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Brincaba, brincaba,
fluía, fluía,
y mientras lo hacía
su mente le huía.
Oculta entre su silueta,
rodo la careta
apareció la verdad…
Se había dado cuenta
que estaba dormida,
que sólo era bruma,
que siempre fue otra,
que no era Cristina
que era una niña
y que quería brincar
brincaba, brincaba,
fluía, fluía…
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