El camino de Mestre a Venecia, prácticamente un puente, transcurrió muy rápido… Piazzale Roma… Tal vez el estacionamiento para autos más grande del mundo… Miles de lugares sirven para que tanto los habitantes de Venecia como los turistas que llegan en auto, se estacionen ahí… Es justamente esta plaza, donde se estacionan también los cientos de camiones que cotidianamente transportan a aquellos que se ven subyugados por la bellísima y muy antigua ciudad que otrora fuese la capital comercial del mundo y que por antonomasia, junto con París, es la ciudad símbolo del amor… Pero Venecia, o Venezia, como se escribe originalmente, es mucho más que góndolas y canales donde rostros de todas las razas llegan con su cámara al hombro para tomarse una foto con la mejor cara de enamorados en el Puente de los Suspiros, sin saber, en ocasiones, que se le llama así porque por ahí pasaban encadenados y suspirantes por la libertad, los reos, a la prisión de la que jamás escapó una sola persona con excepción de Casanova y sus cómplices…
–¡Ciao, Giorgio, come stai…!
–Bene, bene… Sul lavoro… Que cosa voi vogliono bere…
–Quattro spritz prego…
Y el cantinero veneciano rápidamente sirve cuatro bebidas que se suponen típicas de Venecia: Spritz… Según nos cuenta Darío, colega pintor, escultor, amigo y guía en turno en la ciudad de los canales, eso se bebe en todas los bares de Venecia… La bebida es suave pero embriagante, servida en vaso corto, fría, combinada con un poco de agua con gas y con una aceituna en un palillo largo…
–Hay muchas cosas de Venecia que tienes que aprender, Alberto… Cosas que normalmente no viven los turistas…
–Me parece estupendo, Darío… A partir de este momento, te nombramos el guía oficial… Ya después trabajaremos en el arte…
Así, poco a poco, día tras día, vamos adentrándonos en Venezia… La otra, la que se descubría paso a paso y comentario tras comentario… “Hace muchos años, en esa ciudad, próspera, las relaciones homosexuales entraron en auge… Había tanti ragazzi que eran parejas de otro hombre que la población empezó a… Come se dice… Aspeta… Eran menos y menos per che non se podían reproducir…” Las risas y bromas por parte de nosotros, como buenos mexicanos prestos a hacerlo, no se hicieron esperar… Y Darío continuó explicando que el gobierno estaba muy preocupado por lo que sucedía y asumieron una estrategia para que las mujeres sedujeran a los varones jóvenes y quedaran embarazadas… Así que en un barrio, en un edificio en particular, se dispuso que las mujeres se asomaran al balcón mostrando eróticamente los pechos rozagantes para motivar a los jóvenes venecianos… Desde entonces, al puente que atraviesa justo en ese sitio, se le llamó Ponte delle tete o Puente de Las Tetas… El puente no se ve muy concurrido de turistas, más bien es raro verlos ahí, sin embargo le envuelve una magia tan especial que el mismo poeta Rafael Alberti, escribió un poema titulado justamente así: El Puente de Las Tetas… “Por el puente de las tetas/ se asoman las venecianas/ eran tetas no manzanas/ las del puente de las tetas”… Así, poco a poco, Venecia fue mostrando los pechos por medio de las palabras de Darío… Un joven artista por demás talentoso que ha llevado una preparación renacentista… ¿De qué otra manera podría ser, habiendo nacido en Venecia..? Darío, ha ido aprendiendo y puliendo su técnica en el dibujo, la pintura y sobre todo la escultura, con diferentes maestros y distintas instituciones.
Darío Santacroce, estudió Lengua y Literatura en la Universidad de Venecia, a nivel maestría Bellas Artes en San Francisco Art Institute y decidió que habría que buscar el seguimiento eterno de la preparación como los verdaderos artistas (especie en extinción) para lo cual trabajó con grandes maestros dentro de los que destaca Manuel Neri, el afamado artista méxico-americano. Santacroce, estudió con él en Carrara, Italia, de donde es el afamadísimo mármol considerado el más fino del mundo… Y ahí, como aprendiz del maestro Neri, colaboró en la realización de esculturas monumentales realizadas en ese material y desde luego, pudo esculpir obras propias en el mismo y en otros con técnicas distintas, como bronce por ejemplo. De la misma manera, Darío Santacroce trabajó como aprendiz, como alumno del maestro Carlo Ambrosoli, profesor del Liceo Artístico y la Academia de Bellas Artes de Roma. Con él, Darío estudió diversas técnicas de pintura y fabricación de las mismas a partir de pigmentos y emulsificantes varios… Trabajar unos días en el atelier de Santacroce fue una experiencia maravillosa, entre otras cosas que ya iré contando, porque cada vez que le pedía un color determinado, en vez de darme un tubo de óleo o un frasquito de tinta ya preparados de fábrica, sacaba cajas y cajas de pigmentos con colores sensacionales que me dejaban verdaderamente sorprendido…
Inmediatamente después, nos hablaba de las distintas maneras de prepararlos y cómo utilizarlos para aprovechar sus virtudes al máximo, lo que ponía de manifiesto su preparación en ese sentido. Darío ha expuesto en ciudades como París, Mónaco, Antwerpen (Bélgica), Roma y por supuesto Venecia… Hablar con Darío es adentrarse necesariamente en la pasión por el arte y sobre todo por la simbología que en él existe desde siempre… Su escultura, modernista en la mayor parte, hace sentir, vibrar… Tiene un estilo y una personalidad muy particulares… Pero lo más importante tal vez es su pasión por seguir aprendiendo más y más, no obstante la impecable técnica que muestra en su trabajo escultórico… Darío Santacroce… Místico… Pirata veneciano que redescubre su ciudad día con día incansablemente… Artista que en su discurso lleva la congruencia cuando dice: A mi corta edad tengo la fortuna de haberme formado con grandes artistas… Me enseñaron muchas cosas, pero lo más importante es que me enseñaron a ser un hombre íntegro… Mi deuda con ellos es impagable… Mi búsqueda es permanente… Mis manos sangran el mármol cuando el martillo se estrella en el cincel… No soy escultor, no soy pintor ni grabador, soy antes que nada un hombre que busca aprender cómo vivir. Así, comencé a vivir Venezia… Hasta integrarla al corazón cuatro veces…
*Cantante, compositor y escritor.