Por Juan Cervera Sanchís*
Espigado y desgarbado. Pícaro. Lejano. Próximo. Siempre juguetón. Capaz de sonrosarse de asombros y pequeña vergüenzas. Inteligente. Humano. Cálidamente comunicativo. Carnal. Espiritual. Con un collar de fragantes canciones al cuello. Hecho de alas y fantasías. Todo eso y mucho más es Miguel Bosé. Españolísimo. Madrileñisimo. Universal. Corazón que sabe darse desde los veneros de su sangre por cada uno, y todos, los poros de su cuerpo.
Tras llamar con golpes musicales, a lo “Quieres América”, “Duende” y “Como un lobo”, nos abre la puerta de su suite en el Hotel Nicol, entre rumores de “que no hay” y oleajes, donde “Jonás y La Ballena” vagan por el mar de “La Gran Ciudad”. Ah, sí, “corazón infame”, entre versos sueltos: “Tacón pintado de carmín. Betún./ Y un antiguo dorado. Sin carnet. Debut”. Surrealismo puro. Miguel Bosé y su sentido del humor:
“Me río de todo”, nos dice. Y se carcajea de su sombra.
Canastas de frutas. Fresas y miedos:
“¡Me comí un kilo de fresas! Y luego reflexiona: Tú crees que me enferme?”
–Te puedes morir.
“No me digas eso”. Y frunce el ceño. Luego lanza un sonoro: “Já, já, já…”
Sin darle tiempo a respirar le preguntamos:
–Tú sabes, Miguel, ¿por qué y para quién cantas?
Respira profundamente y responde:
“Para mí mismo y, después, para todas las personas que me quieran escuchar”.
–¿Dónde naciste realmente?
“En Panamá, pero soy muy madrileño. Uno es de donde vive su infancia y su juventud. Por ejemplo: Tengo unos primos que nacieron en Italia, pero completamente se han criado en Madrid, ellos son, pues así se sienten, españoles”.
–¿Qué persigues con tu arte?
“La posibilidad de encontrarme a mi mismo. El hombre es un desconocido en busca de sí mismo en esta misteriosa e inexplicable aventura cósmica”.
–Bajemos de las estrellas, Miguel: ¿Qué es el dinero para ti en esta aventura terrestre de cada día?
“Bueno, bueno, bueno, balbucea, sonríe y nos dice: El “parné”, como dicen los gitanos, nunca está de más. Si uno tiene “parné”, si no andas seco de cartera y agujereado de la chequera, te sientes más tranquilo. El “parné” da una gran tranquilidad psicológica y cuando tienes depresiones, que traen como consecuencia ataques de consumismo, y te da por comprar y comprar como “chalao”, pues si tienes “parné” y puedes comprar los nervios se calman. Para eso, entre otras cosillas, sirve el dinero, amigo Juan”.
–Entendido, Miguel: ¿Tú crees que todos los seres humanos tenemos un precio?
“Sí. Y es cuestión de llegarles. Pero en esto no nada más cuenta el dinero. Hay personas que no pueden ser compradas con todo el dinero del mundo, directamente, claro, pero con el dinero se puede comprar las cosas para ablandarlas e indirectamente comprarlas o, si prefieres, conquistarlas. Así pues podemos ablandar a los más duros”.
–De acuerdo. Es una bonita manera de comprar. Dime: ¿Crees o no crees en Dios?
“Yo creo que hay muchos dioses. Todo un Olimpo. No podemos culpar a un solo dios de todo este desastre. Si nosotros somos reflejo del poder divino yo sospecho que hay muchos dioses en esa especie de democracia celestial, por supuesto que hay uno Supremo por votación general, pero en lugar de cuatro, cinco o seis años, los dioses cambian de Dios supremo cada 24 horas. De ahí el cambio de un extremo a otro extremo de las cosas que derivan de ellos, como nuestra desconcertante humanidad”.
Miguel Bosé sonríe como un niño, entre pícaro e ingenuo, y añade:
“Debe ser tremendo ser el Dios principal en la democracia celeste”.
–¿Qué preocupa seriamente a Miguel Bosé, sí es que él toma algo en serio?
“Por favor, yo soy muy serio. Yo lo tomo todo en serio. Me preocupan mis amigos. Son ellos los que más seriamente me preocupan. La amistad para mí es sagrada.”
–¿Qué son para Miguel Bosé sus amigos?
“Hombre, son una gasolina, un alimento, Sin ellos yo no puedo marchar. Me paro en mitad de la carretera. Mira, Juan, la amistad es la forma más perfecta del amor.”
–¿Por qué es para ti la amistad la forma más perfecta del amor?
“Chico, está muy claro: En la amistad está todo menos la cama y sus múltiples problemas. La cama es siempre problemática”.
–¿No crees, como tantas personas, que es deliciosa?
Sí, es un gran invento. Genial. Genial. Los dos inventos más geniales que hasta ahora debemos a nuestra insólita especie, en mi opinión, son: la cama y la cocina”.
–Rompiendo el ritmo alegre de nuestra charla, Miguel, ¿qué piensas tú de la muerte?
“No me pone triste en este momento. Esta noche estoy de buen humor. Te diré que yo creo en la reencarnación”.
–¿Te acuerdas de algunas de tus vidas anteriores?
“Oh, no, aunque tengo un amigo que dice que recuerda que fue anacoreta en la Edad Media. Pero, la verdad, no le creo mucho. En esto de los recuerdos del más allá hay más fantasía que realidad. Yo sí creo que la esencia que somos no muere jamás, que el alma, eso, va y va y sigue y sigue, pero sin recordar las vidas específicas por las que fue pasando. Nuestra identidad actual se pierde pero no nuestra esencia.”
–¿Quieres mucho a este cuerpo tuyo?
“Sí, pero prefiero que lo quieran los demás.”
–Hablando de cuerpos. ¿Qué tanto has querido a un cuerpo ajeno?
“Locamente. Yo quiero tanto al cuerpo humano que me lo como. Soy antropófago. Mira, no me da tiempo a amarlos. Me los como, me los como… y, luego, ya hablamos, ¿verdad?”
–Entendido, Miguel. Qué te parece si hablamos del español. ¿Cómo lo definirías?
“Los defino. El español es un ser genial, encantador, pero brutísimo. El español es la criatura más bruta del planeta y sus alrededores. Te confieso, como decía Unamuno, que me duele España. Creo que España es como una enorme suegra, gorda, gorda, muy gorda, a la que hay que levantarla del sillón y darle un puntapié en el trasero para que despierte”.
–Correcto, Miguel. ¿Y cómo desearías que fuera nuestra no menos bruta humanidad?
“La humanidad no tiene remedio. Pero si es posible hacerla cambiar, que lo dudo, desearía que fuera más ética, más consciente en todos los sentidos y más responsable con el planeta y sus criaturas. Estamos destruyendo este planeta y, por consiguiente, a nosotros mismos y al resto de los seres vivos. Me gustaría que fuéramos más conscientes y que esto que estamos haciendo no sucediera ya nunca más. ¿Pero cómo hacerle entender a los seres humanos estas sencillas verdades? Esperemos que entiendan, pero…”
–¿Por quién has vertido más lágrimas hasta ahora en tu vida?
“Por mi abuela materna, que ha sido la persona que más he querido en esta vida”
Aquí se hizo el silencio entre nosotros. Pero debíamos continuar y, contra el silencio, por lo entrañable del recuerdo, la pregunta colgada del otro extremo:
–¿Y por qué has reído y ríes con más desbordamiento?
“Yo río por cualquier cosa. Tengo la risa fácil. Considero, además, que la risa es medicinal. Si tú ríes mucho estás sano. Hay que reír y reír mil veces al día y aún más”.
–¿Qué haces tú para empezar a reírte por la mañana, lo que se dice en serio?
“Muy en serio te contesto y te voy hacer una revelación que no he hecho a nadie: Me da risa de suprema salud Hernández Mancha, el líder español de Alianza Popular. Me da tanta risa que tengo en el baño de mi casa de Madrid un gran cartel con una fotografía suya en la que lleva un audífono y nada más entro al baño, en vez de ponerme a cantar, me la paso carcajeándome. Bueno, si me oyeras, pensarías que estoy loco, pero es mi ejercicio mañanero para iniciar felizmente el día”.
–¿Cómo logras ese feliz ejercicio tonificador cuando viajas? ¿Acaso llevas en tu cartera una fotografía del inefable Hernández Mancha?
“No, no, no es para tanto, pero me lo imagino, ya ves, y ya no puedo parar la risa”. Y así fue, Miguel Bosé debió imaginarse al tal Hernández Mancha y comenzó a retorcerse de risa en el sofá durante dos minutos de locas carcajadas”.
–¿Qué político español de hoy te hace pensar?
“Siento mucha simpatía por Enrique Curiel, de Izquierda Unida. Es un hombre extraordinariamente inteligente, pero no creo que llegue al poder”.
–¿Qué piensas de los periodistas? ¿Tienes algún amigo periodista?
“Tengo amigos delincuentes. Tengo toda clase de amigos, pero periodistas no. ¡¡¡No!!!”. Y gritó como si le hubiera picado una víbora.
–Oye, Miguel, ¿qué te han hecho mis queridos y respetados compañeros?
“Ay, ay, aaayyyyy. Dime tú, ¿qué no me han hecho esos condenados?
Tan agitado lo vi, que traté de hacerle olvidar que estaba hablando con uno de ellos.
–Bueno, bueno, Miguel, calma. Hablemos de sexo. ¿Qué importancia tiene para ti el sexo en tu vida?
Salta feliz en el sofá. Es otra persona. La palabra sexo lo vivifica. Sonríe. Se lame los labios. Se muerde la lengua y, cómo todo un sátiro, mastica la respuesta:
“Vital. Vital. Vital. El sexo tiene muchísima importancia para mi. Tanta, tanta, tanta…que llego a la noche ya supercansado. ¿Cómo la ves?”
–Advierto que tus días son muy intensos. Pero dime, ¿de no ser compositor e intérprete que te hubiera gustado ser?
“El arcángel del fútbol, una especie de Hugo Sánchez o Butragueño. Me enamora el fútbol. Ser un gran futbolista me parece bellísimo, pero jugando en las filas del Madrid. Yo soy del Madrid.”
–¿Y la fiesta brava que es para ti?
“Mira, la fiesta brava yo la descubrí a los 16 años, pues en mi casa nunca se hablaba de toros ni de toreros. Bueno, para no haber nada de esto, no había ni padre. Pero un día fui a la plaza y me sentí seducido por el arte de Cúchares. La fiesta brava es única por su sensualidad y sexualidad. Es un arte maravilloso, extraordinario, que no tiene igual.”
–¿Hubieras sido torero?
“No. Yo soy aficionado. Un gran aficionado. Ponerse delante de un toro ya es otro asunto”.
–Finalmente, Miguel, ¿por qué sentido te sientes más atraído la hora del amor: la vista, el tacto, el olfato..?
“Por el olor. Soy muy animal. Tremendamente animal. Yo me rijo por los instintos. No soy muy racional, pues como tengo cierta tendencia a lo analítico, prefiero quedarme sin ir más lejos de lo animal. Es por eso que huelo a las personas desde lejos y ya por el olor las acepto o las rechazo”.
–Que tu olfato te guíe.
Y aquí dijimos hasta luego a Miguel Bosé, que, por sobre todo, es su música
*Poeta y periodista andaluz.