Jimenita sonreía a todo lo que daba… Mirándola, necesariamente recordaba a aquella hermosa bebita que se quedaba mirando todo fijamente como si estuviera en una deducción de matemáticas aplicadas…, cumpleaños… Las mañanitas, el orgulloso padre, Rafa, en gran disertación enológica junto conmigo…, “¿a qué temperatura bebes la uva tempranillo”?, “bueno, normalmente te recomiendan que sea alrededor de los 12 a 14 grados…, pero también depende qué graduación alcohólica tenga porque cada casa lo hace distinto…”, “sí, claro…, y mira, te voy a recomendar otra uva que me llama la atención…”, quien nos escuchara, realmente pensaría que somos grandes conocedores del vino y lo que implica…, cumpleaños, aniversario de nacimiento, en este mes de la celebración de la muerte…, al fijarme en la fecha, del nacimiento de esta bella matemática convertida ahora en mujer, me di cuenta que coincidía con esa fecha, la fecha que la página oficial de nuestro país, designa como fecha de nacimiento de un gran mexicano, gran tabasqueño, enorme poeta y escritor: Carlos Pellicer…, mirando más hacia el infinito que a mi versado interlocutor enológico, me transporté hasta aquellos calores terribles que padecía cada vez que íbamos a la llamada fiesta de mayo en la ciudad de Villahermosa, Tabasco…, al grado de uno de esos días, sentir que verdaderamente caía a los pies de mi madre por uno de los llamados golpes de calor…, recuerdo perfectamente la gente al mirar hacia arriba y sus rostros aconsejando uno al otro retirarse para “dejar respirar al niño” pero todos verdaderamente impidiendo que el aire llegara a mí…, cada rostro aconsejaba algo distinto…, “un doctor, que llamen a un doctor…”, “llévenlo a la sombra, a la sombra…”, “yo soy doctor, háganse a un lado…”, “mire, doña, aquí tengo un poquito de horchata, dele al niño…”, “dele algo de comer, se ve que tiene hambre…”, y el caso era que cada vez más crecía el número de gente que queriendo ayudar, solamente impedía la verdadera ayuda…, mi madre, me soplaba…, yo no encontraba la manera de decirle que me estaba apretando en exceso…, mi tía, apoyando a mi madre, comenzó a soplar, sólo para hacerme sentir náuseas por el aliento a cebolla y fritangas recién ingeridas…, volví la cabeza a mi izquierda intentando escapar del aliento infernal de mi tía y me topé con una cabeza olmeca de las expuestas en el parque…, una labor maravillosa, me enteraría años después, del insigne poeta tabasqueño, Carlos Pellicer, impulsor principal del parque museo de Villahermosa donde se conservaron durante muchos años en su ambiente natural de selva y cacao, las impresionantes cabezas olmecas y otras piezas escultóricas del parque donde entonces se realizaba la feria de mayo…, vuelvo a emprender el vuelo en la ensoñación para llegar ahí mismo en Villahermosa, al año de 1974, cuando mi tío Miguel, me ofrece llevarme a la casa del maestro Pellicer, para tener la fortuna de conocerlo y sobre todo cumplir con un sueño: Mostrar al maestro mi trabajo literario y sobre todo, lo concerniente a la poesía…, fue impactante conocerlo, desde la entrada…, una mujer que le servía de recepcionista, cocinera, mucama y secretaria, nos recibió y nos condujo al interior de la casa…, de pronto, vino el primer impacto, el maestro, completamente desnudo, se mostraba sin pudor alguno asoleándose ante los embates inclementes de los rayos primaverales tabasqueños…, por instinto, volví la mirada hacia otro lado, pero al darme cuenta que mi tío charlaba de manera natural con él, hice lo mismo…
—Miguelito Alamilla, adelante, nada mejor que el sol para dar fuerza al espíritu…
—Maestro, cómo está…, pues aquí venimos a darle lata un tiempito, si nos permite usted…
—Ninguna lata…, siempre es placentero platicar con los amigos…, y ¿a qué se debe tu visita, Miguelito, en qué puedo servirte..?
—Pues traigo conmigo a mi sobrino, don Carlos, es hijo de mi hermana y está comenzando a escribir…
Y tímidamente estreché la mano del maestro…, “así que escribes”, “estoy estudiando, maestro”, “dónde estudias”, “con el maestro Rulfo y el maestro Revueltas”, “mira nada más…, hace mucho que no los veo ¿cómo está Juan?”, “bien, maestro…, trabajando en su nueva novela…” y la pregunta de cortesía lógica: ¿Toman algo?, hay pozol recién hechecito para el calor que ya está tremendo…, y el pozol, esa bebida tabasqueña de maíz y cacao, se sirve en potes de peltre para refrescarnos incomparablemente…, Carlos Pellicer, pienso, estoy frente al maestro Pellicer…, además de un poeta de altura, Pellicer fue siempre un incansable luchador social…, junto con Lombardo Toledano, José Clemente Orozco y Diego Rivera, formó el Grupo Solidario del Movimiento Obrero…, y ni qué decir de la campaña que junto con José Vasconcelos idearon y llevaron a cabo. Se convertirían en los evangelistas…, pero evangelistas de las letras para ir casa por casa enseñando a leer y escribir…, así, era costumbre ver a Pellicer y a Cosío Villegas, los sábados y domingos ir de casa en casa llevando el evangelio de las letras… Pellicer, gracias a su ímpetu y su amor por las letras, fue convocado por José Vasconcelos, entonces rector de la UNAM para trabajar con él y posteriormente en la Secretaría de Educación Pública. La obra de Carlos Pellicer, trascendió fronteras y épocas…, no sólo como el gran poeta que era, sino fundando museos, ateneos, revistas, siendo miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, incluso incursionando en la política como senador de la República…, “tu cuerpo es lo desnudo que hay en mí, toda el agua que va rumbo a tus cántaros…”, “¡que se cierre esa puerta, que no me deja estar a solas con tus besos!”. Presidente de la Asociación de Escritores Latinoamericanos, fundador del museo “La Venta” y otros museos como el de la Universidad de Sonora en Hermosillo, Pellicer siempre impacta con su palabra detonante y férrea como él…, perteneció como poeta al grupo de Los Contemporáneos…, considerado el primer poeta moderno de México, incorpora el modernismo a la vanguardia… Carlos Pellicer Cámara, redescubre su origen en el paisaje de su infancia: “Pudrió el tiempo los años que en las selvas pululan/ yo era un gran árbol tropical/ En mi cabeza tuve pájaros/ sobre mis piernas un jaguar…”. Regreso de la ensoñación al verme envuelto en la petición de que canté junto con todos las mañanitas a Jimena y así paso de Pellicer, al Rey David.
*Cantante, compositor y escritor.