Cultura es desarrollo intelectual o artístico. Civilización. Acción de cultivar las letras, las ciencias, etcétera. Su sinónimo es el verbo saber. En el gerundio, no en el infinitivo, de esos verbos, estaba yo, escribiendo una semana sí y otra también, sobre Leonora Carrington, Remedios Varo, Elena Poniatowska y acerca de la perniciosa sombra que acompañó en vida a Lola Beltrán, cuando una vecina me llamó telefónicamente a Aguacaliente, para decirme, hace tres lunes, que el ejército estaba en mi casa de Mazatlán. De inmediato hablé, por la misma vía, a un solidario hermano abogado, solicitándole sus servicios profesionales para que indagara de qué se trataba tan notable visita a mi vivienda, adelantándole que enseguida lo haría yo personalmente. En unos cuantos minutos me regresó la llamada, recomendándome que llevara conmigo los papeles del automóvil que en julio de 2010, en el mismo domicilio, me habían despojado a punta de pistola y cinco meses después lo había recuperado en Los Mochis.
Cuando llegué, me dirigí al responsable del operativo militar, a quien mostré el acta de entrega-recepción del vehículo de mi propiedad, estacionado frente a mi vivienda, el cual había dado pie a la diligencia, manifestándole que me resultaba incomprensible que, habiendo recuperado el mismo gracias al 58 Batallón del propio ejército en Ahome, continuara reportado como robado. El oficial, de manera amable, me informó que aunque ya lo hubiera comunicado a la Policía Federal de Caminos, si yo no lo informaba personalmente a Tránsito Municipal, seguía apareciendo como hurtado, en las computadoras. Después de solicitarle al oficial que me acompañara a revisar que todo estuviera en orden adentro de la casa, agradecí su atención y fui a la oficina de tránsito del municipio a solicitar, con base en los correspondientes documentos oficiales, que cancelaran el reporte de despojo, cosa que se hizo.
Prosiguiendo en el oficio de escribir sobre cuestiones culturales, atendiendo una recomendación del poeta Mario Arturo Ramos, me di a la tarea de investigar sobre Ramón Rubín. Estando en ello y después de acudir a la destacada promotora de lectura Guadalupe Veneranda, para conseguir información sobre el autor de “Del mar a las alturas”, hace tres sábados, cuando escuchaba el programa vespertino Voces y Guitarras, de Radio Cultura de Mazatlán, independientemente a coincidencias o discrepancias ideológicas, me apesadumbró escuchar la noticia de que ese día, en Guatemala, habían asesinado al popular cantautor argentino, Facundo Cabral.
Ante el cúmulo de sentimientos encontrados que me produjo el execrable crimen del artista, me sentí existencialmente invadido por algo parecido a la nada, como la cita Octavio Paz, cuando en Conjunciones y Disyunciones compara los opuestos estados mentales de oriente y occidente: “Para los orientales es imposible imaginar el ser, del mismo modo que para los occidentales es imposible imaginar la nada”.
No terminaba de recuperarme de la depresión cuando hoy, antes de iniciar este artículo semanal, me aturdió la nota roja de los once policías estatales masacrados en la carretera cerca de Guasave. Ver el racimo de seres humanos, abatidos, desparramados en el asfalto, es caer, necesariamente, en el vacío, tal y como lo define el diccionario: “que no contiene nada”. La brutalidad que muestran las fotografías, no debe bloquear en nosotros el sentimiento de compasión por ellos y por la orfandad de sus seres queridos. Pobre Sinaloa y pobre México, cuando la autoridad es incapaz de protegerse ella misma. ¿Por qué los familiares de esos policías sinaloenses caídos, se negaron a que se les rindieran honores oficiales? Porque el diccionario también define al vacío de poder, como el “tiempo en el que hay carencia de autoridad pública o privada”. Y, guerra o combate, si se mata al ser humano, de la condición que sea, se mata, también, al arte y la cultura, pues, como diría Pablo Neruda, no somos pájaros ni peces.
*Economista y compositor.