Por Juan Diego González*
La enseñanza es una aventura. Me gusta la frase. El estreno de la obra estudiantil “El gato con botas” en el Teatro de la Casa de la Cultura de Ciudad Obregón, fue exactamente eso, una gran aventura para los estudiantes de la Universidad Tecmilenio, del área del Bachillerato. Martes 29 de noviembre de 2011, con tres funciones 11:00 am, 4:00 y 5:00 pm. Soy preciso con los datos, porque es la primera obra de teatro montada exclusivamente por jóvenes preparatorianos de nuestro campus.
Toda la experiencia que tengo como alumno, trato de aplicarla siempre a mi vida como maestro. Esto me ha llevado a trabajar con situaciones de aprendizaje diferentes a la que los estudiantes están acostumbrados. En este caso en particular, tomé la decisión de incursionar en el teatro. En realidad, el arte del teatro como vehículo educativo no es novedoso si nos remontamos a los antiguos griegos. Sin embargo, para el mundo cada vez más digitalizado y tecnologizado de los jóvenes, propuestas como ésta resultan atractivas.
¿Cómo puede concretarse una idea? Con trabajo, esfuerzo y dedicación. Lo primero fue hacer la propuesta en la dirección académica, a cargo de Ana Cristina Pérez. Eso fue en el verano, antes de iniciar el semestre. Una vez aceptada, retomé el cuento “El gato con botas” de Charles Perrault y lo estructuré en forma de obra teatral. Pensé en los personajes y agregué algunos comentarios para contextualizar los diálogos. Una vez iniciado el semestre, a principios de octubre, lancé la convocatoria para la audición a los estudiantes del quinto semestre, a quienes les imparto la materia de Historia del Arte. Nos reunimos en la biblioteca. Fue una tarde muy emocionante porque los papeles del gato, el rey y la princesa fueron muy competidos. También se integraron grupos de apoyo técnico. Al final, así quedaron integrados los equipos de trabajo.
Como actores quedaron José Rubén Cázarez (el gato), Moisés Omar Valdéz (el ogro), Ana Paula Leal (el hijo del molinero/ el marqués de Carabás), Narda Yolanda Espinoza (la princesa), Jorge Carlos Ayala (el rey), Diana Izaguirre (la reina), Antonio Méndez y Francisco Miguel Sánchez (guardias), Andrés Valenzuela (campesino) y Amanda Marcela Trujillo (esposa del campesino).
Como asistente de dirección Daniela Flores, dirección escenográfica Karla Thomas. En publicidad se integraron Diana María Cuevas, Karla Isabel González, Amanda Marcela Trujillo, Alejandra Fragoso y Brianda Cecilia Silva. Como técnicos de sonido e iluminación se animaron Andrés Omar Soto, José Pablo Martínez y Gabriel Navarro. En la tramoya se apuntaron Said Beltrán, Juan Diego Salazar y Edgar Alberto Gastélum. Ya en la puesta en escena se integró como tramoyista Gabriel Navarro. En maquillaje y peinados quedaron Mariela Yutsu Barajas, María Conchita Buelna y Karla Pamela Fernández. Una vez en camerino, brilló el trabajo en equipo porque apoyaron con los pei nados, maquillaje y a ponerse los trajes, Amanda Marcela Trujillo, Daniela Flores, Karla Thomas y Alejandra Lares.
Para los ensayos, nos reuníamos al principio una vez por semana. Pero conforme se acercaba la fecha del estreno, fueron necesarios dos días a la semana. Fue un trabajo muy intenso pero a la vez divertido. Cuando alguien decía mal sus diálogos, se equivocaba de escena, cuando los técnicos no ponían la música adecuada, todo provocaba la risa. Tuvimos mucho diálogo, intercambio de ideas, propuestas nuevas. La obra fue tomando forma conforme pasaban las semanas. Visitamos la biblioteca pública “Jesús Corral Ruiz” como posible escenario. La explanada del campus fue otra opción. Al final, solicitamos el teatro de la casa de la cultura y la directora de cultura, Trinidad Ruiz, nos dio todas las facilidades para presentar ahí la obra.
Tuvimos el primer parcial, el segundo parcial. Además en nuestro sistema Tecmilenio, hacemos examen rápido cada semana, tareas y trabajos para entregar. Es decir, la carga normal de trabajo académico. Los jóvenes involucrados en la obra se comprometieron para dar el extra. Sus estudios y demás actividades siguieron con normalidad. Ahí andaban corriendo para llegar al ensayo, para memorizar su parte, aprender cómo moverse, cuándo entrar o salir de escena. El gato pidió apoyo para hacer un baile, porque su entrada era bailar saliendo de una nube de humo, al ponerse las botas mágicas. El público se emocionó con esto porque en las tres funciones aplaudieron entusiasmados.
El ogro también salió en medio de una nube de humo, con la música del luchado “Undertaker” para provocar miedo. Y funcionó. En la última función, metido el actor en su personaje, se bajó del escenario y varios niños gritaron aterrorizados. Como ya sabemos, el gato se devora al ogro convertido en ratón y al final se casan el marqués de Carabás con la princesa. Final feliz. Y hubo aplausos, muchos aplausos. Todos los muchachos se los ganaron a pulso. Pusieron su corazón para que la obra fuera un éxito y resultó. Por cierto que la primera función fue especialmente para la escuela IODI, (primaria y secundaria), quienes como boleto de entrada, regalaron un juguete. Fueron más de cien. Los cuales se regalarán en diciembre a niños menos favorecidos, como parte de una actividad de los alumnos de preparatoria. Si das, recibes multiplicado por cien.
Como dije “trabajo, esfuerzo y dedicación”. Pero además alegría, trabajo en equipo, generosidad, ganas de hacer cosas diferentes, de demostrar que México tiene un presente valioso en jóvenes entusiastas y emprendedores. Me siento orgulloso de compartir un espacio académico con estos jóvenes estudiantes. Como novel director de teatro, puedo decir que lo volveré a hacer, porque la experiencia es enriquecedora. Sólo me queda por decir GRACIAS: a los estudiantes por su magnífico trabajo; a las autoridades y maestros por su apoyo; a la dirección cultural municipal y las familias de los alumnos, por todo el soporte que les brindaron.
*Docente y escritor sonorense.