Por Alberto Ángel El Cuervo*
—¡Bajas… Ja ja ja ja…!
—¡No, me tocó en la otra, no sean tramposos…!
—¡Nada… Bajas, te tocó en esta, todos contamos…!
—¡Sí, sí… todos contamos y caiste en la serpiente, no te hagas…!
—¡Qué tramposos, me había tocado en escalera… Caí aquí, donde está el albañil haciendo su casa… Qué tramposos… Nada más se ardieron porque ya les iba a ganar… Ya no juego…!
—¡Pues no juegues, el tramposo eres tú… Ya no juegues, nosotros sí seguimos…!
—¡Ah, pero me llevo mi juego… Si quieren jugar consíganse otro…!
El juego siempre terminaba en alguna discusión similar… O se enojaban y se iban dejándome solo sin tener con quien jugar, o me enojaba y me iba llevándome el tablero y los dados así que el juego se terminaba… Hacía dos años que había comprado el juego de serpientes y escaleras en la feria… Lo cuidaba como un verdadero tesoro… Me fascinaba contemplar durante horas la manera en que las imágenes te transportaban a muy diversas situaciones que traen consigo una moraleja. Si al contar, según el número que muestren los dados, te toca en la cola de una serpiente, bajas hasta el número donde esté la cabeza. Si te toca en la base de una escalera, subes hasta el final de la misma. Diversas escenas en estampas antiguas (Este juego de mesa, es de los más antiguos y populares de México) muestran situaciones positivas o reprobables, de tal manera que el juego siempre fue considerado formativo de alguna manera… Años después, me tocaría ver un grabado del afamado pintor y artísta gráfico Maurits Cornelis Escher… El grabado, una litografía, se llama Casa de Escaleras y lo vi dentro de una revista que hojeaba mientras me recibía Silvia, mi dentista… Desde el primer momento, el grabado me capturó… De manera inevitable, me fui en retrospectiva a aquellas tardes en que el juego de serpientes y escaleras, motivaba las discusiones entre primos y/o amigos… Y es que al ver el grabado, donde Escher deja volar la imaginación y nos muestra su composición surrealista con ese manejo tan especial de la perspectiva y los objetos entre reptiles y maquinarias, no es posible sustraerse a asociarlo… La composición, el trazo, la perspectiva y el concepto en sí, motivaron mi interés por la obra del artista holandés… Entré al consultorio, repitiendo en mí “serpientes y escaleras”… Comencé entonces a buscar la obra de Escher en todos lados donde podía… Así fui conociendo parte de su extensa obra y esperando tener la oportunidad de contemplarla de frente, físicamente. Lo más lógico hubiera sido pensar que, siendo un artista holandés, la oportunidad de asistir a una exposición suya en Europa sería más factible. Pero hace un par de semanas, se anunció la exposición Escher, así, bajo ese título y realizado gracias al Rijks Museum de Amsterdam… Tuve la oportunidad de admirar ahí, en el año de 1985, la obra de Rembrandt, otro gigante de la plástica holandesa… El caso es que cuando vi que Escher estaba anunciado en el MUNAL (Museo Nacional de Arte), no quise dejar pasar la oportunidad. Visitar el MUNAL, además, es siempre toda una experiencia. Por principio, la Plaza Tolsá en la calle de Tacuba es un espacio impresionantemente bello… Con el Palacio de Minería en frente, el Edificio de Correos al frente a la derecha, el MUNAL se yergue orgulloso escudándose tras el famosísimo Caballito de Manuel Tolsá y que fuera punto de referencia durante tantos años en el cruce de Reforma y Bucareli. A la Plaza Tolsá, llega una cantidad de personajes tan interesantes como las exposicones dentro del MUNAL y ese día no fue la excepción… Imaginen un tipo con una chistera, es decir de esos sombreros negros altos, sin planchar, un saco de los llamados blazers, negro cruzado, pantalón de mezclilla, cascabelles de semilla que utilizan los concheros, esos grandes danzantes mexicanos, unos zapatos de danza de los suaves y tocando en un saxofón barítono, la canción Bartola de Chava Flores… La gente alrededor, ni caso hace de la muestra musical que este músico callejero realiza frente al MUNAL… Después de tomarle un par de fotos y recetarme la pieza completa para aplaudirle al final y dejar unas monedas en el estuche del sax, entro por fin al museo… La exposición de Escher está cerrada por remodelación, pero abrirá en media hora más. Mientras tanto, recorro una exposición de Picasso que también es temporal. La obra del gran Pablo siempre es impactante. Por fin, abren la sala y voy recorriendo una por una su obra gráfica. Escher, nace en Leeuwarden, en Holanda el 17 de junio de 1898 y muere el 27 de marzo de 1972 en Hilversum, la ciudad holandesa donde se encuentra la industria de la música. La obra de Escher, es un mundo onírico de un impacto verdaderamente profundo… Al contemplar el surrealismo que el artista holandes maneja, no puede dejar de sentirse el impacto de los planos distintos manejados al mismo tiempo así como proyecciones que no conducen a ningún lado, no tienen piso ni cielo… un plano y otro se confunden en el manejo de perspectiva y planos distintos conjugados que juegan con la percepción visual del espectador… Maurits Cornelis Escher, no fue un estudiante brillante. Obligado por el padre, se matriculó en la carrera de Arquitectura en la Escuela de Haarlem, Holanda (Países bajos para mayor propiedad) pero abandonó sus estudios para dedicarse al estudio de las artes gráficas con Jessurum de Mesquitas. Ahí encontró su destino… Su capacidad como dibujante se hizo evidente en la maestría del trazo en las diversas técnicas del grabado. Buscando superarse, recorre toda Europa… Así, llega a Granada, España, donde sus visitas a la Alhambra, dejan una profunda influencia copiando infinidad de motivos de la arquitectura del lugar… Tiempo después, su obra mostraría dicha influencia combinada con su emoción onírica, hasta llegar al planteamiento de obras como Casa de Escaleras, donde la superposición y la partición de planos, se acompaña por el desconcierto que el manejo de la perspectiva causa motivando sin duda una angustia por no saber dónde es hacia arriba o hacia abajo o hacia dónde conduce cada escalera en el ascenso o descenso siempre misteriosos… En 1979, envejecido por la convalecencia de una cirugía, realiza una de sus obras cumbre: Serpientes, que junto con la de Casa de Escaleras, han merecido elogios mil por parte de la crítica. Asimismo, los planos en partición y superposición sin dejar un solo hueco, motivan que el espectador brinque de un plano a otro en una sensación lúdico-geométrica por demás interesante… Hace algún tiempo, fueron muy populares, los afiches impresos con algunas obras de Escher, aquellos pescados multicolor donde después de un rato de contemplarse se podía “Entrar al cuadro” brincando de un plano al otro como recordarán aquellos que tuvieron oportunidad de verlos. Pero al salir, de la sala y encontrarme con la escalera bellísima del edificio del MUNAL, vuelvo a relacionar al artista holandés, con aquél juego que guardé durante tantos años… El juego tan mexicano de Serpientes y Escaleras.
*Cantante, compositor y escritor.