Por Mario Arturo Ramos*
Para hacer esta muralla
tráiganme todas las manos,
tráiganme todas las manos,
los negros sus manos negras,
los blancos sus blancas manos.
“La muralla” Nicolás Guillen/Quilapayún
La canción popular latinoamericana en los sesenta del siglo pasado, adquirió un impulso fenomenal con los movimientos de masas que levantaron la voz contra los opresores y sus amos: el imperialismo yanqui. La década nos permitió encontrar compositores /autores, ejecutantes y voces que con un claro compromiso se instalaron más allá de la mercadotecnia y el autógrafo facilón para dejar constancia de un verdadero compromiso social al ejercer su oficio artístico. Cantores(as), agrupaciones musicales, poetas, autores alejados de la industria musical que en su eterna búsqueda del “hit” no tenía tiempo para escuchar verdades que lastimaran a jerarcas disqueros o compradores de espectáculos masivos, que le solicitaban incesantemente productos musicales que ayudaran al divertimento y que dejaran de lado las consignas y los actos de conciencia. En el extremo del cono sur, en la República de Chile, las organizaciones de trabajadores, los estudiantes e intelectuales y los comités de lucha popular permeaban de manera singular las manifestaciones estéticas; los creadores que se sentían unidos a las causas del pueblo dieron un paso al frente y tomaron los temas que hasta entonces permanecían arrumbados en el silencio.
En este contexto nació Quilapayún en 1965, agrupación músico/vocal que contó con la participación de Eduardo y Julio Cesar Carrasco, Julio Numhauser, al año siguiente se unió Ángel Parra, Patricio Castillo, en uno de las primeras actuaciones del grupo en el puerto de Valparaíso, el compositor, guitarrista e intérprete: Víctor Jara. Comenzaba la leyenda y el ejemplo de un cantor auténtico.
“La cultura debe servirte para entender al pueblo, no para pensar que no te entienden” VJ
En los 70, por toda América Latina, el canto nuevo y el rescate de temas músico/literarios de campesinos se convirtieron en tarea primordial de la otra cara de la canción popular radiofónica; del Bravo a la Patagonia los cantos acompañaron reuniones y manifestaciones, se difundieron en pequeños locales que surgieron con el nombre de “peñas”; eran tiempo de ideales y luchas democráticas contra la barbarie, la explotación y la simulación. En 1972 la vida me otorgó la posibilidad de charlar con Jara, en Lima Perú, nos reunía un encuentro de la nueva canción; en los diálogos que tuve con el nacido en septiembre de 1932, en San Ignacio, Chile, entendí su compromiso con la libertad masiva, su firme convicción de que la cultura es un instrumento que obliga a los “intelectuales” a comprometerse con los que menos tienen, con las necesidades y sueños de encontrar y entender un mundo mejor para todos. Faltaba un poco más de un año para el golpe militar contra el presidente Salvador Allende, mancillando a la legalidad y al voto popular.
Te recuerdo Amanda,
la calle mojada,
ibas corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel…
“Te recuerdo Amanda” V J
La Comisión de la Verdad, institución que se formó a la caída de la dictadura militar de Augusto Pinochet, para investigar las atrocidades causadas por los milicos, dictaminó que el 16 de septiembre de 1973, fue asesinado Víctor Jara, después de inimaginables torturas en el estadio nacional de Chile, hoy, Víctor Jara. Los asesinos consideraron que la salvaje muerte infringida al cantor popular chileno serviría de escarmiento a aquellos que se expresaban contra las injusticias y el poder de unos cuantos. Como todos los autoritarios se equivocaron, la historia colocó a los opresores en el cajón de la ignominia y por el contrario al canto de Jara, le dio un lugar privilegiado entre las obras artísticas que dignifican por tener como estructura y fin: El compromiso social. Han pasado 38 años de aquel septiembre; el trabajo de Víctor continua vigente; Quilapayún regresa a México y el día 14, en el Metropolitan de la capital, cantamos con ellos y escuchamos a Eduardo Carrasco decir sobre el compañero inolvidable: “Él no solo es un mártir político, sino cultural y especialmente musical”.
*Investigador y autor.