Por Mario Arturo Ramos*
Cuenta la leyenda que “El vencedor del Minotauro de Creta”, Teseo, logró la supremacía de Atenas, sobre las otras polis griegas. La época transcurría sin Alejandro Magno y su signo fue el cultivo del saber, la creación de la belleza, la práctica del deporte y el impulso de la democracia, elementos que marcaron de manera definitiva la presencia en la cultura occidental, de la inmortal ciudad de la ciencia y el arte. En el México nuestro como prueba de la admiración que se le tiene a la capital de Grecia, en distintos rumbos del país existen las Atenas Locales, polos culturales, que a pesar de…, continúan la ruta. La “Atenas del norte”, Saltillo, es la capital del Estado de Coahuila; la veracruzana es Xalapa, la del Pacifico es Ensenada y a las que llamo las 3 Atenas del Golfo de California son: Acaponeta la de Nayarit, la sinaloense, Mocorito y la “La Atenas olvidada de Sonora”. Ures.
Luis Enrique García autor y docente sonorense, señala en su libro “Antecedentes del Teatro de Sonora, 1850-1910” sobre la importancia cultural de la legendaria Misión de San Miguel Ures: “Pueblo de Misión fundado en 1644 por la orden jesuita, pasó a la categoría de ciudad en 1838, año en que fue establecida como capital del Estado de Sonora. Esta distinción la tuvo Ures en dos ocasiones periodo 1838-1842 y 1847-1879. Recibió durante estos periodos las ventajas de su situación política; es decir, control, presupuestos, población, derrama económica, fundación de escuelas, presencia de prestigiosos maestros, cultivo de las bellas artes. El desarrollo de la instrucción pública en Ures fue favorecido notablemente y obtuvo su mejor producto educativo con la fundación del Colegio de Sonora en el año de 1852, puesto en servicio en enero de 1853.” Se dice que el nombre de Ures, se debe al fraile, Bartolomé Castaño quien junto a Francisco Paris también misionero, son los precursores de la más tarde residencia de los supremos poderes de Sonora. Y se cuenta que en el territorio de la Atenas sonorense, antes de llegar los conquistadores fue habitado por las etnias: ópata, pápago, apache y posiblemente yaqui y, que el vocablo posiblemente procede del ópata. Otra versión señala que puede ser el homenaje a algún soldado hispano procedente de Ures, pueblo hispano perteneciente a la provincia de Guadalajara, que anduvo por estas tierras aumentando los dominios de la Nueva España.
Atenas en la era de Pericles -462-469 A.C.-, alcanzo prosperidad intelectual y económica sobresaliente, este apogeo llegó después de periodos inciertos y rutilantes que fluctuaron sobre la ciudad cultural, que en diferentes momentos de su existencia se vio amenazada por la guerra y la destrucción. Pareciera que esta historia está íntimamente ligada a los tiempos actuales de las ciudades mexicanas que con orgullo llevan el nombre de la mitológica y levantan la frente para continuar haciendo cultura, no importa si son apoyadas o no como fue cantado por el aeda bucólico griego quien escribió: “Ay, ojala que mi festiva casa/ de la musa gentil morada fuera/ que no es del sueño la ligera gasa/ al ojo del zagal tan placentera,/ ni a la abeja la flor tan gran tesoro, ni tan grata improvisa primavera,/ cuanto a mi corazón es dulce el coro/ de las sagradas ninfas del Parnaso, /a quien ellas sonríen, nunca lloro/ de Circe hará verter el letal vaso.
La ciudad natal del actor Jesús Ochoa, Ures, contó con la visita de Ignacio Ramírez “El Nigromante”,(1865) quien como buen observador realizó una serie de escritos sobre diferentes actividades culturales que presenció, Luis Enrique transcribe las reflexiones del pensador sobre una sesión de danza en Ures: “Este baile mudo y simbólico existe en todo el nuevo continente, a veces se acompaña con instrumentos de música, que por su forma proclaman un origen indígena; no es raro que además de con la música, la danza se hermane con el canto. ¡Estamos en plena Grecia!, García subraya: “Esta frase exclamada como al vuelo invoca y adelanta curiosamente el apóstrofe con el que años después por otros motivos se conocería a la ciudad: “La Atenas olvidada de Sonora”. El título honorifico se atribuye a una designación francesa en reconocimiento a la dinámica cultural que tenía la población sonorense y muy en especial al artículo de Enrique Quijada en el informativo “El eco del valle” titulado “Bazaine, un hombre de mar”, el ensayo cautivó a propios y extraños y fue publicado en 1889 en periódicos franceses; el afamado “El Fígaro” lo llamó una bella pieza literaria. Los estudiosos señalan que a partir de este momento Ures fue la Atenas sonorense.
*Investigador y compositor