucción escolar, hasta la radio y televisión y de pilón la prensa: periódicos, revistas y demás del orden.
Cuentos e historietas infantiles: Aquí es donde iniciamos con una serie de falsos valores que quedan incubados en el tuétano de los niños, por ejemplo: “Gracias a Dios” (le atribuimos origen divino a casi todo y nos despreocupamos).
Viene el cuento: “que esa hermosa mujer” (falso valor: hermosa por toda virtud), logró casarse “con el joven guapo del pueblo, hijo del hacendado, quien afortunadamente podía darse una vida de lujos, sin necesidad de tener que romperse el lomo de sol a sol” (falsos valores: juventud, belleza y riqueza, desestimando la virtud de saber trabajar), quien era aficionado a la charrería, por lo que ese día “lucía un precioso traje azul con botonadura de oro y plata, que lo hacían verse con la arrogancia de un príncipe” ( falsos valores: lujo, moda, riqueza, arrogancia y pedigrí).
En cuanto a paradigmas se refiere, creemos o damos por sentado ciertas situaciones como valederas y que son producto de probadas experiencias de personas o individuos; hasta que un buen día nos atrevemos a romper con esas creencias y replantearnos tal o cual situación para crear y creer en otra forma o modo de realizarse; para confirmar que vivíamos adorando y creyendo en “tigres de papel”.
En lo que a educación hogareña se refiere, queda limitada con tanta prisa, horario de clases, la tele y la radio; computadora y celulares, reduciéndose esta a un afectuoso saludo y hasta luego, (horario de comidas donde se podía platicar: ¡olvidado!).
De la educación en estricto orden, en lo que se refiere a las instituciones escolares, mejor ni hablar, pues apenas hay tiempo para una mediana instrucción.
Dichos, sentencias, consejas, etc., que distan mucho de tener un sustento lógico o filosófico: “el tiempo es oro”, “poderoso caballero don dinero” etc., que si no reparamos en estas “frases hechas”, terminamos por darles crédito, con las consecuencias de caer en el absurdo.
La radio, televisión y prensa se ocupan de noticias y propagandas enajenantes, porque sin razonar damos por sentadas tales o cuales situaciones que son del exclusivo interés de los magnates de la comunicación, dueños de estos medios; con gritos, anuncios y ofertas llamativas, con exhibiciones de sexo subliminal y en ocasiones no tanto, con lujos supuestamente alcanzables, nos enganchan como consecuencia de lo que dichos empresarios desean que la gran masa inconsciente tome para sí y tenga por cierto.
Por lo tanto consumimos y deseamos políticos banales, satisfactores innecesarios, eso sí “de marca y originales”, artículos contaminantes e insalubres, tasas financieras a todas luces lesivas, bienes y servicios que distan mucho de corresponder a un esfuerzo de costo-beneficio.
Estos personajes tienen capacidad de imponer con su influencia o dinero las leyes, los preceptos y dictámenes que se emiten desde un congreso, de igual forma las directrices a un líder de una nación u organismo de cualquier orden, o bien a la institución “vigilante” o más fácil, a empresarios de cualquier nivel; para terminar en que nos venden cualquier beneficio totalmente a su antojo; lo peor, crean necesidades de tracto sucesivo o bien de actualización y modernización que nos tienen amarrados de por vida. (El caso de computadoras, celulares y vehículos por decir algunos).
Suma total, ¿esto y más nos merecemos?
Tal vez si, pues no escuchamos, no nos quejamos, no nos agrupamos para combatir tales abusos y acechanzas, y aceptamos callando como borregos las mismas.
*Notario Público.