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El chotis en Sinaloa y el schottisch de Bohemia

Por domingo 24 de julio de 2011 Un comentario

Por Rubén Rubio Valdez*

Allá en la plaza de Mocorito, hace muchos años Librado y Samuel Rubio y Beto Verdu­go, haciendo un semicírculo con el resto de los músicos de la Banda de Los Rubio arriba del quiosco en un jueves de serenata, escuché el chotis “3 de octubre”, aventando el ruido de sus clarinetes en acorde perfecto hacia la casa de Lalo Sánchez, que se mecía plácido en una poltrona sobre la banqueta. Me caló y la hice mía, y habiéndola es­cuchado tantas veces le encontré parecido con otras piezas que después supe su título es el de “Amor de Madre” y “Mi suerte”. Después escuché otras y al preguntarle a mi papá que tocaba trombón con la Banda Los Rubio de Mocorito, me dijo -Se llaman “Mi suerte” y “Amor Imposible”. Son chotises, como “Brisas de Mocorito”, son piezas muy buenas. –Me gustan –Le dije.

Sin mayores conocimientos musicales y a fuer­za de preguntar y preguntar fui enterándome sobre los ritmos y aires que interpreta la “banda” como el vals, la mazurca, la danza, el fox trot, la polca, el paso doble y el paso flamenco. Cuando escuché con banda las piezas “Un viejo amor”, “Ojos tristes” y “Mis flores negras”, mi tío José Rubio, fundador de la leyenda que es la Banda de Los Rubio de Mocorito, me dijo -Son bambucos. Ante palabra tan extraña, lo que hice fue voltear a otro lado, volver a preguntar era mostrar demasiada ignorancia o me arriesgaba a que me dijera <¡Oh!, que preguntón>. Mucho después supe que el bambuco es una danza colombiana, pero musicalmente como el chotis en Sinaloa, el bambuco en Yucatán, aquellos músicos lograron un híbrido, es decir otra versión como aquí del chotis y las parejas bailadoras de los pueblos y rancherías donde sólo se oía la banda las bailaban sin mayor comedimiento y sin perder el paso. Lo que concluyo de este antece­dente es que los compositores y arreglistas mexicanos a estos ritmos como a otros dieron otra estructura musical y nuestros abuelos, encontraron el modo de bailar el chotis y el bambuco.

Pero, ¿Qué es el chotis? ¿Baile o música? ¿Dónde nace? ¿De dónde nos llega? En Sinaloa el chotis es un paradigma, y como la música culta de concierto, desde el principio se hizo para escucharse. En Sinaloa son además piezas de parranda.

En Sinaloa el chotis se mezcla con los ritmos y ai­res de la banda. No se sabe si “Amor de Madre” se tocó antes o después de “3 de octubre” o de “Brisas de Mocorito” a finales del siglo XIX. Sebastián Sán­chez, clarinetista de Concordia le dio forma a “Amor de Madre”, a “Brisas de Mocorito” Alberto Alvarado de Durango y de “3 de octubre”, por la fecha de cum­pleaños de Carmelita Romero Rubio, primera dama en el porfiriato, además del vals “Carmen”, dedicado a Carmelita, tengo la sospecha que Juventino Rosas sea el autor de este chotis. A “Mi suerte”, en la re­gión evoriana, Desiderio Ayón le dio forma; y por lo que toca al chotis “Amor imposible”, lo único que he podido averiguar que el poeta Amado Nervo, lo pedía con frecuencia allá en el puerto de Mazatlán. Esto quiere decir que los chotis de que hablo nacieron a fines del siglo XIX y principios del XX, es decir, en una misma época por allá en la región de la Concordia y del Guadiana, a excepción de “Mi suerte” que na­ciera en la Sierra de Los Parra en los breñales de los cerros de San Benito, donde por suerte encontraron “el buey” que se le había extraviado dicen, al “Tío Lelo” jefe de la Banda de San Benito.

Se ha documentado que el “schottisch” nace en las aldeas de Bohemia y que los vientos lo llevan a Madrid en 1850 con cara de polca alemana, donde los madrileños reinventan el “chotis” y lo hacen suyo. La palabra derivada del término alemán “Schottisch” (escocés), enraizándose en las populares verbenas y mezclándose musicalmente con la zarzuela propia de España en una época muy posterior a los tiempos de Lope de Vega. Desde siempre se ha reconocido la pertenencia madrileña del chotis, pero quien lo lanza a la popularidad mundial es Agustín Lara con la cadencia y ritmo de aquella canción… “Cuando llegues a Madrid, chulona mía/ voy a hacerte empe­ratriz de Lavapiés; / y alfombrarte con claveles La Gran Vía, / y bañarte con vi­nillo de Jerez. Qué promesa más bella de Agustín y como la presumen los chulapos el día de San Isi­dro Labrador.

Curiosamente, el arribo del chotis a México tal parece que no se hace en algún vapor, sino por tierra y del norte a los es­tados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahui­la, pero no llega solo, sino bien acompañado de la redova en los tiempos de la Guerra de secesión (1861-1865) de Estados Unidos, que en el siglo pasado Eulalio González “Piporro”, con su ingenio y comicidad nos prendió con “El taconazo” y otras piezas como “Las pizcas” y “Don Baldome­ro”. El acordeón, bajo sexto, la redova y el tololoche en nuestro país dieron forma al género de “Música norteña”, que hoy en día acoplada con la de banda, son emblemas que dan identidad nacional como en su tiempo nos la dio el mariachi.

Pero el chotis de acá, el nuestro, el de este rum­bo, no tiene parangón en lo referente la estructura musical del chotis del noreste ni el madrileño. El cho­tis nuestro, el que tocan con orgullo las bandas de Guasave, de Guamúchil y de Mocorito, en mi opinión está mejor elaborado y sigue una línea melódica y armónica, con modulaciones y técnica contrapuntista muy propias. Los compositores y arreglistas como Fe­liciano Gómez, Desiderio Ayón, José Rubio Quiñónez, Sebastián Sánchez, Severiano Moreno y Alberto Alva­rado, siguiendo el mismo patrón musical nos legaron el chotis y como lo dije, nuestros abuelos en pareja se las ingeniaron para seguir el ritmo. Del ritmo de chotis, de polcas y de sones sinaloenses, Carmen Es­pinoza, maestra de danza de la UAS está trabajando con la polca “Amores de Julia” y a sones sincopados de huapangos muy particulares de nuestra región yo­reme. Al huapango sincopado “El vaquero no ha tum­bado”, parece que a sus alumnos ya los tumbó, y han tenido suerte de gozar de las cadencias del chotis “Mi suerte”.

Así como los excelentes músicos sinaloenses, que lograron la versión del chotis nuestro, los creado­res de música sudamericanos casualmente hicieron lo suyo del chotis europeo con que los inmigrantes alemanes y escoceses arribaron a fines del siglo XIX a la región del litoral del río de la Plata, integrada esta por los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. Ignoro la estructura musical y ritmo del chotis que trajeron los anglosajones a esa región, porque resulta extra­ño que al fusionarse con la música y danza de cul­tura indígena guaraní diera origen no a una versión modificada del chotis, sino al “chamamé moderno”, que más que chotis es una versión de un huapango semejante al de las huastecas y de la mixteca allá en Oaxaca. Mientras que nuestro chotis es para en­samble de instrumentos de aliento de metal y ma­dera y percusión, es decir para la banda, el género resultante de la fusión con los indígenas guaraníes del río de la Plata es interpretado magistralmente por ejecutantes de cuerda y acordeón, vocalizándo­se con temática de gran contenido bucólico y rica estética literaria, con alegorías y metáforas muy ilustrativas de su cultura vernáculo, sin mixturas anglosajonas.

El chotis nuestro, si el de Sinaloa, requiere mati­zarse y sin modificar su línea melódica, traslaparlo a una fusión de instrumentación de alientos y cuerdas. Creo que de esa manera posibilitaríamos su urbani­zación y llevarlo a orquestas de cámara. Es que el chotis como otros ritmos como la mazurca y la danza, han envejecido y si no los oxigenamos pueden morir. Las escuelas de música y de danza locales debieran meterse de lleno a su análisis, para crear versiones de revista, que no tengo duda serían de gran impac­to y de reencuentro con usos y costumbres diluídas por el urbanismo. El ritmo y las melodías centenarias como el chotis, debieran rescatarse y llevarlas a me­jor sitio musical.

*Agrónomo y promotor cultural.

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Un Comentario

  • Saul Alvarez Gracia dice:

    Excelente articulo , aqui en Sonora , el Chotis , Amor de Madre , se adjudica su autoria , al musico Jesus “ Chito “ Peralta : ( Villa de Seris , Sonora – 1889 ) . Realizo sus estudios musicales con Rodolfo Campodonico y en el Conservatorio Nacional de Mexico . Regresa a Sonora en 1915 y se establece en la ciudad de Nogales. Muere en Hermosillo en 1971 .originario de Villa de Seris , un pequeño poblado que hoy forma parte de la ciudad de Hermosillo, se dice que es el autor de los valses Mavi , Rosalia y Desengaño . Saludos .

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