Por Jaime Fabián González Figueroa*
El Estado de Michoacán en su iniciativa para fomentar el turismo en la cultura natural del Estado, ha creado la Ruta Don Vasco, un producto turístico que invita a recorrer el camino que formó don Vasco de Quiroga a lo largo de Michoacán y las maravillas culturales que aún reflejan los pueblos donde Tata Vasco dejó huella, una compleja gastronomía, música emotiva, artesanías tradicionales, danzas, telares, trabajos en madera, cobre, estaño, cantera, la Ruta Don Vasco nos brinda un recorrido único en su riqueza cultural.
La Ruta Don Vasco fue diseñada por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en conjunto con reconocidos historiadores y profesionales en planificación turística, inspirados en la invitación que realizó la UNESCO sobre generar propuestas de fomento turístico y pluralidad creativa; el proyecto se presentó ante la Comisión de Turismo del Palacio Legislativo de San Lázaro el 7 de marzo de 2007, presidido por Jaime Genovevo Figueroa Zamudio, Secretario de Turismo y ex Gobernador de Michoacán.
La intención de la ruta es que el turista disfrute de un recorrido por los lugares donde vivió y laboró Vasco de Quiroga, así como los efectos culturales, sociales, políticos y económicos de su labor en estas zonas, aún habitadas por los p’urhépechas, cultura establecida en el actual territorio de Michoacán y alrededores; quiero destacar que los p´urhépechas son erróneamente llamados “tarascos” en gran parte de nuestro país, en realidad “tarasco” es una palabra que significa “pariente/cuñado” que los españoles utilizaban en forma de burla y agresión para mofarse de los hombres p’urhépechas después de haber violado a sus madres, esposas, hermanas, hijas, etc.
Para entender mejor el significado de la Ruta Don Vasco, he de relatarles a ustedes, de manera breve, la biografía de Vasco de Quiroga, “Es él una figura excepcional, única, cuya vida hay que leer de rodillas y con el sombrero en la mano” decía Nemesio Rodríguez Lois.
Don Vasco de Quiroga nace en Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, España, el 3 de febrero de 1470; terminó sus estudios en derecho en 1515, en Salamanca, una década después se le designa juez de residencia en Orán, una colonia española en África, donde realiza una gran labor diplomática, logrando pactos de paz significativos; para 1530 se le designa miembro de la Segunda Audiencia de México, al iniciar las quejas sobre la Primera Audiencia y sus maltratos excesivos con el pueblo.
La Segunda Audiencia, que presidiría el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, y de la que formarían parte Vasco Quiroga, Alonso Maldonado, Francisco Ceynos y Juan de Salmerón, iniciaron sus actividades el 9 de enero de 1531 con el juicio de Nuño de Guzmán, Juan Ortíz de Matienzo y Diego Delgadillo, miembros de la Primera Audiencia, quienes, culpables, fueron enviados presos a España por sus abusos de autoridad y por haber iniciado la rebelión del pueblo p’urhépecha después de que Nuño de Guzmán asesinara a Tangaxoán II, último emperador p’urhépecha.
El 14 de agosto de 1531, Vasco de Quiroga solicita permiso al Consejo de Indias, para organizar pueblos de naturales, debido a la mala situación que había observado en ellos, su corazón había sido tocado y sin esperar respuesta a su petición, Quiroga compra unas tierras con su propio dinero, junta a 120 familias Otomíes y funda Santa Fe; la intención de Quiroga en este pueblo y en su visión utópica de más pueblos iguales, era de evangelizar con el ejemplo, respetando la dignidad de los indígenas, brindándoles un lugar donde serían evangelizados pacíficamente, compartiendo culturas en vez de imponer la religión católica, a esto se le conoce como “La utopía de Vasco de Quiroga” basado en la célebre Utopía de Tomas Moro, quien parte de la idea de que si algo tópico, que viene de la palabra topos (lugar) es algo que tiene lugar existente en una realidad presente, por lo tanto algo utópico es algo que no tiene lugar en una realidad presente, pero que se desea, y como se desea cumple con todas nuestras necesidades y deseos, por lo tanto es perfecto y por consiguiente es casi imposible, sin embargo, la utopía de Vasco de Quiroga no fue imposible.
Los pueblos que Quiroga fundaba se les llama “pueblo – hospital”, eran pueblos porque estaban habitados por personas, tanto naturales como españoles, los cuales eran instruidos en oficios, técnicas, habilidades e incluso arte y filosofía, además de servir como albergue para viajeros; eran hospitales porque aplicaban atención médica a los naturales, algo muy importante en la evangelización de Quiroga, ya que los naturales se daban cuenta que con la medicina se curaban mejor que con los remedios locales, por lo tanto corrían agradecidos con don Vasco de Quiroga, quien respondía: “no me agradezcas a mí, agradécele a Dios”.
En 1532, Quiroga es enviado a Michoacán a pacificar el territorio; los p’urhépechas lo reciben amistosamente, y después de repetidos intentos, se gana su confianza total y funda junto al lago de Pátzcuaro el pueblo-hospital Santa Fe de la Laguna en 1533, antes de ser trasladado de nuevo a la capital.
Para 1537, el Papa Paulo III crea la diócesis de Michoacán y Antequera (Oaxaca) ofreciéndole el cargo de obispo a Vasco de Quiroga, que recibe su nombramiento oficial como primer obispo de Michoacán el 6 de agosto de 1538, quedando a su cargo lo que hoy es Michoacán, Colima, Guanajuato, partes de Jalisco, Guerrero y San Luis Potosí.
Inmediatamente parte hacia Pátzcuaro, a donde traslada la capital michoacana, que se encontraba en Tzintzuntzan, pero que por más que luchó no pudo competir contra la recién fundada Valle de Guayangareo (llamada después Valladolid, después Morelia) , que había sido formada por el virrey con 60 familias traídas de España y logrando para esta ciudad el título de capital; para competir contra esta nueva ciudad, Quiroga comenzó la construcción de una catedral en Pátzcuaro y fundó, en 1542 el Colegio de San Nicolás, seminario donde convivían tanto españoles como p’urhépechas.
Con su nuevo ejército de sacerdotes graduados del Colegio de San Nicolás inició la construcción de los puebloshospitales, su utopía veía la luz, ya que llegaron a ser cerca de 200 pueblos donde se les enseña el cultivo de los nuevos productos, la exportación, el trueque justo, además de variadas artes y oficios que el ahora llamado “Tata Vasco” reparte a lo largo de sus pueblos: en Capula enseña a cortar la madera que será labrada y pintada en Cocupao (hoy Quiroga) o transformada en guitarras en Paracho; la herrería y el manejo de metales se lleva a cabo en San Felipe y Oponguio, dejando el manejo del cobre para Santa Clara; del curtido de pieles se encargan en Teremendo, mientras que la lana se maneja en Nurío, Capácuaro y Aranza; En San Juan Parangaricutiro se encargan de las colchas, a la vez que Tzintzuntzan, Patamban, Santa Fe, Capula, Piñícuaro, Guango y Guanajuato se encargarán de la alfarería.
En 1562, a los 92 años, Tata Vasco muere en Uruapan, el 14 de marzo, mientras paseaba sobre su mula por un pueblo que el mismo había trazado; entre llantos y oraciones llevan su cuerpo a Pátzcuaro, donde aún se encuentra.
La Ruta Don Vasco se encuentra en el corazón de Michoacán, iniciando, tal como Tata Vasco lo hizo, en la zona lacustre de Pátzcuaro, siguiendo sobre la Meseta Purépecha y en la Cañada de los Once Pueblos, abarcando actualmente quince municipios y cuarenta localidades, en las que podemos encontrar una armonía mágica entre sus pobladores, su cocina, su música, su arte y su cultura, hace de cada pueblo un lugar variado en y tan espectacularmente vivo, donde el respirar de la tierra que pisaran nuestros antepasados es uno con el palpitar de los corazones de los michoacanos.
La comida dentro de la ruta de don Vasco, es comida para el alma, es un beso al corazón; las cocineras tradicionales utilizan sus técnicas prehispánicas, utensilios de piedra y barro; utilizan las paranguas, que son fogones de tres piedras donde se representa a los cuatro puntos cardinales, siendo la cocinera el cuarto punto; el fogón es el corazón de su hogar, es su fuente de calor y transformación para los alimentos. Existen suculentas preparaciones llenas de sabor, técnica e historia, como la atapakua y la xandúkata (tipos de mole), churipo (caldo festivo de carne de res, semipicante), korundas (especie de tamal), atoles, uchepos (tamal de maíz tierno), tamales amarillos, pozole, chongos zamoranos, carnitas, ates, rompope, tziritas (salsa de semilla de chiles), charales, pescado blanco, caldo michi (pescado cocido en su propio jugo), entre muchos otros que nos hacen sentir orgullo por la vasta gastronomía que nos ofrece Michoacán, y que al tener en el paladar es una vibración de amor y pasión que desborda de cada bocado. La pirekua es el género musical tradicional de esta zona, que fue nombrado junto con la gastronomía mexicana “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” por la UNESCO; es una especie de son sentimental que refleja el pacifico mestizaje de Vasco de Quiroga, empleando guitarra, bajo y violín combinados con el lenguaje y la temática de los naturales p’hurépechas.
En enero del presente año se le otorgó a la Ruta Don Vasco el premio al Mejor Producto Turístico Internacional, durante la Feria Internacional de Turismo en Madrid, España, el foro turístico más importante del mundo.
La Ruta Don Vasco es un recorrido cultural, donde por medio de artesanías, música, danza, cocina, paisajes, miradas de amistad y afecto, podemos vivir el sueño de un hombre que logró que una tierra extranjera lo llamara “Tata” (significa “Don” en términos paternales), que supo plasmar su utopía y hacerla real, una ruta homenaje al hombre que demostró que del otro lado del mundo también aman, por esta razón se sigue la ruta de los pueblos que Tata Vasco ideó, donde se percibe en cada brisa de viento la herencia de un pueblo que después que luchó, que fue abusado, violado y transformado, el amor de un hombre pudo más que la violencia de los invasores, dando como resultado una maravillosa comunidad de la que hemos de sentir orgullo.
*Lic. En piano / Conservatorio de Las Rosas.