Por Faustino López Osuna*
Desde hace 49 años tengo el honroso privilegio de contar con la amistad de Eduardo del Río, Rius. En 1962, él acudía los jueves a entregar sus cartones a la revista Siempre! De José Pagés Llergo. Tres alumnos del primer grado de la Escuela Superior de Economía, del Instituto Politécnico Nacional, entre los que me encontraba yo, le pedimos que nos apoyara con el dibujo de la “cabeza” del periódico estudiantil El Colmillo, al que el propio Rius le agregó “atinado”, porque en esos días Adolfo López Mateos, presidente de la República, había declarado que la Revolución Mexicana era de izquierda y, para sofocar el escándalo que había provocado su declaración, Alfonso Corona del Rosal, entonces presidente nacional del PRI, puntualizó que la Revolución sí era de izquierda, pero de izquierda atinada, deslindándose de los izquierdistas desatinados, sobre los que seguía pendiendo el fascista artículo 145 bis, de disolución social, de triste y sangrienta memoria.
Durante los cinco años cursando la licenciatura en economía, las condiciones sociopolíticas nos hicieron converger a Rius y a mí, como a miles y miles más de mi generación, en la lucha ideológica progresista, en mítines y marchas de la comunidad intelectual, académica, estudiantil, artística y cultural, en la poderosa y desmitificadora década de los años 60. Del lado, claro, de la satanizada izquierda desatinada.
Ante la falta de publicaciones políticas que reflejaran de manera accesible las condiciones socioeconómicas de la sociedad, con un prodigioso talento inagotable, Rius no solamente creó las exitosas revistas de Los Supermachos y Los Agachados, sino que dio inicio a una aventura editorial sin precedente: empezó a publicar libros temáticos, con un rigor científico, un agradable tono enciclopédico y un uso del idioma deliciosamente accesible. Desde La panza es primero, pasando por Marx para principiantes, escribió, dibujó e ilustró, como un desaforado, o sea: obrando sin ley ni fuero, decenas de decenas de pequeñas obras verdaderamente didácticas. Y, así como Ernesto Che Guevara le confiesa, por carta, a León Felipe, que siempre dormía con un ejemplar de su poesía bajo la almohada, los guerrilleros de Nicaragua, como el poeta, religioso y político Ernesto Cardenal, reconocieron que, durante su lucha armada sandinista, en sus mochilas siempre trajeron consigo más de un ejemplar de los combatientes libros de Rius.
Perdí contacto con él los dos años, 1967-1969, que permanecí en Bulgaria. En ese lapso vino el espanto de Tlatelolco. El dos de octubre de 1968 le destrozó las alas a la paloma de la paz de Picasso. Este hecho histórico nuestro, siempre me hace recordar los versos que en Canción de Gesta escribió Pablo Neruda, sobre el derrocamiento sangriento de Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954: “Así fue asesinada Guatemala,/ en pleno vuelo, como una paloma.” Cuatro años después, en 1973, volví a encontrar a Rius, residiendo en Cuernavaca.
Ahí lo visité con frecuencia. Me regalaba sus libros, autografiados. Yo le correspondía con otros de autores que sabía que le interesaban. Y aunque tuve que cambiar de domicilio de Guadalajara a Culiacán y a La Paz, siempre que iba al Distrito Federal pasaba a saludarlo. Volviendo a residir en la ciudad de México, en 1988 Jesús Monárrez me produjo un disco con el mariachi de Jesús Rodríguez de Híjar. Éste, junto con el que había producido yo con las pistas de la grabación inconclusa de Luis Pérez Meza en 1981, se los dejé a Rius una vez que pasé a verlo en Morelos.
Meses después que lo procuré, me dijo: “Escuché tus discos. Espero que mi opinión no te moleste. El de mariachi no me dice nada. En cambio el de tu tierra, de la tambora sinaloense, ese sí me gustó. Me transmite cosas de tu pueblo, muy vigorosas. Por cierto, ¿de dónde me saliste como compositor?” Platicamos bastante sobre el tema. Le dije que coincidía con su punto de vista de que los intereses económicos y comerciales de la industria del disco habían impuesto como “mexicano” el sonido del mariachi. Y que, en vez de molestarme, escuchar de él que prefería mis composiciones con banda, yo lo tomaba como un homenaje, inmerecido, a mi trabajo, como parte de la cultura de Sinaloa.
El Pequeño Larousse Ilustrado consigna: RIUS (Eduardo del Río, llamado), dibujante humorista mexicano, n. en 1937.
*Economista y compositor.