Por Redaccíón
Comunicado de CONACULTA
Conaculta destaca la labor de la institución en ocasión de esta importante conmemoración
La Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real Academia de la Historia española con sede en Madrid, fue creada el 12 de septiembre de 1919. En la época de su fundación contó con veinticuatro sillones de número, en 1990 se aumentó el número a treinta.
En ocasión del aniversario 92 de su fundación, Conaculta recuerda la labor que ha desarrollado a lo largo del tiempo. Su creación, se dio sobre la base de la Academia de Historia que había sido fundada tres años antes (1916).
Las primeras academias del mundo, se fundaron en Francia en el siglo XVII; mientras que en España surgieron organismos similares, cuando el primer monarca de la Casa de Borbón, Felipe V asumió el trono.
De esta forma en el siglo XVIII, se creó la Real Academia Española (de la lengua) en 1713 y la Real Academia de la Historia en 1738. En México, los primeros antecedentes de la fundación de un instituto similar se remontan al año de 1836, cuando el gobierno decretó la fundación de la Academia de la Historia, pero la inestabilidad política del país en ese momento, impidió consolidar el proyecto.
En 1867, al caer el Segundo Imperio Mexicano y conseguirse la restauración de la República por parte de los liberales, se logró obtener estabilidad en el país, que dio condiciones para retomar el proyecto de fundar una Academia.
El 24 de noviembre de 1870, la Real Academia Española comenzó a instituir organismos similares en Latinoamérica, de esta forma, se constituyó la Academia Mexicana de la Lengua en 1875. Poco tiempo después comenzaron las gestiones con la Real Academia de la Historia en Madrid para crear las correspondientes en América, sin embargo fue hasta 1888 cuando se redactó en reglamento para las academias afiliadas.
En ese año se establecieron las academias de historia de Buenos Aires, Bogotá y Caracas, pero el proyecto de México no se consolidó, probablemente por la existencia de una corriente antihispanista en la historiografía del país.
En 1901, durante el porfiriato, el marqués de Prat –ministro de España en México- gestionó nuevamente el proyecto, sin embargo a pesar de que se llevaron a cabo reuniones y se eligió a Nicolás León como secretario, el proyecto no fue reconocido por la Academia de Madrid.
En 1916, los articulistas y colaboradores de Revista de Revistas revivieron el proyecto de manera independiente creando la Academia de Historia. Manuel Romero de Terreros viajó a España y realizó los primeros contactos y gestiones con la Academia de Madrid para buscar el reconocimiento del proyecto, fue entonces cuando fue nombrado miembro correspondiente, pero tuvo que regresar a México.
El padre Mariano Cuevas continuó los trámites, de esta forma el 27 de junio de 1919 por moción los miembros, el Duque de Alba, el Marqués de San Juan de Piedras, Ramón Menéndez Pidal, Julio Pujol, Ricardo Beltrán y Juan Pérez de Guzmán finalmente se aprobó el proyecto.
El 12 de septiembre de 1919 se inauguró la Academia Mexicana de la Historia con el reglamento de 1888 que se había redactado para las Academias de América y contemplaron constituirse con veinticuatro sillones. Los miembros fundadores en 1919, que ocuparon los primeros doce sillones, fueron Francisco Sosa, Francisco Plancarte y Navarrete, Ignacio Montes de Oca y Obregón, Luis García Pimentel, Francisco A. de Icaza, Mariano Cuevas, como tesorero Manuel Romero de Terreros, Jesús García Gutiérrez, Jesús Galindo y Villa.
Su primer director fue Luis González Obregón, como censor Juan B. Iguínez y Genaro Estrada. Un mes más tarde se integró Juan Francisco Molina Solís.
Por iniciativa de Atanasio G. Saravia y de Manuel Romero de Terreros, se constituyó un fideicomiso con apoyo de varios empresarios y del Banco Nacional de México.
Se inició así la construcción de un inmueble, para ello se empleó la antigua fachada de la residencia de los condes de Rábago que se encontraba en la calle de Capuchinas y que había sido demolida poco tiempo antes.
El 9 de diciembre de 1953 se inauguró la sede oficial en la Plaza Carlos Pacheco.
En 1942 la Academia publicó por primera vez sus Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, edición trimestral, que se vio interrumpida a principios de la década de 1970, restableciéndose su publicación cotidiana en 1990.
A través de las fundaciones de la Escuela Nacional de Altos Estudios, de El Colegio de México, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, del Instituto de Investigaciones Estéticas y del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, nuevas generaciones de investigadores en el estudio de la Historia de México se han consolidado. La Academia fue conformada inicialmente por veinticuatro sillones, este número fue ampliado a treinta en 1990 mediante la resolución de una junta extraordinaria.
Veintidós miembros residen en la Ciudad de México y ocho en los estados. Los historiadores tienen distintas especialidades, en política, eclesiástica, social, económica, de la mujer, del arte, de antropología, arqueología e historiografía; así como de diferentes períodos como el prehispánico, colonial, siglo XIX, Revolución e historia contemporánea.
Actualmente es dirigida por la doctora Gisela von Wobeser Hoepfner, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México.